Queda poco más de un día para que un simple centro de ocio y espectáculos, el Palacio Vistalegre de Madrid, se convierta en un macroespacio de oración abarrotado por cerca de 8.000 jóvenes. Hakuna presentará su nuevo disco, Qaos, en lo que será un espectáculo insólito que tiene lugar exactamente un año después desde que presentasen Sencillamente. La experiencia, aún en pandemia, fue un éxito y este sábado promete repetirse.
Pero Hakuna es mucho más que música. De hecho esta es solo un medio para transmitir el carisma que impregna este movimiento surgido en la JMJ de 2013 y que consiste en "vivir con el gozo y la alegría de ser cristiano". Quien lo dice es su fundador, el sacerdote José Pedro Manglano, que ha atendido a José María Sánchez Galera del diario El Debate para tratar los orígenes y contenido de este movimiento que está revolucionando la fe de miles de jóvenes.
Un aspecto curioso de este movimiento es que, según explica su fundador, existía antes de nacer. Comenzó a gestarse cuando recibió el encargo de la pastoral de jóvenes en la parroquia de San Josémaria, en Madrid, y decidió llevarles a la JMJ de 2013 en Rio de Janeiro.
"Acabamos yendo 97 universitarios. De alguna manera Hakuna estaba allí sin desarrollar y luego ha ido tomando forma y palabras, pero lo que vivimos ahí es exactamente, en esencia, lo que estamos viviendo, que era un grupo que queríamos seguir a Cristo", recuerda.
Santidad, libertad, servicio y belleza
Destaca especialmente "el clima de libertad y respeto" que impregnó desde el primer momento el quehacer de un incipiente Hakuna: "Todos los días empezamos haciendo una oración, una Hora Santa y la Eucaristía, la celebrábamos cada día y asistían los que querían. Teníamos unas sesiones que ahora llamamos revolcaderos pero que ya estaban ahí".
Otro aspecto que marcó el nacimiento de Hakuna fue la "vida de servicio", ya que en la misma JMJ todo surgía "de una manera espontánea" y "no había nada obligado".
"Cada uno iba deseando servir, era el descubrimiento del servicio como un honor o como privilegio. No había turnos que cumplir de manera obligada o un reparto. Fregaba o hacía la comida el que quería, con cierta organización", recuerda.
El sacerdote, que fue miembro del Opus Dei hasta su salida en junio de 2020 para dedicarse por entero a Hakuna, explica que este movimiento se encuadra "dentro de la familia y la espiritualidad" surgida del Concilio Vaticano II "y que el Opus Dei expresa: la santidad en la relación con el mundo".
Hakuna, durante la presentación de su disco "Sencillamente".
"Todo lo que hemos vivido en Hakuna ha sido en la inconsciencia, no se ha sido consciente de lo que ocurría sino que ha sido algo vivido. Luego tratas de reconocer lo vivido y de ponerle palabras", explica.
Tanto es así que no se plantearon unos "rasgos concretos" del nuevo movimiento, sino que fue "la vida misma" la que fue dando forma a la espiritualidad que hoy transmite Hakuna a miles de jóvenes, "la santidad en el mundo, de lo ordinario, de la belleza, de lo de lo pequeño, de la sencillez".
Una jerga y carisma propios: de los "pringados" a los "compartiriados"
Otro de los rasgos inconfundibles de Hakuna es su "jerga" propia, habiendo pringados -los miembros-; compartiriados -como un voluntariado, pero con el matiz de que quien lo hace no da, sino que comparte- o revolcaderos, semejantes a charlas de formación. En esta jerga es conocido el libro escrito por el propio Manglano, Santos de Mierda, polémico por su título pero con un profundo sentido.
"Es un libro a cuyo título le di muchas vueltas, pero ninguno era capaz de recoger lo que yo quería transmitir. La materia en su estado más degradado. Y el Espíritu de Dios, que es lo más santo, lo más inmaterial. Esas dos realidades se funden; es en lo que creemos los cristianos. Jesucristo resucita y baja a los infiernos. Adonde está el pecado, Él baja a liberar con la fuerza, con la energía del amor del Padre", explica.
Esto es solo un ejemplo de cómo Hakuna no se debe a nadie salvo a "la convicción de que Dios es vida, vida amorosa" y de que "todo tiene que estar al servicio de la persona": como afirma el mismo Manglano, "no buscamos la provocación, pero no nos importa provocar".
Pasados casi diez años de su origen "no oficial", el carisma de Hakuna se ha ido configurando y Manglano afirma que "vivir con el gozo y la alegría de ser cristianos" es la raíz de la espiritualidad de este movimiento.
Y es que, aunque "no hay cristianismo sin cruz" y esta "está presente en Hakuna", sus miembros optan por poner el acento "en la alegría de la Resurrección" y "en la vida como una fiesta".
"Como me decía un sacerdote, el gozo de vivir dentro del abrazo del Dios vivo. La fuerza de la resurrección. Indudablemente, la cruz está presente. No hay cristianismo sin cruz y sin Cristo. Pero es la Casa del Padre donde vivimos dentro del abrazo de Dios, donde Cristo ya ha resucitado, y el Cielo empieza aquí. El cielo empezó aquí"; concluye.
Puedes leer aquí la entrevista completa de El Debate a José Pedro Manglano.