Arantza Quiroga es una de las políticas al alza en España. Expresidenta del Parlamento Vasco ahora es la portavoz del PP en la Cámara Vasca. Es representante de la cada vez más pequeña ala católica del partido y no ha dudado en entrar en polémicas en varias ocasiones al hablar de su negativa al preservativo y al aborto.


Ahora es también noticia al estar embarazada de su quinto hijo. Todo ello, mientras se ha convertido en un ejemplo para muchas mujeres trabajadoras, que tienen en quien reflejarse sin necesidad de tener que hacerlo en el modelo del feminismo radical.  No hace mucho le preguntaban: ¿Le gustaría tener más hijos? “Me encantaría” y añadía “estoy abierta a la vida y si Dios quiere, pues estupendo”. Su deseo se ha cumplido y tras cuatro varones ahora lo está de otro.


Esta mujer, natural de Irún, es muy cercana al Opus Dei, en cuyos colegios estudió y en los que ahora estudian todos sus hijos. "No soy miembro jurídico del Opus Dei. Pero me gusta cómo forman a las personas. Defienden que hay que santificar la vida a través del trabajo".

Ella no se avergüenza de su fe, más bien al contrario, puesto que su valentía en la política en la que empezó como concejal con 21 años y como diputada a los 25 en una etapa en la que ETA mataba frecuentemente a sus compañeros le ha forjado un carácter sin complejos en el que no le importa nadar contracorriente.


Por ello, ha sido duramente criticada por defender el concepto familia y por proponer normativas que ayuden a las embarazadas con problemas para que la única salida no sea abortar.

Sus oposición frontal al aborto le ha provocado grandes quebraderos de cabeza aunque el momento que más revuelo causó en los medios de comunicación fue cuando salió en defensa de Benedicto XVI tras la estéril polémica del preservativo en África. En ese momento, llenó titulares al asegurar sin complejos que “estoy de acuerdo con el Papa, el preservativo no es la solución. Falta formación, yo a mis hijos les explicaré qué es el acto sexual y qué significado tiene". Preguntada sobre si le parecería mal que lo usasen otras personas, respondió que "yo nunca usaría el preservativo".

Pese a la cascada de críticas que recibió por esto siguió defendiendo sus creencias, aunque reconoce que lo pasó mal debido a las críticas de partidos, prensa e incluso en el seno de su partido.


No tiene problemas tampoco en hablar de la sexualidad y  de la responsabilidad de los padres. En una entrevista aseguraba lo siguiente: “hay una juventud que preocupa, por acción u omisión de las familias, quizá por un erróneo deseo de querer educar en total libertad. Pero cuando tienes niños te das cuenta de que tienes que poner límites. En lo sexual ya no cabe decir que falta información. Sin embargo, se disparan los embarazos no deseados y los abortos. Se explica el sexo como una clase de anatomía, sin reparar en las consecuencias. Lejos de eso, se le dice a una niña: no te preocupes si te acuestas con cualquiera, porque por el módico precio de 20 euros te damos la píldora del día después sin tener que dar explicaciones. Y tampoco se habla de las consecuencias psicológicas para toda la vida de una menor que tiene que abortar a los 16 años”.

Por ello, se convirtió en una de las más férreas opositoras al aborto y una defensora de la vida.  Fue una de las firmantes de  la plataforma “Mujeres contra el aborto”. En un artículo de opinión en El País ponía los puntos sobre las íes en este asunto. “Permitir la realización de cien o mil nuevos proyectos de vida es siempre preferible a arrepentirnos de truncar ilegítimamente uno solo de ellos”, afirmaba. Además, esta joven política vasca afirmaba que “desde el momento en que  hablamos de vidas humanas, no hay relativismos”, “ni se trata tampoco de la innegable libertad de la mujer sobre su propio cuerpo, sino de la obligación que tenemos todos de proteger la vida de un individuo”. Por ello, se preguntaba si ¿es acaso esa vida menos digna por encontrarse en un periodo más temprano de desarrollo?”.

Su familia es lo más importante. Su marido, que fue su novio de toda su vida, así como sus hijos son los pilares de su vida. Sin embargo, al ser objetivo potencial de ETA y llevar con escolta desde hace tantos años no le permite hacer una vida plenamente normal. Pero eso no quita para que los domingos vayan todos juntos a la Eucaristía antes de hacer cualquier tipo de actividad.

Pese a la relevancia de su trabajo, tiene clara sus prioridades. Primero la familia y luego el trabajo. “Hay veces en las que hay que saber cerrar la persiana en el trabajo y decir que no se puede. Hay que saber que la prioridad es la familia porque el día que deje” la política “mi familia va a seguir estando ahí y lo que no puedo sentir es que ha pasado un ‘obús’ por encima de la familia, debido al cargo que ostento”.

Por ello, la transmisión de la fe a los hijos es parte fundamental. Sus hijos y ella misma acudió a un club del Opus y cree que es muy positivo. “Sabemos (como padres) que su futuro depende también del estudio y la preparación, pero somos conscientes de que hay algo más importante que tenemos que tratar de dejarles: ese poso que va a determinar que sean felices o no a lo largo de su vida. Y yo tengo que confesar que eso es lo que realmente me quita el sueño”.