A lo largo del año 2018 fueron asesinados en todo el mundo 40 misioneros, casi el doble que el año pasado, cuando fueron 23. La mayor parte de ellos, 35, eran sacerdotes, por cuatro laicos y un seminarista. De estos 40 asesinatos, 21 (un 52%) se produjeron en África (19 sacerdotes) y 15 en América (12 sacerdotes), lo cual significa que el 90% de las muertes se han producido en ambos continentes.
En este sentido se da una inversión significativa, que señala la Agencia Fides al ofrecer los datos, y es que en los últimos años había sido América el continente con mayor número de crímenes con víctimas mortales.
La lista incluye a todos los bautizados comprometidos en la vida de la Iglesia que son asesinados de forma violenta, no necesariamente “por odio a la fe”, por lo cual no son a priori considerados mártires. Muchos son víctimas de robos o secuestros por dinero, realizados con gran ferocidad en contextos de degradación moral y ambiental por la violencia y el desprecio por la vida, señala el órgano de información de las Obras Misionales Pontificias.
Un informe de la misma agencia presentado en octubre resumía los datos entre 2000 y 2017, con un balance de 447 misioneros asesinados en ese periodo, cinco de ellos obispos. Destacaba además la presencia de jóvenes entre ellos, al menos uno por año.