La española más influyente de la Historia universal, sin duda, es la Reina Isabel. Sin ella, no habría América. Pero ¿y el español más influyente? Colón no cuenta, si consideramos que era genovés. Un candidato firme es San Ignacio de Loyola, que durante 5 siglos ha tocado la mente y el corazón de millones de personas a través de la Compañía de Jesús y los Ejercicios espirituales. 


Aún hoy 3 millones de alumnos se forman en centros educativos jesuitas, y la Compañía sigue siendo la más numerosa de las órdenes masculinas, con unos 20.000 padres jesuitas presentes en 120 países.

Además, en un mundo globalizado, que mira hacia, uno de cada 5 jesuitas viene de la India, y otro 28% adicional de otros países asiáticos. Además hay un 15% de jesuitas norteamericanos, y otro 15% de Latinoamérica...¡incluyendo el Papa Francisco!

El historiador e investigador del CSIC Enrique García Hernán acaba de publicar en Taurus una biografía sobre Ignacio de Loyola, un santo influyente que extiende su sombra sobre nuestra época, y más aún con un nuevo Papa jesuita.

"Cualquier jesuita, aunque venga de un país asiático muy exótico, ha de conocer a Ignacio. Puede que tenga un choque cultural, con su cultura española, pero le encajará su espiritualidad. Y su personalidad. Por ejemplo, Ignacio era un experto negociador, un mediador, y trató de dar ese estilo a la Compañía de Jesús. Él buscó mediar entre príncipes, también en matrimonios desavenidos... y dejó instrucciones llenas de finura y psicología enseñando a mediar. Curiosamente, esto no ha llegó a cristalizar como algo propio del carisma jesuita, pero sí como un modo de proceder del fundador", señala García Hernán.


La espiritualidad ignaciana va más allá de la Compañía de Jesús y puede dar muchos frutos nuevos. En Francia, por ejemplo, la comunidad carismática y ecuménica Chemin Neuf se declara "ignaciana". Y pueden aparecer otras realidades en el futuro, por ejemplo, femeninas.

"Es extraño que la espiritualidad ignaciana aún no haya cuajado en más iniciativas femeninas, porque él siempre se mantuvo cerca de las mujeres, y cosas que no promovía entre los varones sí las recomendaba a las mujeres. Por ejemplo, a ellas les animaba a entrar en órdenes religiosas, mientras que era más reacio a recomendárselo a hombres. También apreciaba al laicado. Él veía que simplemente con los Ejercicios y los sacramentos, con la vida normal, sin necesidad de jerarquía y control teológico, ya se podía vivir la Gracia de Dios, una vida interior".

García Hernán resume así lo que Ignacio proponía a las personas con inquietud espiritual: "Recomendaba la comunion y la confesión frecuente, y hacer de los Ejercicios vida, identificarte con Dios como creador, admitir que eres criatura y, con Jesús, llegar a la Resurreción"


¿Qué diría Ignacio al ver un jesuita Papa, cinco siglos después de crear la Compañía?

"Ignacio impedía que dieran cargos cardenalicios y episcopales a sus jesuitas. Pedía que rezaran para que no hicieran jesuitas obispos ni cardenales. Él mismo, al ser elegido general de la Compañía, se fue a un famoso convento franciscano, se confesó con un franciscano y le preguntó si podía ser general, y le pidió que lo pusiera por escrito. En el Papa Francisco hay imitacion de Ignacio en eso: este Papa se agarra a Francisco, el santo pobre, el que no tiene intereses..."

Pero el primer Papa jesuita podría haber sido un español: San Francisco de Borja. "El Emperador Carlos V quiso que lo hicieran cardenal tres veces, pero Francisco de Borja se escabapa de Roma para evitarlo. Los jesuitas valencianos daban por supuesto que sería cardenal y Papa".


García Hernán observa otras similitudes entre el Papa Francisco y San Ignacio.

"Ni Ignacio ni los jesuitas cantaban, ni siquiera en la liturgia. El rezar en coro cantando, tan común en monasterios y conventos, no lo hacían. Y el Papa Francisco, si nos fijamos, tampoco canta en misa. Quizá este Papa esté pensando en una cierta vuelta al barroco en el sentido que impulsaban en esa época San Camilo de Lelis, San Felipe Neri con su Oratorio, o San Juan de Ávila: todos trabajaban la idea de tener curas diocesanos pero muy formados, y asociados con alguna regla".


Por otra parte, los jesuitas muy pronto tuvieron una visión global de la Iglesia, mucho más allá de Europa. "A Ignacio le encantaba pasear por Roma al primer samurai que le envió San Francisco Javier desde Japón, un hombre que se formó como jesuita, al que puso a traducir cosas al japonés", recuerda García Hernán. Pero también el fundador de los jesuitas insistía en que le enviasen cartas muy detalladas de todo lo que veían en esos países lejanos, con descripciones botánicas, geográficas, etnológicas... una auténtica ventana al mundo.


Por último, los jesuitas entroncan con la iglesia de los mártires, que es también una iglesia del siglo XX y XXI.

Pese a que la Segunda República les expulsó de España, más de cien fueron asesinados en España durante la persecución de 1936 a 1939. "Ya en 1931, Ramón Franco dirigió el ataque a la iglesia de la calle La Flor de Madrid, en el que se quemó el cuerpo de San Francisco de Borja y cien mil libros de su biblioteca, que era la segunda más importante de España. Había jesuitas que vivían escondidos en comunidades en la España republicana, pero también hoy, en pleno siglo XXI, hay jesuitas escondidos en China".

Un enigma para el que García Hernán no tiene respuesta es este: ¿cómo es que los jesuitas, con colegios en países islámicos y comunistas, no tienen colegios en Rusia? En Rusia viven hoy al menos 40 jesuitas, y sin embargo no tienen colegios allí. "Es sin duda algo peculiar, porque Rusia tiene lazos particulares con la Compañía; es un país que les acogió y hasta les salvó cuando eran expulsados de países católicos en el s.XVIII", señala.

¿Cambiará Francisco el extraño tabú que impide a los católicos abrir colegios en Rusia?