Antes de ser sacerdote, el exepiscopaliano Donald Calloway se describe a sí mismo como "un animal": "jugaba" a la ouija, delinquía con frecuencia, estuvo varias veces en la cárcel, era adicto al crack y la pornografía y un apasionado del heavy metal. Ha relatado al canal del evangelizador Matt Fradd, Pints with Aquinas que en pleno proceso de conversión, sufrió un ataque del demonio que le reclamaba por su vida pasada: "María le aniquiló".
Para Calloway, todo comenzó una noche a principios de la década de los 90. En plena depresión y pensando en el suicidio, decidió no salir por una noche y quedarse solo, en su casa, "sin nadie a quien recurrir y ante una existencia vacía".
Buscando algo que leer, encontró un libro de apariciones marianas, La Reina de la paz visita Medjugorje. "Pasé toda la noche leyendo el libro. Me mostró una perspectiva que nunca había experimentado y me di cuenta de que el libro me presentaba una oferta para cambiar mi vida, creer en Dios y ser diferente. ¿Podría ser la salida que estaba buscando?", se planteó.
Al día siguiente, fue a misa por primera vez en su vida, relató al sacerdote todo su pasado y tomó la decisión de romper con todo lo que esto implicaba. Hicieron falta seis bolsas de basura para reunir la pornografía, los artículos con los que solía drogarse y decenas de discos de heavy metal.
Un cuadro de Jesús sustituyó el lugar presidencial de su habitación ocupado por un Bob Marley fumando y comenzó a rezar y llorar durante horas en lo que recuerda como "una experiencia mística". Iba a acostarse cuando le sucedió algo por lo que, 19 años después, sigue rezando para que "no vuelva a ocurrir".
"La Reina de la paz visita Medjugorje", el libro de Joseph Pelletier que motivó la conversión del actual sacerdote Donald Calloway.
"Una presencia me reclamaba"
"Una criatura apareció en la habitación y se manifestó, tomando una forma física. Estaba tan asustado que no podía moverme, como una parálisis nocturna pero magnificada por la presencia que me reclamaba", recuerda.
Calloway no se consideraba a sí mismo "un satanista", pero admite que aunque "no creía en el demonio" solía frecuentar la ouija para impresionar a sus amigos y conocidos.
"Estaba aterrorizado, cerré los ojos y pensé que no podía hacer nada. Creo que el diablo pensaba que yo le pertenecía. ¿Qué iba a hacer, pegarle? Eso no funcionaría, y aún así no habría podido: estaba petrificado", explica.
Entonces recordó el libro de Medjugorje y solo se le ocurrió gritar desde lo más profundo de su alma el nombre de María.
El diablo, aniquilado
Lo siguiente que recuerda fue experimentar "la paz más asombrosa que nunca he sentido hasta el día de hoy y que probablemente no vuelva a tener hasta la eternidad": "El diablo fue completamente aniquilado". Acto seguido Calloway escuchó una voz de mujer, "la voz maternal y femenina más pura" que el joven había oído nunca: "Me habló y dijo: `Donnie´".
María solo había pronunciado su nombre, pero para el sacerdote significaba mucho más: "Nadie excepto mi madre me llama Donnie. La madre de Jesucristo me estaba diciendo que también era mi madre".
Pese a lo ocurrido, el sacerdote admite no recordar otra noche "tan segura" como aquella: "El diablo no podía tocarme, porque estaba en brazos de María".
Aquel aterrador suceso fue definitivo para que culminase la conversión de Calloway. Al despertar, visitó al sacerdote para comenzar el curso de iniciación a la fe católica.
"Sabía que tenía que cambiar. Las ataduras que nunca había podido cortar por mí mismo fueron eliminadas por Dios y Nuestra Señora. Me corté el pelo, las chicas ya no se sentían atraídas por mí y me quedé sin amigos", pero a cambio, "conseguí trabajo, cambié mi forma de hablar y empecé a ir a misa y la iglesia", relata.
Donald Calloway relata que su conversión fue aparejada a un cambio radical en su vida: desde su forma de hablar o comportarse hasta en sus propios hábitos de ocio y musicales.
Una "desintoxicación divina"
Así comenzó lo que recuerda como "una desintoxicación divina" y su particular "luna de miel". "Al final del día iba siempre a la capilla, nunca tenía lo suficiente si se trataba de Jesús [y cuando cerraban] me quedaba mirando por la ventana pensando: mañana nos vemos".
Calloway recuerda como algo "liberador" pasar por aquella "rehabilitación divina" a través de multitud de gracias que recibía: "Era la mejor medicación de todos los tiempos, encontré la mejor psicoterapia y asesoramiento en los sacramentos, las enseñanzas de la Iglesia y la sabiduría de los santos, elevé mi oración al cuadrado [y fui consciente] de la capacidad de Dios para transformar mi vida a través de la oración y el ayuno".
Calloway, que había recibido el bautismo a los 10 años en la iglesia episcopaliana, relata que aquella "luna de miel" no concluyó al recibir la primera comunión y la confirmación. "Seguí rezando, le pregunté al Señor si quería que fuese sacerdote y sentí la llamada en mi corazón", explica en su página web. Hoy, Calloway es miembro y superior de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción.
Puedes leer aquí la historia de conversión completa de Donald Callaway.