A Inma Escriche y a su marido les pilló completamente por sorpresa cuando fue diagnosticada de un cáncer de pulmón. Ni ella ni los médicos fueron capaces de identificar aquellos síntomas de la enfermedad. Pero es que además no era fumadora. Era ese 3% de personas jóvenes no fumadoras que lo contraía.
El diagnóstico la dejó perpleja: cáncer de pulmón en estadio IV ya con metástasis, inoperable e incurable. Y una esperanza de vida de cuatro meses. Ante tal noticia Inma se refugió en la fe y lejos de hundirse ante esta situación decidió dar un paso adelante y quiso mostrar al mundo que la enfermedad se puede sobrellevar y vivir con alegría, apoyada en la fe.
Charlas e intervenciones en colegios, empresas y televisiones
Así fue como empezó a dar charlas en colegios, empresas y hasta en medios de comunicación. Su testimonio ha salido en las grandes televisiones, también gracias en parte al haber defendido la millonaria donación que el empresario Amancio Ortega, dueño de Inditex, hizo para la lucha contra el cáncer y que fue criticada por Podemos.
De aquel diagnóstico de muerte inminente han pasado casi dos años. Inma sigue luchando contra la enfermdad y dando testimonio, un ejemplo que además es de gran utilidad ahora que la eutanasia está más cerca que nunca de ser legalizada en España.
Inma da testimonio allá donde se lo piden, como este en una parroquia madrileña
Si Inma se hubiera dado por vencida ante el dolor y la muerte inminente con una ley de eutanasia ya en funcionamiento se hubiera perdido todos estos meses que está disfrutando de su marido y de sus tres hijos. ¡Cuántos casos habrá como el de esta mujer de Valdemoro!
El desafío de confiar en Dios
En un testimonio publicado por la Diócesis de Getafe, esta feligresa de la parroquia de Nuestra Señora del Pilar de de Valdemoro cuenta que Cristo ha sido su refugio en este tiempo. “Cuando recibí el diagnóstico, descubrí en mi misma la capacidad de confiar y una paciencia que antes no tenía y he tenido que desarrollar”, afirma.
Inma explica haber encontrado un sentido en el sufrimiento, pues “en ningún momento he vivido la enfermedad como un castigo, sino que, gracias a que tengo fe, he encontrado consuelo para afrontarlo con entereza. Más bien ha sido la forma que ha tenido Dios de frenarme en mi acelerada vida, en la que me ha puesto la prueba más dura, que es la de confiar en Él”.
También tiene una palabra para todo aquel que lo ve todo oscuro: “ante las dificultades, las pruebas, no hay que perder la esperanza, se puede vivir con ello y hay que utilizarlo y ofrecerlo para mejorar como personas”.
Las oraciones, la otra parte de su tratamiento
Para ella Cristo es esta luz que ilumina la oscuridad. Confiesa que “lo que no me deja flaquear, aunque soy una persona fuerte, son las oraciones que recibo cada día y la confianza en Dios. En Él confío para que sea lo que Él quiera”.
Inma habla cómo la enfermedad ha ido moldeando su vida, pero no para peor: “me ha abierto los ojos y miro el mundo de otra manera. Es como si me hubiera ampliado la gama de colores que antes no conocía”.
Con metástasis y con una supuesta muerte inminente, esta madre de familia lejos de hundirse asegura que “la alegría se ha convertido en mi seña de identidad. Aunque suene extraño, estoy disfrutando de todo lo bueno que me está aconteciendo”.
Inma con el sacerdote Patxi Bronchalo, en una emisión de Radio María
De estos acontecimientos habla en una carta que publica La Razón. “Esta nueva situación nos ha aportado a todos poder disfrutar de momentos únicos, como por ejemplo que ahora compartimos la hora de la comida todos los días, yo estoy para recibirles y acompañarles, según el día preparo yo la comida, según como me encuentre del tratamiento, son ellos los que se deben encargar, pero no lo vemos como un drama, si no como una oportunidad de estar juntos”, explica esta enferma de cáncer.
La risa es ahora mayor que nunca
Además, Inma confiesa que “en casa ahora se ríe más que nunca. Esto es extensible a los amigos, desde el primer momento se han volcado conmigo, ayudándome en todo tipo de tareas o rezando mucho por mí. Y, por supuesto, la familia, que aun estando lejos, siempre aparece en los momentos clave cuando se les necesita”.
Esto se manifiesta en que “ahora suelo destacar –agrega esta católica madrileña- por mi sonrisa. ¡Con lo seria que he sido siempre!, pero ¿cómo no voy a disfrutar de todos los que me rodean? No paran de llegarme mensajes de conocidos y desconocidos, mensajes de ánimo y de fe. Estoy viviendo situaciones que ni me hubiera planteado, conociendo la bondad del ser humano, disfrutando de cada día aprendiendo a distinguir entre lo que verdaderamente importa”.
Como conclusión, Inma Escriche insiste en que “no pienso en negativo, no pienso en muchos días por delante. Me centro en el aquí y en el ahora y, sobre todo, tengo todas mis esperanzas puesto en la ciencia y, más que nunca, en Dios”.