Nacho Sánchez, abogado, casado y con tres hijos, desde 2016 sale a las calles a hablar con las personas que están en la prostitución, hombres y mujeres, hacer amistad y oración y ayudarles a salir de las calles. Lo que empezó como un impulso un poco loco es hoy el proyecto Santa María Magdalena, inspirado por el ejemplo de Salvador Íñiguez en las calles de Guadalajara, México. "Necesitamos muchas manos y mucha ayuda para nuestros apostolados con gente necesitada", invita.
Álvaro de Jesús -que ejercía la prostitución durante décadas con el hombre 'Laura Juliana'- es una de las personas a las que ayudó a cambiar de vida. Juntos ofrecieron su testimonio emocionante el pasado 7 de marzo en la vigilia Asalto al Cielo que convoca periódicamente el párroco de Colmenar del Arroyo. Lo recogió aquí MaterMundiTV en un vídeo con más de 60.000 visionados,
Nacho: familia católica, de madre abogada
Nacho nació en una familia numerosa católica, que rezaba el rosario en los viajes largos y con un San José encima de la nevera. Su madre era abogada y le llevaban a colegio católico. Las cosas eran complicadas en casa porque uno de sus hermanos tiene retraso mental, ataques de agresividad y de epilepsia. De niño veía en el pueblo que mientras los hombres iban a tomar cervezas sus mujeres se juntaban a rezar el rosario. Él pensó ya entonces que también él quería rezar.
En la adolescencia dejó de rezar, pero perseveró en ir a misa y confesarse, siempre de lo mismo. Ya en primero de Derecho era muy rebelde, y pensó en fugarse de casa, dejarlo todo e ir al extranjero, dejando a sus padres. Cuando llevaba cien kilómetros conduciendo por Francia, rezó el Rosario consultando a la Virgen si le apoyaba en su escapada. Inmediatamente, el motor se estropeó, el coche se paró y tuvo que volver a casa. Al volver sintió el amor de sus padres.
Novias, embarazos y una boda poco pensada
Nacho buscaba el amor incesantemente y sin pensar mucho. A su primera novia la dejó embarazada. Ella abortó, contra la voluntad de él, que había visto la película "El grito silencioso" del ex-abortista doctor Nathanson y estaba firmemente contra el aborto.
Tuvo más novias, y a otra también la dejó embarazada. Esta vez lo comentó con sus padres: su padre organizó una gran boda, "como la del Hijo Pródigo". La chica perdió el bebé antes de la boda, pero la boda se mantuvo. En realidad se habían casado sin conocerse. Tuvieron dos hijos, pero la relación era mala. Tardó 8 años en ver reconocida la nulidad, años también de peleas legales civiles extenuantes.
En Medjugorje, un Jesús cercano y un nuevo corazón
Se volvió a casar con una mujer buena, pero en aquella época era poco religiosa. En 2008, en Semana Santa, aprovechando que estaban sin niños, fueron a Medjugorje "y me volví adicto a Medjugorje. Allí descubrí a otro Jesús. Antes yo pensaba que Jesús estaba como en lo alto de un estadio de fútbol, que miraba y observaba y te juzgaba desde lejos. Pero ahora veía que Jesús está en el terreno de juego, que te abraza con euforia si marcas gol, que te abraza y consuela si fallas y si te hacen una zancadilla se arrodilla y te limpia la sangre". Allí aprendió a rezar de corazón, con un corazón nuevo.
El ejemplo de Salvador Iñiguez en México
En 2013, colaborando con otras personas en la promoción en Barcelona de la película "Tierra de María", de Juan Manuel Cotelo, Nacho conoció en persona a Salvador Íñiguez, que en Guadalajara (México) visita a las prostitutas para hablarles del amor de Dios, darles rosarios y fe y esperanza para cambiar de vida. Nacho conseguía muchos rosarios de peregrinos de Medjugorje que enviaba a Salvador a México.
En 2015 Nacho asistió a un Retiro de Emaús. "Ahí me cambió la vida: una cosa es que te digan que Jesús te ama, y otra cosa es sentirlo", explicó, emocionado. Por su insistencia, también su mujer hizo el Retiro de Emaús, y volvió transformada, dándole gracias y pidiendo rezar juntos el rosario.
"¿Quién se viene conmigo al Camp Nou?"
En 2016 Salvador Íñiguez visitó Barcelona y fue el momento en que Nacho decidió hacer como él: visitar a la gente del mundo de la prostitución. Antes ya daban comida y visitaban personas sin techo en la calle. Pero, tras una de esas sesiones, el día de la Virgen del Rosario, a las doce de la noche, dijo: "¿Alguien se atreve a venir conmigo al Camp Nou?", la zona de prostitución. Un hombre llamado Álex se le sumó. Ninguno tenía especial preparación para ello. El sacerdote les bendijo y envió.
Nacho llegó a las prostitutas, les enseñó una estampita de la Virgen de Medjugorje y les dijo: "Estoy buscando a una chica muy guapa por aquí, es esta, no sé si la conoces". Alguna no se mostraba interesada. Otras demostraban ser bastante religiosas.
