La muerte del sacerdote norteamericano Walter Ziemba a los 85 años de edad ha pasado casi desapercibida, salvo para los fieles de Orchard Lake, al noroeste de Detroit, Michigan. Allí se celebró esta semana su funeral y fue enterrado, como colofón a una vida consagrada casi enteramente a la capellanía del St Mary´s College, del que luego fue presidente, y al rectorado del Seminario San Cirilo y San Metodio.
Había nacido en 1926 en el seno de la comunidad polaca de Detroit, y en ella empleó los 61 años de su sacerdocio.
Ziemba era conocido sobre todo fuera de ese ámbito, sin embargo, por haber sido la primera persona que vio en Karol Wojtyla a un posible Papa. Fue en 1968, un año después de que Pablo VI le concediese al arzobispo de Cracovia el capelo cardenalicio.
Por entonces, y tras cuatro siglos de papas italianos, la púrpura no significaba a priori opciones reales a la sede de Pedro, y se concedía para reconocer méritos personales y en honor a sedes de especial importancia para la Iglesia, con la intención sobre todo de conformar un colegio cardenalicio de máxima sabiduría, prudencia y experiencia para la elección de un Papa... que sólo se concebía italiano.
Pero cuando Walter Ziemba acudió a Polonia a conocer al cardenal Wojtyla e invitarle a visitar en Norteamérica a la importante diáspora polaca en aquel continente, al salir del despacho no tardó ni un segundo en comentarle a la persona que le acompañaba: "Este hombre es papable".
Y aún se ratificó en esa creencia tras convivir con él los diecisiete días que pasó con él, con base en Detroit pero viajando en ese tiempo a 16 ciudades de Estados Unidos y Canadá. No desaprovechaba el tiempo. "Era una persona que podía ser un amigo y con la que podías tener un contacto personal e íntimo", relataría Ziemba más tarde, cuando ya era Papa y su ´descubridor´ era interrogado al respecto: "Te hacía sentirte como si en ese momento fueses la única persona en el mundo que contaba para él".
Walter Ziemba fue el traductor oficial al inglés de una de las obras de Juan Pablo II (¡Levantaos! ¡Vamos!) y escribió él mismo un libro con sus impresiones sobre el Pontífice, que le entregó personalmente en 2004. El Papa Wojtyla le nombró entre 1988 y 2003 para diversos cargos en la Fundación Juan Pablo II.
Durante aquel importante viaje de 17 días, el cardenal Wojtyla conoció la realidad de los católicos polacos en Estados Unidos, y trabó una buena amistad con Ziemba, alojándose con él en otras dos ocasiones en que volvió, en una de las cuales pronunció una conferencia en el campus de Orchard Lake.
A principios de este mes, una altísima fiebre sirvió para detectarle a Ziemba un grave problema renal y una infección en la sangre, que acabaría matándole.
"Ha muerto una leyenda", dijo al dar cuenta de la noticia el padre Thomas Machalski, canciller de las Escuelas de Orchard Lake.