No es lo mismo el heroísmo de un obispo o sacerdote -que públicamente lo han dejado todo por seguir radicalmente a Cristo- que el de un profesional, un laico padre de familia, que tiene que pensar en sus hijos y en su mujer.
Y tampoco es lo mismo ser un periodista que cuenta las cosas desde cierta neutralidad que involucrarse profundamente hasta dar la vida por Cristo.
El pasado jueves Benedicto XVI firmó el decreto de martirio del periodista italiano Odoardo Focherini. Mientras el joven Ratzinger hacía su servicio militar en la defensa antiaérea alemana, como todos los jóvenes de su edad, Focherini escondía judíos en la Italia fascista. Los dos eran católicos que no soportaban el totalitarismo de sus países.
Odoardo nació en Carpi el 6 de julio de 1907. Ferviente católico desde muy joven, se formó en la Acción Católica italiana bajo la guía de Armando Benatti. Con tan solo 16 años fue secretario del círculo interparroquial de Carpi, a los 17 años era secretario de la Federación Juvenil diocesana.
A los 19 años de edad fundó los scouts católicos en su localidad natal, llegando a ser jefe del movimiento scout en su diócesis y uno de los referentes del mismo en toda Italia. Se casó con María Marchesi en el año 1930 y tuvieron siete hijos. Con 27 años era presidente de Acción Católica en Italia, en una época en que las asociaciones fascistas competían por seducir a los jóvenes e integrarlos en sus filas.
En 1937 pasó a ser director administrativo del diario Avvenire, que entonces dirigía Raimondo Manzini, un hombre valiente que escribió encendidas polémicas contra el fascismo. Odoardo Focherini, inspirado en el espíritu de la encíclica Non abbiamo bisogno de Pío XI, fue muy crítico contra el fascismo de Mussolini.
Pero lo que le convertiría en un mártir de Jesucristo fue su ayuda a los judíos italianos. Focherine contrató para Avvenire al periodista judío Giacomo Lampronti... desafiando así las nuevas leyes raciales.
En 1942, a petición del director Manzini –a quien el cardenal de Génova, Pietro Boetto, había enviado algunos judíos de Polonia para defenderlos–, se encargó de protegerles en un tren de Cruz Roja Internacional.
Más adelante, en octubre de 1943 organizó, junto al padre Dante Sala, una red eficaz para la expatriación hacia Suiza de más de un centenar de judíos. Odoardo contactaba con las familias, conseguía los documentos, arreglaba la financiación necesaria y, finalmente, llegó a proporcionar documentación falsa.
Su cuñado Bruno Marchesi le había dicho: “Ten cuidado. Tal vez te expones demasiado. ¿No piensas en tus hijos?”. Odoardo le respondió: “Si hubieras visto, como he visto yo en esta cárcel, lo que hacen padecer a los judíos, no lamentarías más que no haber hecho lo bastante por ellos, no haber salvado un número mayor”.
El 11 de marzo de 1944, Focherini fue detenido por los nazis en un hospital mientas atendía a un judío enfermo. Aislado en el «lager» de Flossenburg, fue trasladado al campo de Hersbruck donde se trabajaba desde las tres y media de la mañana hasta la tarde. Quien no resistía este ritmo, era inmediatamente enviado a los hornos crematorios.
Focherini murió de septicemia el 27 de diciembre de 1944, a los 37 años, por una herida en la pierna que nadie atendió en el campo. Antes de morir, dictó a su amigo Olivelli una carta-testamento estremecedora:
“Mis siete hijos... Querría verlos antes de morir... No obstante, acepta, oh, Señor, también este sacrificio, y protégelos Tú, junto a mi mujer, a mis padres, a todos mis seres queridos.... Declaro morir en la más pura fe católica apostólica romana y en la plena sumisión a la voluntad de Dios –añadió–, ofreciendo mi vida en holocausto por mi diócesis, por Acción Católica, por el Papa y por el retorno de la paz al mundo.... Os ruego que digáis a mi esposa que siempre le he sido fiel, que siempre he pensado en ella y que siempre la he amado intensamente”.
En su memoria, la Unión de las Comunidades judías de Italia le otorgó una medalla de oro en 1955. Igualmente, el “Instituto conmemorativo de los mártires y de los héroes Yad Vashem” de Jerusalén le proclamó “Justo entre las Naciones”. En 2007, Elio Tinti, obispo de Carpi, expresó su deseo de que "pronto la Iglesia lo pueda reconocer como mártir. Su vida como hombre verdadero es un himno a la santidad”. Esto se ha cumplido el pasado jueves.
La historia del periodista Focherini en Italia se parece, en su coraje, a la del periodista Nikolaus Gross en Alemania. Fue obrero y sindicalista, militante del partido cristiano (el Centrum) y director del diario del Movimiento Católico de los Trabajadores (KAB), el Westdeutschen Arbeiterzeitung. También él era padre de familia numerosa. Ya desde 1930 criticaba el nazismo en sus artículos: "nosotros trabajadores católicos rechazamos con fuerza y con claridad el nacionalsocialismo, no sólo por motivos políticos o económicos, sino decididamente también por nuestra postura religiosa y cultural".
El diario de Gross fue declarado "enemigo del Estado" y cerrado en 1938, pero él no calló. Fue encarcelado y ejecutado en la horca el 23 de enero de 1945. Su esposa Elisabeth, que pudo visitarle al menos dos veces, dio testimonio de que había sido torturado antes de morir. Sus asesinos no permitieron que recibiera un entierro cristiano y su cuerpo fue quemado y sus cenizas esparcidas por el campo. Nikolauss Gross fue declarado beato en el 2001. El 7 de octubre del año 2001 fue elevado a los altares como beato por el Papa Juan Pablo II, quien glosó su figura con las siguientes palabras: “Con inteligencia comprendía que la ideología nacional-socialista era incompatible con la fe cristiana. Con valentía, tomó la pluma para escribir a favor de la dignidad humana y por esta convicción fue llevado al patíbulo, pero esto le abrió el cielo".