Tomar el teléfono, hablar largo y tendido, rezar
En su segunda noche allí, Nacho ya tomaba el teléfono de quien mostraba interés espiritual. Conoció y rezó con "Laura Juliana", que "yo no sabía si era hombre o mujer". Era de Colombia y le invitaron a comer con ellos a un bar colombiano. En el bar vio que era un hombre maquillado. Sintió un rechazo instintivo, estuvo a punto de irse, pero una voz interna le dijo: "¿Es que tus pecados son menos feos, son menos graves?" Y se quedó. "Laura Juliana" le dijo: "Desde que vinisteis y rezamos ya no puedo maquillarme ni vestirme. Voy a visitar a mi hermana, en Menorca". Su nombre de verdad era Álvaro de Jesús.
Desde esas primeras noches, Nacho ha acudido muchas veces, ha hablado con las personas que venden servicios sexuales y ha descubierto que muchas tienen fe. Las de países sin formación religiosa (ex-comunistas) son las espiritualmente más hostiles o secas.
"En este tiempo, doce personas han dejado la prostitución", explica Nacho. Más importante que ir al Camp Nou, a la calle, dice, "lo meritorio es sentarse con estas personas a que te cuenten su vida, ayudarles con los papeles, ayudarles a buscar un trabajo, eso es lo bonito. Todo es obra de Dios, sólo somos instrumentos. Tú picas piedra... y de golpe Dios decide hacerlo todo".
La infancia de Álvaro de Jesús
En la segunda mitad de la sesión, habla Álvaro de Jesús, que tiene 55 años. "Soy de Medellín, Colombia, el décimo de doce hermanos", explica. "Mi padre desde pequeño fue duro conmigo y me obligaba a trabajar recogiendo leña o en los cafetales. De él nunca sentí un abrazo, un beso o un consejo. Yo me refugiaba en mi madre, que me daba cariño y protección, pero esa sobreprotección provocó celos en algunos de mis hermanos y hermanas". Uno de sus hermanos llegó a agredirle en la cabeza con un machete.
Tuvo una primera relación sexual, algo que marcó su vida, a los 13 años con un trabajador de su padre que tenía 30. "Yo consentí, porque sólo buscaba afecto, cariño. Pero luego sentí culpa, y odio hacia él, y me parecía que mis padres lo sabían".
Fuera de casa y hormonándose desde los 14 años
Se fugó de casa y en una peluquería un travesti le tomó como aprendiz. "A los 14 años yo trabajaba en la peluquería, empecé a hormonarme y ya tenía pechos. Después, como quería ganar más dinero, salí a la calle, a la noche, a ejercer la prostitución".
"Aquel es un mundo oscuro. Hay soledad y violencia. Han matado personas muy jóvenes a mis pies", señala Álvaro. "He dormido muchas veces en la calle. Siempre tuve fe. Rezaba una oración a la sangre de Jesús cada día, como protección. Me miraba al espejo y pensaba: 'nací hombre del vientre de mi madre, a los ojos de Dios soy un hombre'. Pero buscaba cada día en mi maleta 'las máscaras y el antifaz'".
El encuentro con Nacho y la oración
Estando en Barcelona en 2016, en el Camp Nou, se le acercó un hombre. Al principio pensó que podía ser un policía o Mosso d'Esquadra. "Estoy buscando una chica, no sé si la conoces", le dijo: le enseñó una imagen de la Virgen. "Yo me quedé sin palabras", recuerda Álvaro. Era Nacho. "Yo sentía que me derrumbaba. Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria. Nos abrazamos".
Ahí Álvaro decidió alejarse de "su zona", ir a visitar a su hermana a Menorca. De allí pasó a Italia, una temporada mala, durmiendo en la calle. "Una noche se me acerca un franciscano, me da un abrazo y me regala un rosario. Media hora después, una pareja de la policía me lleva a darme papeles de expulsión". Pero siguió en Italia un tiempo.
"Yo soy la oveja perdida"
En un pueblo, un día intentó quedarse con una ovejita perdida, pero pronto vio que no sabía nada de cómo cuidarla. La devolvió a su rebaño y pensó: "En Barcelona me hablaron de la oveja perdida". A su mente acudieron todas las palabras que le había dicho Nacho meses antes. "Yo soy la oveja perdida, y yo debo regresar a un rebaño, en Barcelona", pensó.
Ya no le interesaba trabajar en la prostitución. Tenía el rosario del franciscano. No sabía rezarlo, pero "en cada bolita yo rezaba un padrenuestro y le pedía a Dios que me ayudara a volver a Barcelona". Consiguió volver... con sólo 7 euros en el bolsillo.
De vuelta a Barcelona, habló con Nacho. "Voy a dejarlo todo", le dijo. Y lo hizo. Dejó las hormonas. "No me llamen más Laura Juliana, yo me llamo Álvaro de Jesús", anunció. Y ya hizo el Curso de Emaús como hombre. "En el santuario de Lord estuve 5 meses, mirando hacia atrás, para ver cuánto había avanzado. ¿Cómo llegué hasta acá?" Lamentó sus 39 años perdidos. "Pienso que fue como un bucle, del que no sabía salir".
Deseo de ayudar a otros y dar gracias a Dios
Hoy entiende que quedan heridas por sanar, camino por recorrer, y eso incluye ayudar a otros, hacer cosas por otros. "Otras personas pasan lo que yo pasé. Doy gracias a Dios cada día por mi techo, pan y abrigo. Gracias, Nachito, por escucharme, por entenderme, por acompañarme y compartir. Creo que eres el único que ha estado a mi lado. Hoy lo que hago, lo hago para demostrarme a mí que soy capaz, con la ayuda de Dios. Si abrimos las puertas del corazón a lo bueno, lo bueno llega".