La historia del millonario y exitoso financiero Ilyas Khan es a la vez tranquila y asombrosa. Nació en Inglaterra, y su padre era musulmán, un emigrante paquistaní de clase trabajadora. Pero él recuerda, contando su testimonio a Edward Pentin en el National Catholic Register, que pasó su primera infancia con su abuela católica irlandesa, en una guardería católica, y que a los 4 años "yo no pensaba ser otra cosa que un cristiano".
Además, su infancia, señala, transcurrió en una de las zonas con más tradición católica de Inglaterra, Lancashire, junto a Ribble Valley, "el mayor enclave que nunca aceptó realmente la Reforma protestante".
Pero de los 4 a los 17 años recibió toda la formación islámica que corresponde a un joven musulmán. Iba a la mezquita, se aprendió el Corán y peregrinó a la Meca y a Medina.
Khan dice que no sintió nunca rechazo por el Islam. Más bien, sintió atracción por Jesucristo.
La atracción empezó cuando tenía 18 años y vivía en una residencia universitaria del Opus Dei, Netherhall House, en Londres. "Yo era un adulto joven que se hacía preguntas y buscaba razones", recuerda. En la bibloteca de Netherhall descubrió a los Padres de la Iglesia: primero a Orígenes, del siglo III (del que recientemente se han descubierto 29 homilías inéditas). Después leyó a San Agustín. Y después a un autor moderno, el teólogo Hans Urs Von Balthasar, de quien dice que "me guió muchos años en mi viaje". En Netherhall empezó su vida de oración, inspirado por mucha gente que conoció allí.
Quizá podría haberse convertido ya entonces, con 20 años, pero varias cosas le retenían. Por un lado no quería dañar a sus padres. Por otro lado, "creo que en esa época no tenía las agallas para ser recibido en la Iglesia ni para recibir una instrucción formal. La apostasía es algo que el Islam se toma muy en serio. A ojos de muchos musulmanes, la apostasía debe castigarse realmente, no teóricamente, con la muerte". Así que se mantuvo muchos años como una especie de "católico oculto".
Cuando tenía unos 24 o 25 años, Ilyas ya era un financiero de éxito que pasaba la mayor parte de la semana en Hong Kong y en Asia haciendo negocios. En Hong Kong iba a misa con mucha regularidad a la parroquia de Saint Joseph.
Aunque no todos los domingos iba allí, porque con frecuencia volaba a Inglaterra para seguir la liga de fútbol, otra de sus grandes pasiones en la vida. (Aunque siempre fue seguidor del Chelsea, con el tiempo terminaría patrocinando el Accrington Stanley, un equipo antiquísimo, de los orígenes del fútbol inglés en el siglo XIX, que habría cerrado sin el apoyo económico del financiero, y con el que desarrolla estrategias para conseguir más socios y fuentes de financiación. Fue su presidente desde 2009 hasta este mismo mes de mayo de 2012 y ha invertido en él más de 2 millones de libras).
Cuando tenía unos 35 años, llegó el momento que le animó a dar el salto.
Hay mucha gente que se escandaliza por el arte y la belleza que se exhiben en el Vaticano, pero ese arte fue el que convirtió a este millonario.
"Estaba allí, pasando junto a la Pietá en San Pedro, y recuerdo que volví literalmente sobre mis pasos atraído por una combinación de varias cosas. Y pensé "este es Dios. Realmente, este es Dios". Recordemos que una de las cosas que el Islam tradicional ve como herejía es igualar a Jesús, mortal, con Dios. Ese es el obstáculo más importante con el que un converso musulmán tiene que enfrentarse, intelectual y emocionalmente. Pero en ese momento, ante la Pietá, me di cuenta, a través de la pura emoción, que la verdad de nuestra religión es simple y directa. Recuerdo ese momento con exctcitud, aún me conmueve hasta las lágrimas: no había ninguna duda en mi mente. ¡Era tan claro! Me temo que me sería imposible articular ese sentimiento con simples palabras. Si hubo un antes y un después, ese fue el momento."
Fue entonces cuando ingresó plenamente en la Iglesia católica. Desde entonces, y siendo una figura habitual en la prensa deportiva inglesa (que es la más leída del papel), su nombre a menudo figura como "el filántropo musulmán convertido al catolicismo que compró el Accrington Stanley".
"He recibido una buena ración de correo con amenazas de violencia y comentarios llenos de odio, pero me comporto con lo que espero que sea una dignidad sencilla y me niego a dejar que mi vida esté gobernada por el miedo o precauciones indebidas", comenta. Hay que especificar que también ha recibido amenazas racistas y hasta pedradas simplemente por ser de etnia pakistaní, incluso siendo ya famoso patrocinador de fútbol. Con todo, asegura que la violencia racista en este deporte "es hoy menor que hace 10 años".
A Ilyas Khan le provoca "una gran tristeza en mi corazon contemplar gente que usa el Islam para justificar sus acciones violentas. No solo son actos no-islámicos, sino inhumanos y no tienen nada que ver con como veo yo el Islam como religión. Creo que podemos decir que el Islam y el cristianismo son primos lejanos. Fui criado como musulmán, estuve en Medina y en La Meca, y puedo ver sus cualidades inherentes. Pero también debemos admitir que la diferencia entre ambas religiones es enorme. Yo celebro el hecho de que Jesucristo es amor. Esa es una afirmación simple. Y es la diferencia que lo define".
Hoy Ilyas Khan es el presidente de la organización caritativa más grande de Inglaterra dedicada a discapacitados, la Leonard Cheshire Disability y colabora en diversos fondos para financiar centros de herencia cristiana que mantengan edificios y patrimonio artístico cristiano. Recientemente, por ejemplo, compró y donó a la Iglesia objetos sagrados que se subastaban de la abadía benedictina de Farnborough, como un cáliz de plata inglés de 1633, hecho por y para católicos clandestinos en la época de la persecución protestante. Él sabe, por experiencia propia, que el arte y la belleza pueden llevar a Dios.