[Mary Mohammadi nació en Teherán. A los 19 años, tras convertirse del islam al cristianismo, fue detenida por primera vez en una “iglesia doméstica” y encarcelada en la tristemente célebre prisión de Evin entre noviembre de 2017 y mayo de 2018. Tras una nueva detención a comienzos de 2020, fue puesta en libertad bajo fianza el 27 de febrero de 2020, aunque se enfrentaba a una larga pena de prisión por “alteración del orden público”. Consiguió abandonar Irán con destino a Estados Unidos el 21 de febrero de 2022, donde reside actualmente. En 2023 fue distinguida con el Premio San Esteban de la Fundación “Stephanus-Stiftung” para cristianos perseguidos.
El siguiente texto se publica con su autorización expresa como exclusiva en español.]
Irán se ha convertido en una gran prisión para el pueblo iraní bajo la ocupación del régimen de la República Islámica. La población de Irán sufre, entre otras cosas, restricciones sociales, políticas y económicas. Sin embargo, no todos los grupos están sometidos a las mismas presiones: hay algunos que se enfrentan a una mayor discriminación y opresión debido a ciertas afiliaciones que la República Islámica considera indeseables.
¿Quién es un cristiano converso?
En Irán se consideran “cristianos conversos” todos aquellos cristianos iraníes que no son armenios, asirios o caldeos, con lo que constituyen la mayoría de los cristianos de Irán. Los cristianos conversos pueden ser de origen islámico o no islámico y son una de las minorías religiosas que Irán no reconoce. Incluso aquellos cristianos que nacieron en familias cristianas porque sus antepasados se convirtieron hace varias generaciones no son reconocidos como “cristianos” por la República Islámica si no pertenecen a las etnias armenia, asiria o caldea, por lo que se ven privados de sus derechos civiles. Además, también se enfrentan a conflictos violentos y legales.
Para comprender mejor la complejidad de la discriminación que se vive en la sociedad iraní, hasta ahora hemos examinado brevemente la comunidad cristiana iraní, uno de los sectores más perseguidos de la sociedad iraní. Si reducimos aún más el marco y nos centramos en la comunidad de cristianos conversos en Irán, se aprecia claramente que las mujeres son más perseguidas que los hombres. Un ejemplo de su sufrimiento es la imposición del “hiyab islámico” a las mujeres cristianas conversas; en Irán se exige desde hace más de cuatro décadas. Muchas de estas mujeres, que suelen ser de origen islámico, han renegado del islam. La realidad es que la sociedad iraní no es una sociedad islámica, sino diversa, y que las leyes islámicas no pueden promulgarse y aplicarse para “todos” los ciudadanos según ninguna norma o lógica. Sin embargo, la República Islámica siempre ha intentado transmitir una falsa imagen de la sociedad iraní como sociedad monolítica musulmana y ha impuesto fácilmente el hiyab a todas las mujeres.
La polémica del hiyab en Irán, donde el régimen lo utiliza como instrumento de control social y represión.
Los representantes de la República Islámica imponen el hiyab a las mujeres no musulmanas
Además de la existencia de leyes islámicas en la República Islámica que contradicen los derechos de las mujeres y de los cristianos, las declaraciones de altos representantes de la República Islámica son una prueba más de la determinación ideológica de los servidores públicos del régimen de obligar a las mujeres no musulmanas a llevar el hiyab. Por ejemplo, el difunto presidente Ebrahim Raisi declaró en una entrevista de televisión el 7 de mayo de 2024 que incluso quienes no creen en el hiyab deben seguirlo porque es la ley. La “ley”, que debería ser un instrumento para mantener el orden y la igualdad entre los ciudadanos y garantizar sus derechos frente a la opresión y la tiranía, se ha convertido en un instrumento en manos del régimen para amenazar a las mujeres que no quieren soportar el hiyab. Del mismo modo, Mohammad-Javad Montazeri, presidente del Tribunal Supremo, declaró el 24 de abril de 2024: “En una sociedad islámica, especialmente en la República Islámica de Irán, se espera que acaten la ley incluso aquellos que no son musulmanes o que no acatan seriamente las normas islámicas, porque la ley es vinculante para todos en el país”.
Una entrevista de EWTN a Mary Mohammadi (pueden activarse subtítulos en inglés).
Es decir: no sólo las leyes, sino también las declaraciones públicas de altos cargos del régimen subrayan abierta y orgullosamente la grave violación del derecho a la libertad, los derechos de las mujeres y los derechos de las minorías religiosas, sin temor a la condena por parte de las organizaciones de derechos humanos. Hasta que los gobiernos no utilicen todas sus posibilidades y tomen medidas concretas para debilitar dictaduras como este régimen, éste no sufrirá consecuencias serias y reales y el pueblo de Irán, especialmente las mujeres y las minorías, tendrá que luchar solo y con las manos contra fuerzas de opresión fuertemente armadas.
¿Por qué la presión sobre las cristianas conversas es mayor que sobre los cristianos conversos?
El régimen no considera a los cristianos conversos como parte de la sociedad, sino como una herida supurante en la supuesta imagen del Irán islámico, que les contradice, por lo que intentar hacerles la vida insoportable de diversas maneras. El yugo que la República Islámica impone a la comunidad de cristianos conversos golpea con mayor dureza a las mujeres cristianas conversas. Las mujeres siempre han sido vistas como herramientas para impulsar los objetivos y las políticas misóginas de sistemas patriarcales como la República Islámica. Imponer el pañuelo islámico a las mujeres cristianas conversas es como obligarlas a renunciar a su propia religión y fingir que tienen creencias islámicas, pues no tienen ningún motivo para aceptar el código de vestimenta islámico. Esto no va sólo de imponer el hiyab, sino también de imponer una religión. Muchas mujeres cristianas de Irán han sido detenidas en la calle por la policía de la moral y otras autoridades; han sido golpeadas y obligadas a llevar el chador en cárceles y centros de detención de seguridad. Las cristianas conversas han rechazado valientemente los “privilegios” de las mujeres chiíes por su profundo compromiso con el cristianismo y han optado por soportar los castigos y la persecución por convertirse al cristianismo a la sombra del régimen de la República Islámica. Quieren vivir, comer, vestir y hablar de acuerdo con sus convicciones más profundas. Aunque han perdido sus privilegios y derechos ciudadanos por su fe cristiana, desgraciadamente siguen teniendo que mantener el estilo de vida islámico que les imponen las leyes del régimen y la coacción de las autoridades. Por ser mujeres, sus cuerpos y su forma de vestir deben servir de “herramientas y escaparates” para reflejar las ideas islámicas y políticas de la República Islámica. Si aceptan ser el mascarón de proa que desea el régimen, tienen la sensación de que renuncian a su fe cristiana. Y si se niegan, se enfrentan a la detención y la muerte a manos de la policía y las fuerzas de seguridad cada vez que salen de sus casas.
¿Por qué la presión sobre las cristianas conversas es mayor que sobre las demás mujeres, a pesar del pañuelo obligatorio para todas ellas?
Independientemente de que las cristianas conversas acepten o rechacen el hiyab islámico obligatorio, tienen que asumir el coste de haberse convertido al cristianismo. Esto significa que pertenecen a una minoría religiosa no reconocida y que se les niega todo, incluido el derecho al trabajo, a la educación, etcétera. Con o sin hiyab, tienen que llevar su cruz todos los días. Ser cristiano converso en Irán está intrínsecamente plagado de dificultades, pero la situación de una mujer cristiana conversa es difícil de describir con palabras.
Mary Mohammadi
Traducción del alemán: José M. García Pelegrín.