Durante la tarde de este sábado 7 de diciembre, cinco años después del incendio que conmocionó al mundo, la icónica catedral de Notre Dame reabre sus puertas al público. El evento acaparará la atención de todo el globo, habiendo confirmado su asistencia al menos 35 jefes de Estado y de Gobierno.
Personalidades como Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos, Jill Biden, la primera dama saliente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente italiano Sergio Mattarella; los reyes belgas Felipe y Matilde o el canciller alemán, Olaf Scholz, son solo algunos de ellos. No estarán Felipe y Leticia, que han declinado la invitación, así como el Papa Francisco -horas antes del evento se encontrará presidiendo su décimo consistorio-, estando representado por el arzobispo de París, Laurent Ulrich. Él será quien presida la parte más espiritual y religiosa de la ceremonia, partida en dos por la consagrada laicidad francesa, siendo Emmanuel Macron el responsable de inaugurar el evento en el exterior del templo, centrándose en las implicaciones patrimoniales, culturales y políticas.
La rehabilitación de Notre Dame, aún activa, ha precisado por el momento de 5 años, 250 empresas y más de 2000 trabajadores con un resultado del que todavía no se conocen todos los detalles, pero cuyas filtraciones ya han despertado admiración, rechazo y polémica a partes iguales.
"Una aventura increíble"
Uno de los protagonistas de la rehabilitación de la catedral gótica es Damián Pinardo, carpintero, que asegura que su paso por Notre Dame no solo ha sido una "aventura increíble", sino que el resultado destaca por su fidelidad a la estructura precedente.
Tal y como ha declarado a Herrera en COPE en el marco de la inauguración, su trabajo se ha centrado en la parte de la reconstrucción del coro y del ábside de la catedral y ha estado dividido en dos partes, "una donde era un mundo de carpinteros puro y aquí en París, encontrarse con 700-800 personas todos los días ha sido una aventura absolutamente increíble".
Primero, explicó, "un año en taller donde labramos todos los troncos del árbol, lo transformamos en maderos listos para ser utilizados para el siguiente equipo, para hacer los ensamblajes y todas las estructuras triangulares que conforman la cubierta". Concluida esta primera fase, el carpintero se trasladó del taller a París. Allí tuvieron que remontar la estructura tras un primer montaje de control para revisar "que todo funcionase y también que varios componentes se vayan secando en su forma final".
Cuenta que los trabajos han intentado ser lo más fidedignos posibles a los elementos previos al incendio.
"Hubo varios equipos que se pasaron meses eligiendo árbol por árbol". Ha explicado que había un estudio "bastante exhaustivo de toda la carpintería, entonces teníamos los planos, los dibujos, las secciones de todo lo que teníamos que reconstruir y las varias formas, porque cada madero seguía un poco la forma del árbol, así que hubo que buscar todos esos árboles con una forma particular, así que ha sido una labor bastante impresionante", celebra el carpintero.
Un trabajo que se encontraría marcado por la "responsabilidad de respetar" no solo el oficio del obraje de hace 800 años, sino también a los siguientes compañeros que en el futuro trabajasen con esa carpintería.
Actualmente el carpintero considera "un lujo" la posibilidad de haber participado en la rehabilitación de Notre Dame y en toda la estructura que considera "espectacular". Cuando llegó, expresó, "venimos de la nada y de repente hay una cubierta en pocas semanas. Toda esta estructura es bastante espectacular".