La situación "complicada" en la que fue concebido auguraba un mal futuro para Rafa Lozano incluso en aquel 1969 en que ni se soñaba en que el aborto pudiese ser legal. Su padre, un hombre "sin formación y sin fe" a quien no llegó a conocer -sí, pasados los años, a uno de sus hermanastros-, incitó a su madre a que eliminase a su hijo: "Pero ella sí tenía fe y tuvo la suerte de tener cerca un sacerdote, quien le explicó que ese hijo que esperaba un día daría sentido a su vida. Tuvo la valentía de seguir adelante contra corriente (cambiar de lugar, dejar el trabajo) y apostar todo a una carta". "A esta carta", completa señalándose a sí mismo.
Lozano hizo esta personalísima confesión a Gonzalo Altozano este sábado en No es bueno que Dios esté solo (Intereconomía TV), antes de contarle cómo por medio de una carta del banco, años después, intentó localizar a su padre, de quien sólo guarda vagos recuerdos.
Superado ese capítulo de su vida, a Rafa le fue muy bien en los negocios en su Canarias natal, pero cuando empezó a descubrir cuáles eran "los planes de Dios" para él fue "a base de ir perdiendo cosas materiales", como la ruina de sus empresas, que le forzaron a un traslado a Madrid "con una mano delante y otra detrás". Es en esas circunstancias cuando te das cuenta de que "Dios llama a tu puerta y te dice que el mayor tesoro lo tienes en casa, que eres rico", añade en alusión a su familia.
Lozano, casado, padre de seis hijos "y tres en el cielo", es un activo militante profamilia y provida, vinculado, entre otros, al Foro de la Familia o a Red Madre. Durante la entrevista explica el papel que tuvo en la radicalidad de su compromiso cristiano su visita a Medjugorje. "Nunca fui un fan de las apariciones y me sonaba antipático", aclara. Pero ver la transformación que experimentó un amigo suyo que había ido allí "hundido" para regresar "totalmente transformado" le sugirió ir a la localidad bosnia al cabo de unos meses, en 2006.
"No es que se aparezca la Virgen, es que está allí", dice. Él también volvió cambiado: "Mi vida era la de un cristiano mediocre, que lo tenía todo porque tenía una buena formación, hacía obras de misericordia, una familia numerosa... Me creía supermán. Pero al llegar a Medjugorje me di cuenta de que no me había enterado de nada, de que no se trataba de hacer cosas, se trataba de ser, de reconocerte como hijo de Dios". Tuvo un "encuentro personal con Cristo" que no se atreve a describir más que someramente: "Fue un momento en el que me puse a tiro y él vino a mí, me llené de Él. Es tener la certeza de que Cristo está vivo, de que está en ti, de que te ama".
A Rafa Lozano la crisis económica le ha golpeado duramente, como a miles de españoles, pero ve un aspecto positivo: "Te vas quitando de muchas cosas, y al final descubres que es en la familia donde está la mejor garantía para ser feliz teniendo cuatro cosas. Mucha gente está redescubriendo su matrimonio gracias a la crisis, o redescubriendo a sus padres que le ofrecen volver a casa".
En cuanto a su matrimonio, la historia es curiosa. Cuando conoció a su mujer en el bar de la facultad se enamoró a primera vista, pero enseguida descubrieron que les separaba un abismo: "Lola lucía un pin con la cara de Lenin, era abortista, llevaba pegatinas batasunas...". Decidieron, pese a todo, probar. Y entonces "ella descubrió algo en los amigos con los que yo me movía, buenos cristianos: la alegría. Y ella dijo: yo quiero eso. Fue una conversión maravillosa, producto del tesón y de amor del bueno".
Desde entonces Lola y él han dado multitud de conferencias sobre el matrimonio desde la perspectiva de la teología del cuerpo y la antropología de Juan Pablo II, según la cual "el hombre tiene una naturaleza y experimenta una llamada al amor", algo que quienes fomentaban, por ejemplo, Educación para la Ciudadanía, querían sustituir "por el utilitarismo, que te deja vacío".
¿Y por qué quienes atacan a la Iglesia atacan también a la familia?, le pregunta Altozano. Porque "la familia es un reflejo del amor trinitario y donde la fe vive, se transmite, crece y contagia a toda la sociedad es en la familia. Qué mejor que destruir la familia que convertirla en lo que no es, llegando al corazón de las personas, para destruir al enemigo", responde Lozano: "Y quién está detrás lo tenemos claro", añade en alusión al demonio porque "existe, es el padre de la mentira y confunde a las personas que, queriendo hacer un bien, llevan las cosas por donde no deberían ir".