Quizá en el futuro se cuente la historia de cómo el mismísimo San Francisco de Asís, el poverello, estuvo rezando, descalzo, bastón, de rodillas, varios días bajo la lluvia, milagrosamente visible el 12 y 13 de marzo de 2013 en la Plaza de San Pedro, y cómo después un Papa hispanoamericano salió al balcón con el nombre, insólito, de Francisco.
Cuando se cuente esto, muchos historiadores lo desdeñarán como leyendas piadosas, "típicas de inicios del siglo XXI". Es evidente que los santos medievales no se aparecen en los Cónclaves. Y si alguien muestra fotos, quizá se desechen con "montajes".
Pero la realidad es que sí había un hombre vestido como Francisco, descalzo como Francisco, humilde y paciente bajo la lluvia como Francisco, estos días en la Plaza de san Pedro.
Y muchos periodistas le fotografiaron: las fotos que le sacó France Press llegaron a las redacciones de los periódicos. Y algunos periodistas hablaron con él.
Se llama Massimo Coppo, es italiano, tiene 64 años. Vestía un hábito franciscano de yute, llevaba bastón, un bolso al hombro, y en la Plaza de San Pedro rezaba descalzo y de rodillas bajo la lluvia y el frío.
Explicó a los periodistas que quería "un nuevo pontífice para los pobres y que se acerque a ellos, que hable de la eternidad, del infierno y del retorno de Cristo".
Massimo no es San Francisco, pero sin duda San Francisco puede estar satisfecho de haber sido bien representado.
La Iglesia tiene miles de santos. Y en San Pedro rezaban miles de personas, religiosas de cientos de carismas distintos, devotos de innumerables fundadores y
Pero Massimo hacía que Francisco fuera el más visible. Y el nuevo Papa no se llama Domingo, ni Agustín ni Vicente ni Camilo. Y sin duda los dominicos, agustinos, vicencianos y camilos rezaron por el Papa estos días. Pero a quien se vio en la Plaza con una imagen profética fue a Francisco.
Y Francisco fue Papa. Y el Papa es Francisco.