Lazar Kovacs Akos es un respetado intelectual húngaro y profesor universitario. Es un estudioso del cine y, actualmente, un católico de fe firme. Ha sido presidente de la Asociación Cinematográfica Católica Húngara, es miembro de Signis (la Asociación Mundial de Comunicación Católica), habla inglés y alemán (estudió en Oxford y en Austria), además de su húngaro natal, y tiene titulaciones universitarias de filosofía, teología y cinematografía.
No siempre fue católico. Hubo un tiempo que estuvo muy alejado de la fe, investigando en la espiritualidad oriental, en el budismo, en filosofías herméticas o vitalistas... Era intelectual, se hacía preguntas, buscaba.
Hoy, como católico, no renuncia al conocimiento, la razón o el intelecto, pero considera que la fe es más fuerte y transformadora.
"No sé si Dios me ama, pero creo que Dios me ama. La fe es más fuerte que el saber. Yo antes pensaba que el saber era lo más importante, pero la fe es más importante", explica en un testimonio que graba en vídeo para el Congreso Internacional Eucarístico de Budapest.
"La fe puede mover montañas, acallar mares, levantar a los muertos", añade.
Una búsqueda espiritual: orientalismo, eclecticismo...
Explica cómo llegó a él la certeza de la fe.
"Yo estaba leyendo El Señor, de Romano Guardini. Estaba investigando sobre Jesús, después de un largo viaje [intelectual] sobre el budismo, las obras de Béla Hamvas, de todo..."
La mención a Béla Hamvas dice mucho de la amplitud investigadora de Lazar Kovacs.
Béla Hamvas (1897–1968) fue un filósofo y escritor inagotable, vitalista y ecléctico, interesado por tradiciones herméticas como las de René Guénon, el misticismo europeo y el pensamiento oriental.
Tenía una librería hasta que en 1948 el nuevo régimen comunista se la quitó y le prohibió publicar cualquier cosa. Pero no dejó de escribir y a veces de publicar anónimos.
Obrero eléctrico en esta nueva etapa, Béla Hamvas continuó traduciendo del sánscrito, hebreo, griego e investigar -siempre autodidacta- sobre cábala, zen y sufismo. Esas fueron las confusas aguas espirituales donde Lazar inició su investigación.
Un libro de Guardini para meditar sobre Jesús
Cuando Lazar decidió centrarse en explorar la figura de Jesús, acudió a un libro muy especial. El Señor, de Romano Guardini, lo escribió este sacerdote alemán (de familia italiana) a raíz de su experiencia con jóvenes católicos inquietos en las universidades alemanas de los años 20 del siglo XX.
Lo publicó en 1937. Consiste sobre todo en meditaciones sobre aspectos de la vida de Jesús. Se suele leer "en sorbos", en fragmentos, un capítulo al día, mientras se medita lo que dice.
Experiencia mística, solo en la biblioteca
"Yo estaba sentado, solo, en la Biblioteca Széchenyi, cuando de repente quedó claro que Dios estaba allí, conmigo", describe Lazar su experiencia mística, cuando tenía el libro en las manos.
"Él me escuchaba, Él no estaba muerto y yo no estaba solo. En esta soledad total y absoluta, Él se sentó en mi regazo. O hizo que yo me sentara en su regazo. Y estallé en lágrimas. Fue el momento más feliz de mi vida, supongo", explica este intelectual.
"Diría que Dios se hartó de mis extravíos, mis luchas, mi egoísmo, y decidió tirar de la manta, sacarme de esa cosa oscura y apestosa en la que estaba", añade.
"Creo que dos minutos de felicidad [con Dios] pueden dar luz a los años de oscuridad que tuve que sufrir, la que yo mismo me preparé, y a otros a mi alrededor".
Se abre este mundo... y el que vendrá
Tener fe no le cerró la mente ni la visión, sino al contrario. "Creo que nunca el mundo estuvo tan abierto para mí como ahora. Y espero que se abrirá y ampliará aún más cuando yo muera. No tengo miedo de morir", afirma.
Se queda un momento pensativo, y se emociona sin palabras, como pensando en las cosas hermosas que piensa encontrar o reencontrar en el Cielo.
Mientras tanto, en la tierra, se siente cuidado por Dios. "Él es mi Padre en el Cielo, sabe lo que necesito, me alimenta y me sostiene. Es bueno ser hijo de un Padre así. No podría pedir más. Su misericordia con nosotros es increíble", asegura.
Y finaliza con una exhortación: "Este es mi mensaje, seamos misericordiosos unos con otros y con Dios, incluso si Él parece estar escondido. Tenemos que darle la oportunidad de que esté presente en nuestras vidas".
Lázár cuenta su testimonio en húngaro, con subtítulos en inglés