“Desde muy pronto descubrí que amar a los demás, tal y como nos pide el Señor, es vivir interesado por ellos, olvidándote de tus egoísmos, con ternura”. Esta frase define a la perfección la labor que desde hace décadas lleva realizando el padre jesuita Javier Repullés a favor de los más necesitados de Madrid.
“No sólo de pan vive el hombre”
Aumento de los “vergonzantes”
En un reportaje, Repullés explicaba que “repartimos los carros de manera que no haya cola. Les damos una hora y un día determinado de cada mes, para que no tengan que cruzarse con nadie y, de ese modo, no se avergüencen de lo que están haciendo por necesidad. Aquí van viniendo personas de todo tipo, pero últimamente se ve con más frecuencia a gente arreglada, que de repente necesita ayuda y a la que le cuesta aparecer en una foto”.
Como quien no quiere la cosa y mientras el número de personas a atender crecía y crecía, surgió en 2011 la Fundación Pan y Peces, que pretende optimizar esta ayuda. Con el Evangelio como base y con el lema “ama a tu prójimo como a ti mismo” su labor sigue aumentando. En una entrevista a Vida Nueva aseguraba el padre que el fin es mantener esta labor.
Enseñar que “la Eucaristía es viva”
Sin embargo, deja muy claro que “no sólo de pan vive el hombre” por lo que Pan y Peces también tiene como misión vital el ser un instrumento para ayudar al otro en sus necesidades espirituales y a escuchar a aquel que lo necesite.
“No sólo de pan vive el hombre”
Junto a las Misioneras del Santísimo Sacramento de María Inmaculada ayuda cada a día a más gente a poder cubrir sus necesidades más básicas y también para abrirles un “cachito de cielo”, curiosamente como es conocida la capilla en la que están las hermanas en pleno barrio de Chueca de Madrid.
Pues como dice el propio Repullés utilizando las palabras del Evangelio, “no sólo de pan vive el hombre”, por lo que su labor va más allá de dar de comer y se centra también en la escucha y en la recogida, aunque sea una a una, de las ovejas perdidas.
Pues como dice el propio Repullés utilizando las palabras del Evangelio, “no sólo de pan vive el hombre”, por lo que su labor va más allá de dar de comer y se centra también en la escucha y en la recogida, aunque sea una a una, de las ovejas perdidas.
Pronto se vio impresionado por esta realidad y tras ligarse a la Compañía de Jesús, con tan sólo 17 años decidió irse a vivir a una de las barriadas más pobres de Madrid y durante años vivió la fe con las miles de personas con las que se encontró. Fue así como a poco a poco va tomando forma la historia que llegaría después.
Su iniciativa junto a las religiosas
Su iniciativa junto a las religiosas
Años más tarde, se encontró con la hermana Corazón, religiosa del convento del Santísimo Sacramento y María Inmaculada y fue aquí donde nació el germen de la atención a los necesitados que tanto ha crecido desde entonces. Hace más de 25 años desde que daban el desayuno a algunos indigentes. Ahora son cientos de personas, de distinto tipo y condición, las que reciben esta ayuda material y espiritual.
Comida a más de 1.300 familias
De los diez a doce pobres de la calle se fue pasando, según cuenta Repullés, “a más y ahora mismo damos comida a 1.300 familias, las que cada mes llenamos el carrito de la compra y, cada día damos un café con leche y un bocadillo a todo el que viene pidiendo”. Actualmente, unas 400 personas pasan todos los días por “cachito de cielo”.
Y a pesara del número ingente de personas que les llega la providencia actúa. “Una pastelería conocida nos manda pasteles, un restaurante cocido, y así varios sitios”. Además, reciben donaciones e incluso personajes importantes como Esperanza Aguirre o el extinto grupo musical “El Canto del Loco” no han dudado en colaborar cuando se les ha pedido.
“Siempre tuve claro que Jesucristo lo que quiere de nosotros y en concreto de mí es ese amor a los más pobres sean del tipo que sean”, asegura este jesuita madrileño.
“Siempre tuve claro que Jesucristo lo que quiere de nosotros y en concreto de mí es ese amor a los más pobres sean del tipo que sean”, asegura este jesuita madrileño.
Aumento de los “vergonzantes”
La idea de llenar el carrito y no dar comidas in situ se le ocurrió al padre Repullés y a las hermanas tras observar el aumento considerable de los llamados “vergonzantes”. Son aquellas personas que “no se sienten capaces de que los demás sepan que piden ayuda”. Y es que en muchas ocasiones lo más complicado de pedir ayuda es precisamente pedirla.
En un reportaje, Repullés explicaba que “repartimos los carros de manera que no haya cola. Les damos una hora y un día determinado de cada mes, para que no tengan que cruzarse con nadie y, de ese modo, no se avergüencen de lo que están haciendo por necesidad. Aquí van viniendo personas de todo tipo, pero últimamente se ve con más frecuencia a gente arreglada, que de repente necesita ayuda y a la que le cuesta aparecer en una foto”.
Fundación Pan y Peces
El motivo de actuar así no es improvisado puesto que este sacerdote comprobó que en los comedores suelen formarse algunos follones y por ello es complicado que allí puedan acudir niños o personas mayores. Para él, así es más práctico para que las familias lo distribuyan y cocinen como vean oportuno. “Esto es más digno”.
Como quien no quiere la cosa y mientras el número de personas a atender crecía y crecía, surgió en 2011 la Fundación Pan y Peces, que pretende optimizar esta ayuda. Con el Evangelio como base y con el lema “ama a tu prójimo como a ti mismo” su labor sigue aumentando. En una entrevista a Vida Nueva aseguraba el padre que el fin es mantener esta labor.
Enseñar que “la Eucaristía es viva”
“Jesús está de forma preferente en los pobres y nos pide que nos dediquemos a ellos, a través de lo más material, como puede ser algo tan elemental como el carro de la compra. Dios se ha encarnado en los hombres y nos pide que amemos a nuestros hermanos.
La Fundación es el testimonio de la lucha porque la fraternidad sea lo fundamental en la vida, porque todos somos hijos de un mismo Padre. En la actual coyuntura económica, esta labor es más necesaria que nunca”.
La Fundación es el testimonio de la lucha porque la fraternidad sea lo fundamental en la vida, porque todos somos hijos de un mismo Padre. En la actual coyuntura económica, esta labor es más necesaria que nunca”.
Sin embargo, deja muy claro que “no sólo de pan vive el hombre” por lo que Pan y Peces también tiene como misión vital el ser un instrumento para ayudar al otro en sus necesidades espirituales y a escuchar a aquel que lo necesite.
Pero a pesar de todo lo que pueda parecer, el padre Repullés no realiza una mera labor asistencial puesto que la Eucaristía pasa a ser el centro de todo. De hecho, sus misas han pasado de tener a escasas personas a llenar el templo y con gran cantidad de jóvenes.
“Esa gente que dice ‘yo creo en Dios pero no en la Iglesia’, ésa es la gente tras la que yo voy”. ¿Su secreto? “Enseñarles que la Eucaristía es viva, yo digo cosas que interesan, durante la homilía voy mirando a la gente, pregunto, es un ambiente especial y gente que no comulgaba desde hace veinte años empieza a comulgar”.
“Esa gente que dice ‘yo creo en Dios pero no en la Iglesia’, ésa es la gente tras la que yo voy”. ¿Su secreto? “Enseñarles que la Eucaristía es viva, yo digo cosas que interesan, durante la homilía voy mirando a la gente, pregunto, es un ambiente especial y gente que no comulgaba desde hace veinte años empieza a comulgar”.