Ana Beatriz Becerra ha publicado en el digital católico Portaluz el testimonio de un joven que ha vivido la pobreza, las adicciones y la falta de amor y ha sido transformado y sanado de todo ello por el amor de Dios, que le ha permitido amar a los demás.

Soñando con el demonio, y con Jesús

Es la historia de Deiner Romero, que recuerda que regularmente lloraba antes de dormirse. Para calmarse rezaba un Padre Nuestro y un Ave María.

“Soñaba que el demonio me perseguía” y entonces salía corriendo. Cansado de tanto correr, el demonio casi lo atrapaba. “En ese instante yo veía a Jesús y alcanzaba a llegar donde estaba Él y hasta ahí llegaba el demonio, se frenaba”. Cuando no se veía cerca de Jesús, el demonio nuevamente emprendía la persecución y cada vez que el diablo estaba por alcanzarlo “yo me despertaba asustado”, refiere.

Su familia era tan pobre que en cierto momento no podía “pagar el arriendo ni los servicios”. Una vez estuvo “tres días sin comer nada”. “Así como me acostaba, así me levantaba, así me iba a estudiar, así regresaba, aguantando hambre”.

Mayor aún fue el dolor que vivió al separarse sus padres cuando tenía 16 años. El séptimo grado en el colegio fue un año desastroso para Deiner. Repitió el curso y su mamá dejó de apoyarlo. “Me dijo que ya no me iba a pagar el colegio porque yo había perdido ese año…incluso que yo me debía sostener, buscar la comida, colaborar con el arriendo…” recuerda. Él decidió seguir estudiando, a pesar de que su madre no le dio la firma para matricularse: “Entonces yo hablé con el colegio y me dejaron ser estudiante”.

La droga... y un amigo con una invitación

Con malos amigos “conocí el perico [cocaína], la marihuana, las borracheras y el pagar a mujeres”, recuerda.

Pero uno de esos amigos de malos entornos fue quien invitó a Deiner a un retiro con un sacerdote. Este amigo, Jorge, le empezó hablando de Dios “y dijo las palabras que yo necesitaba escuchar por boca de él”. “Yo creía en Dios, pero nunca había profundizado en la vida espiritual”, explica Deiner.

Después Jorge le preguntó si tenía novia. Y Deiner respondió con sinceridad: «Sí, pero yo no la quiero, yo siento que no la quiero, yo siento que no quiero a nadie». Jorge le respondió: «Cuando no se tiene el amor de Dios en el corazón, cuando no se ama a Dios, no se es capaz de amar a nadie. ¡Ni uno mismo se ama!».

Después Jorge lo invitó a rezar el rosario. Y también le invitó a un encuentro especial: un retiro con Gerardo Piñeros, un conocido sacerdote colombiano.

Gerardo Piñeros es un popular predicador colombiano

Una exhortación a cambiar de vida, con Dios

En el retiro, el sacerdote exhortaba a cambiar de vida. “Yo escuchaba que el padre decía 'renuncien a la pornografía, a la prostitución, a los vicios'… Yo escuchaba y todo eso me caía a mí, todo eso me caía a mí,” recuerda.

Acabada la predicación Deiner lloraba. «¿Por qué estoy llorando?, ¿qué me está pasando?», se preguntaba. Empezó a sentir que le inundaba una quietud espiritual, una nueva conciencia de sí mismo.

En ese instante comprendió que “estaba totalmente ciego y nublado por el demonio. Eso fue el punto de quiebre, fue lo que me dio fuerza para profundizar en el amor de Dios, para ser una mejor persona. Dios había infundido en mí esa sed de él y empezó a sanar mi corazón, a darme a entender que yo no puedo hacerle a daño a una mujer, que yo tengo que hacer lo mejor para las personas, que tengo que luchar por las almitas” dice.



Desde entonces han transcurrido tres años en los que Deiner tomó decisiones serias. Explica que se esfuerza por levantarse regularmente muy temprano para ir al Santísimo “a tener intimidad con el Señor… luego el Santo Rosario, de ahí a la santa misa” y otras prácticas espirituales que le ayudan “a caminar con Dios”.