Desde que era muy joven, el cardenal Edwin O´Brien ha podido ver con sus propios ojos las dificultades de la vida. Después de su ordenación sacerdotal, trabajó como capellán en la guerra de Vietnam, y antes de ser arzobispo de Baltimore fue arzobispo castrense, precisamente cuando comenzaban los conflictos en Irak y Afganistán.

“Casaba a los soldados después de su graduación y en un año los tenía que enterrar porque embarcaban para Vietnam. Por eso pedí entonces a mi cardenal incorporarme al Ejército como capellán", recuerda el purpurado estadounidense.

En febrero Edwin O´Brien fue creado cardenal y recibió la birreta roja y un nuevo título. Sin embargo asegura que para él, muchas cosas son iguales que antes: “He recibido un alto cargo, pero en el fondo no siento ninguna diferencia”.



Además de ser cardenal es también Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro. La orden de laicos cuenta con unos 30.000 miembros de todos los rincones del mundo. A través de la Iglesia, ayudan a los cristianos que viven en Tierra Santa. Durante las peregrinaciones, ven a quiénes están ayudando y cómo.

“El Gobierno de allí ha puesto fuertes restricciones para viajar, para trabajar y comprar propiedades; los cristianos de Tierra Santa se sienten limitados en muchos aspectos”. dice el cardenal.

Es irónico el hecho de que mientras los cristianos nativos emigran de la Tierra Santa debido a las restricciones, los cristianos de otras partes están entrando a Israel, con la esperanza de mejores oportunidades de trabajo.

Ahora, con su nueva responsabilidad, O´Brien espera ser de ayuda para la Orden, y al mismo tiempo facilitar las condiciones de vida de los cristianos de Tierra Santa. Está preparando un viaje a Israel para su nombramiento formal que probablemente tendrá lugar en otoño.