J. Mark Hord era una persona de fe desde su adolescencia, cuando en 1975 murió su joven primo Denny en un accidente. Le era muy querido, y en el funeral el pastor reveló que Denny había estado orando por él y otros parientes con insistencia. El joven Mark sintió en ese momento "la sensación abrumadora de un amor que no podía resistir. Ese amor me llevó a aceptar a Jesús como mi Señor y Salvador personal".

Desde entonces, pensó que Dios quería hacer de él un misionero protestante, especialmente en tierras comunistas.

De hecho, siempre había estado interesado en la historia de la Revolución rusa, en la historia de las guerrillas de Mao Tse Tung y del Che Guevara y en las técnicas militares no convencionales. Ahora quería infiltrarse tras el Telón de acero. Pensaba en Albania, porque era el país más ateo del mundo, el más hostil a la evangelización.

Para eso necesitaba aprender un oficio técnico, y para eso entró en la Marina militar: durante 6 años sirvió en un submarino balístico, aprendiendo electrónica e informática.

Al acabar esos años, conoció a Maggie y le contó sus planes "para ir a Albania y probablemente morir por el evangelio. Mi forma de declararme fue preguntarle si estaba dispuesta a morir conmigo por el Evangelio. Para mi asombro y alegría, ella accedió".


Se casaron y antes de un año ella estaba embarazada, por lo que los planes de evangelizar Albania quedaron aplazados. Tuvieron 4 hijos y durante esos años cambió de trabajo varias veces, y también de iglesias.

En los años 80 eran calvinistas, y a los dos les gustaba mucho hablar de teología, y pasaban horas disfrutando al desmenuzar tal o cual doctrina.

En los años 90 las cosas cambiaron. Se mudaron de New Jersey a la rural Missouri. Se sumaron a una pequeña congregación calvinista recién fundada a partir de una escisión por motivos doctrinales. Pronto le ordenaron como "teaching elder" y pastor ayudante. Pero enseguida tuvo un desacuerdo doctrinal con el pastor principal sobre cómo repartir la comunión, y aquello bastó para dejar esa iglesia.


En ese momento, sin comunidad cristiana de apoyo, llegó su crisis matrimonial. No habían cuidado su relación, se habían convertido en dos extraños bajo el mismo techo. Mark no se había dado cuenta de que ella llevaba años sintiéndose sola. Y Maggie se fue de casa. "Fue una noche oscura del alma para los dos, y una larga batalla para restaurar lo que parecía perdido para siempre".

Pero ella volvió, y decidieron dedicarse con fuerza a reparar sus relación. Ya no dedicaban tiempo a exquisiteces teológicas: volvían al simple "una cosa sé, que Jesús me ama". Leían juntos los Salmos, o uno se lo leía al otro. Así pasaban largos ratos.


Otra idea para fortalecer la relación fue la de practicar artes marciales juntos, como una familia. Así fue como descubrió un grupo de antiguos instructores de las fuerzas especials de Rusia que enseñaban un arte marcial ruso "con fuertes raíces en la hesicastia ortodoxa".


En su testimonio en Catholic-convert.org Mark no lo detalla, pero se refiere a disciplinas de combate desarmado cercanas a la llamada "sambo" en Rusia. Aunque en EEUU no siempre se llame así ("sambo" suena a nombre de negrito esclavo en América), en ruso "sambo" es el acrónimo para "autodefensa sin armas", y es un arte marcial creado, en parte, a principios del siglo XX por un ayudante del misionero ortodoxo ruso San Nicolás de Japón.

La misión ortodoxa rusa en Japón de Nicolás no fructificó: la Iglesia Ortodoxa no le ayudó y Japón era una país descreído. Episodios como la guerra ruso-japonesa de 1904 tampoco ayudaron. Pero uno de los rusos ayudantes de Nicolás en Japón se interesó por las artes marciales japonesas y creó su propio sistema mixto, que se extendió por Rusia, mezclándose con otros estilos de lucha libre asiática, como una forma de lucha incruenta, no armada, y con cierta espiritualidad de la austeridad ortodoxa. En ámbitos presidiarios y en pandillas se difundió mucho, y más adelante en el ejército rojo.

A Mark le entusiasmó este sistema de artes marciales. Pensó que podría además evangelizar a los instructores y compañeros, muchos de ellos rusos. Pero resultó que ellos eran ya cristianos ortodoxos firmes.

Mark se puso a estudiar algo de historia y doctrina ortodoxa, "para ver formas de compartir mi fe con ellos". Y por primera vez en serio estudió la historia de la Iglesia, leyó a los Padres de la Iglesia y descubrió la espiritualidad que él ansiaba.

Sus compañeros de llaves y golpes, hombres rudos pero con espiritualidad, también le enseñaron el valor de la liturgia.


Calvino había dicho que la Reforma protestante buscaba volver a la Iglesia antigua, pero Mark, al leer lo que decían los Padres de la Iglesia antigua, veía una iglesia litúrgica que se edificaba sobre la Palabra de Dios y el sacrificio.

La doctrina de "Sola Escritura" del protestantismo no aparecía en ningún sitio de la Escritura, ni tampoco la mencionaban los Padres de la Iglesia antigua, que en cambio continuamente se referían al testimonio de los apóstoles y de sus herederos autorizados.

San Ireneo, en el siglo II, recuerda que él fue discípulo de Policarpo, que a su vez lo fue de San Juan Evangelista. Y en siglos posteriores todos ven eso como signo de autoridad. ¿Por qué esos Padres de la Iglesia nunca citan ni aluden al criterio de "Sola Escritura"?

Mark vio que la doctrina protestante no se sostenía y empezó a pensar en sí mismo como un ortodoxo.

Pero no había parroquias ortodoxas cerca, y se encontraba, una vez más, sin iglesia.


Un día un amigo católico le preguntó:

- Mark, ¿qué ves en la tradición ortodoxa que no encuentres en la católica?

- Bueno, pues la mística, la espiritualidad, y especialmente los misterios, que es como ellos llaman a los sacramentos...

- Mmm... ah, ya veo. Te gustan los sacramentos pero no la autoridad.

"Su comentario al principio me enfadó un poco, pero cuanto más lo pensaba, más sentido tenía. Me ayudó a entender que el Papa era mi último obstáculo hacia la tradición católica. Él me animó a volver, con oración, a los Padres de la Iglesia. Sé que rezó por mí, porque ahora todo lo que leía me parecía confirmar el Primado de Pedro y sus sucesores. Mis prejuicios anticatólicos empezaron a desaparecer".

Mark entendió que ya no tenía que buscar una iglesia que se acomodase a sus ideas subjetivas, sino que él era libre para acomodarse a la Iglesia que Cristo fundó. En la oración del Rosario encontró amor por María y por su esposa. Sus hijos también descubrieron la fe católica "por sus propias vías".


En 2007 Mark se confirmó como católico y tomó como patronos a San Cirilo y San Metodio, evangelizadores de los eslavos. Hoy reza por la unidad de la Iglesia, para que algún día ortodoxos y protestantes, entre los que tiene tantos amigos y hermanos, lleguen a estar unidos en la verdad con los católicos, y se cumpla la petición de Jesucristo: "Que sean uno".