Fue monaguillo durante bastantes años y su afición al teatro nació de la contemplación -o práctica, como en la incensación- de los rituales a los que ayudaba: con estas confesiones arrancó Albert Boadella, ex director de Els Joglars y actual director artístico de los madrileños Teatros del Canal, la entrevista que concedió este sábado a Gonzalo Altozano en No es bueno que Dios esté solo (Intereconomía TV).
"Desde niño me acostumbré a rezar cada noche un padrenuestro en latín y no lo he abandonado", añadió. Y lo de "en latín" no es casual: "Cuando vi la evolución de los rituales de la Iglesia en los años 70, yo me escandalizaba y tuve necesidad de satirizar y parodiar, sobre todo, la forma, que se había querido entroncar con ciertas formas político-sociales".
Entre las declaraciones de intenciones con las que arrancó el programa, una muy significativa ante la pregunta directa de Altozano sobre si marca la casilla de la X, a saber, un sí implícito: "A mí no se me ocurre ponerla en las ONG y estas cosas. Sin menospreciarlas, la Iglesia es mucho más seria. Cáritas se ha demostrado muy sólida. Yo, ante las religiones laicas, estoy con la única y verdadera, como se decía", responde Boadella, riendo.
"Las religiones laicas me dan pavor", añadió: "Son muy peligrosas. Las conocimos con una ferocidad increíble, como fueron el nazismo y el comunismo. Y las religiones progres, como el medio ambiente, se toman como una militancia religiosa. Me parece peligroso porque son una inducción al fanatismo".
Sobre aquello que más le concierne como artista, y antes de una expresiva defensa del "sentimiento y el deseo de lo trascendente" que late en la Semana Santa de Sevilla e "induce a la fe", Boadella expresó un pensamiento muy próximo al de Benedicto XVI sobre la evangelización a través de la belleza: "La Iglesia tiene que acudir al arte, porque el arte ha sido una forma de transmisión de lo intangible. De la Capilla Sixtina a las misas de Palestrina o Juan Sebastián Bach, el arte induce a la sensibilidad de la trascendencia mucho más que el discurso objetivo, científico, teológico. La prueba es que la Iglesia ha utilizado el arte en sus mejores momentos como forma de transmisión. La desaparición de los aspectos más bellos y sensoriales del ritual de transmisión es un batacazo muy duro a eso que se llama la fe y que es algo difícil de captar y de percibir pero que tiene que ver con algo tan poético y extraordinario como la misa que yo había vivido. Con algo muy importante, que era el latín. La desaparición de todo eso me parece enormemente grave".
Y dijo algo más, al lamentar elementos como los arreglos de Miquel Barceló a la catedral de Palma de Mallorca: "El complejo de la modernidad, que lo ha invadido todo, también la Iglesia, es un camino a la frivolidad. Y eso, una Iglesia que ha tenido a su servicio a Miguel Ángel y a Rafael, y a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino trabajando para ella, no lo puede hacer".
Lo mismo respecto a las vestiduras eclesiásticas: "El feligrés está esperando que la relación no sea de tú a tú, que el representante de los misterios divinos se revista de una representación digna e importante".
Boadella contó que hace dos años estuvo con su mujer en una misa tradicional en la abadía de San Miniato al Monte, en Florencia, y salieron "trastornados" precisamente al ver esos ritos del latín, el incienso y el hisopo: "Era una inducción a sentir ciertas cosas". También en la abadía flamenca de Mont des Cats, donde convivió un tiempo con los monjes y palpó el "extraordinario gozo" de la austeridad y el silencio.
Siempre provocador, a la pregunta de qué tal le caen los católicos no practicantes, Boadella fue tajante: "No me gustan... si se llaman católicos. Si uno dice que es católico, tiene que cumplir, incluso a veces cosas que no le gusten. Creo que son unos aprovechados que quieren imbuirse del prestigio de decir ´soy católico´, para después manipular lo que les parece".
Boadella, barcelonés de 69 años, casado desde hace 37 con Dolors, confiesa que nunca le ha preguntado a su mujer si ella cree en Dios: "Por un gran pudor de no hablar de estas cosas. Me parecía como una agresión a su intimidad. Yo pienso que sí, pero no quiero ponerla en este aprieto. Eso me sucedió con mi propia madre".
¿Y él mismo? ¿Cree en Dios? "Creer para mí es difícil. Tengo la sensación de que todo está movido por una enorme Inteligencia, en el sentido más alto del término. El hecho de que todos los hombres en todas las civilizaciones hayan tenido el impulso de creer en Dios ya podría ser un indicio de que ese Ser existe, de que lo llevamos dentro. Pero cuando digo ´Ser´ no sé muy bien a qué me estoy refiriendo. Me cuesta más creer en la Revelación historiada, en el sentido de que Jesucristo es el Hijo de Dios: me cuesta más creerlo, a pesar de que lo practico en el sentido de que rezo mi padrenuestro, y cuando veo a la Virgen de la Macarena o del Baratillo tengo emociones de que debe ser la Virgen. Las sensaciones que yo he tenido con el arte, esa sensación de lo intangible, es lo que más me ha llevado a pensar que hay un mundo que desconozco".
La conversación finaliza con la inopinada petición de Altozano de rezar ese padrenuestro en latín que había salido dos veces en la entrevista. Boadella demostró, cumpliéndola, que no iba de farol.
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