“¿Por qué a mí?", se preguntó Carolina. Recuerda las palabras del doctor que le atendía que fríamente le dijo que “no volvería a caminar”, que su pierna no se podría recuperar.
“Fue un momento muy duro en mi vida, realmente no creía lo que estaba viviendo. A la semana después del accidente me practicaron una cirugía. En esa cirugía me pusieron nueve tornillos, una placa, esto para saber si en un futuro podía volver a caminar”, agrega Carolina.
La depresión apareció de inmediato. Carolina, una mujer joven y alegre, de buen trato, profesional publicitaria, que disfrutaba de la vida, se veía ahora limitadísima y desanimada.
Se quedó sin empleo. “Yo quería ayudar económicamente a mi familia, pero al verme con bastón y muletas se me cerraban las puertas”. Sí contaba con el sostén de sus padres, incondicional. “Siempre estuvieron conmigo”, señala.
Entre tanto vacío y preguntas sin respuestas encontró soporte espiritual en su grupo de oración. En la Biblia encontraba mensajes que incrementaban sus ánimos.
Además, al poco de ponerse a orar en serio, Carolina afirma que "el Señor mandó un ángel, mi tía Lícida García, que un día llegó a mi casa y me dijo: “yo te quiero ayudar”.
Después de dos largos años con complicaciones en su pierna, regresó nuevamente a ser evaluada por un médico. “Mi tía me llevó al hospital. El doctor dijo que necesitaba otras cirugías”. Pese a las nuevas operaciones, la rodilla seguía desviada.
“Emocionalmente no me sentía bien, yo sentía que todas las personas me miraban y me rechazaban, pero por la Gracia de Dios pude caminar nuevamente”.
Todo cambió a raíz de una experiencia muy especial que Carolina vivió en la cama del hospital, después de una de las cirugías.
Despertó desesperada, porque temía a volver a vivir lo del pasado: horas en cama y dolorosos procesos de recuperación.
“Abrí mis ojos y vi una Mujer blanca con sus mejillas rosaditas, que me quedó mirando fijamente y me dijo: hija, no te preocupes, de ahora en adelante deja todo en mis manos. Esa mujer era la Virgen María, que siempre estuvo a mi lado”, asegura Carolina al Semanario Fides.
Después de ese encuentro, recuerda que se durmió nuevamente. “Vi a Jesús en mis sueños. Él me tendió la mano y me levantó. Y desde ese día mi vida ha cambiado y todo el pasado lo he borrado.”
Desde ese día, tras esas visiones, Carolina volvió a sonreir y le volvieron las ganas de vivir.
Un tiempo después encontró trabajo y su familia está feliz de verla recuperada.
“Quiero decir a las personas que cuando se pasan por momentos duros en donde se ve todo cuesta arriba, que uno siempre llegará a la cima con la fe puesta en Dios", propone Carolina.
"A mí me dijeron que no volvería a caminar y gracias a Dios aquí estoy, sirviéndole a él. Les digo que confíen en Dios, que lo amen, que lo alaben. Y que confíen en mamita María que siempre intercede por nosotros”.