Entre los nuevos decretos de beatificación firmados por el Papa y anunciados este 14 de marzo está el reconocimiento del martirio de un sacerdote alemán , Max Josef Metzger, ejecutado por un tribunal nazi en 1944 y el de 15 monjas catalinas polacas, asesinadas por soldados del Ejército Rojo en 1945, varias de ellas violadas, apalizadas, torturadas y algunas enviadas a morir a campos de concentración a Rusia y Siberia. La Iglesia considera a uno y a otras mártires de Cristo asesinados por odio a la fe.
Max Josef Metzger: capellán condecorado, y constructor de paz
El sacerdote Max Josef Metzger (1887-1944) ha inspirado a muchos como constructor de paz y ecumenismo en la Europa de las guerras mundiales, el nacionalismo extremo y el totalitarismo. Sus textos y su testimonio y experiencia parecen cobrar nueva vida en nuestro contexto de guerra en Europa.
Alemán, estudió teología en Suiza, fue ordenado en 1911 y acudió con 27 años como capellán militar a la I Guerra Mundial en 1914. Por su valor en el frente, recibió la Cruz de Hierro en 1915, pero quedó convencido del horror de la guerra y la necesidad de trabajar por la paz entre los pueblos.
Como sacerdote en Graz, Austria, dedicó mucho esfuerzo a escribir en la prensa sobre la necesidad de evitar más guerras. En 1917, en plena guerra, escribía: "Que todos los pueblos desvíen sus intereses del presunto enemigo externo y que todas las fuerzas se concentren en el enemigo interno real, común a todos los pueblos: el alcoholismo, la inmoralidad, la tuberculosis, la degeneración, la usura, la pobreza". En boletines y periódicos firmaba con el pseudónimo "Tío Max".
En Graz impulsó la Liga Católica de la Cruz de Austria, organización que educaba contra alcoholismo. En 1918 impulsó una Liga por la Paz de la Cruz Blanca, pacifista, inspirada en Cruz Roja y que usaba el esperanto como lengua de trabajo. Colaboraban con la Asociación por la Paz de los Católicos Alemanes (que también usaban el esperanto).
Participó en las negociaciones preparatorias de la fundación de la Liga de Naciones (antecesora de Naciones Unidas). En 1920 fundó otra plataforma, la Internacional Katolika o Internacional Católica y editó su revista en esperanto de 1921 a 1924, Katolika Mondo (Mundo católico) en Graz. También en 1920 conoció al Papa Benedicto XV, quien le animó a trabajar por el desarme y la paz en Europa.
Desde 1926, instalado en Meiningen, con su comunidad de sacerdotes y laicos llamada Societas Christi Regis gestionaba obras de caridad católica. Después, en 1938, fundó una asociación llamada Una Sancta que trabajaba por dar pasos hacia una mayor unidad entre católicos y luteranos.
El sacerdote Max Josef Metzger fue un constructor de la paz, del diálogo entre cristianos y un mártir de Cristo bajo el nazismo.
Como comunicador fue crítico con el nazismo y después con la II Guerra Mundial. La Gestapo le detuvo varias veces. En 1943, escribió un informe privado en el que teorizaba sobre cómo debía reorganizarse alemania tras la guerra, pero un agente de la Gestapo descubrió el texto y se le juzgó considerándole traidor a Alemania.
Le condenó a muerte Roland Freisler, uno de los más implacables jueces nazis, que dictó al menos otras 2.600 penas de muerte, incluyendo las de los jóvenes cristianos de la Rosa Blanca (Sophie y Hans Scholl), y el joven mormón Helmuth Hübener, que repartía panfletos antibelicistas y fue ejecutado con 17 años, la víctima judicial más joven del régimen nazi.
Max Josef Metzger pasó más de medio año encerrado en una celda antes de ser guillotinado: en ese tiempo escribió poemas, pensamientos y piezas musicales en letra diminuta en los espacios en blanco de su Biblia, el único libro que se le permitía tener.
En su defensa escribió: "Soy un sacerdote católico, y lo soy en cuerpo y alma. Sin embargo, mi forma de pensar no se corresponde con la idea que algunos tienen al imaginar a un sacerdote. Ser un funcionario de una facción, darle la espalda al mundo, distanciarse de la vida, estrechez de miras, legalismo y tradicionalismo: todo esto me es completamente ajeno. Soy un hombre de juicio independiente, que se interesa activamente por lo que sucede en el mundo".
En su tumba en el cementerio de Meitingen se pueden leer las palabras que escribió una hora antes de la ejecución: "Ofrezco mi vida por la paz mundial y la unidad de la Iglesia".
El filósofo trapense Thomas Merton (1915-1968), popular autor de La montaña de los siete círculos (1948), declaró que Metzger fue una de las personas que más influyó en él con su ejemplo y sus enseñanzas (le dedicó el ensayo 'Un Mártir por la paz y la unidad').
Las 15 catalinas polacas asesinadas por el Ejército Rojo
Durante la II Guerra Mundial murieron 102 religiosas catalinas (de las Hermanas de Santa Catalina Virgen y Mártir). Ahora la Iglesia confirma que Christophora Klomfass y 14 compañeras de esta congregación, todas polacas (algunas de etnia alemana), fueron asesinadas por odio a la fe y serán veneradas como beatas y mártires.
Una religiosa reza ante una imagen de las catalinas mártires del Ejército Rojo en Polonia en 1945.
Muchas fueron asesinadas al resistirse a los soldados del Ejército Rojo que intentaban violarlas o querían violar a sus hermanas u otras chicas que protegían. Otras fueron apalizadas hasta la muerte, deportadas a Rusia y Siberia para morir allí en campos de concentración, o contrajeron enfermedades quedándose a cuidar enfermos en situaciones extremas, agotamiento, hambre y maltrato.
Estas 15 mártires catalinas murieron en la recta final de la II Guerra Mundial, entre el 22 de enero y el 25 de noviembre de 1945: eran personal no combatiente, civil, a menudo enfermeras, asesinadas por el odio ideológico o la brutalidad sexual de los soldados soviéticos. Muchas eran jóvenes.
Las asesinadas en el hospital de Olsztyn
Marta Klomfass (Christophora, en religión) era enfermera de quirófano, de personalidad alegre, le gustaba cantar y tenía trato fácil con las personas. Fue asesinada el 25 de abril de 1945 resistiéndose a la violación.
La Hermana Liberia (María Domnik), enfermera, murió intentando evacuar enfermos bajo las bombas y disparos del Ejército Rojo.
La Hermana María Bolz fue encerrada en el ático del hospital por los soldados soviéticos, que la violaron, apalizaron y maltrataron. La dejaron salir después de 10 días, enterró a sus hermanas religiosas y otras víctimas del hospital y murió después a consecuencia de sus heridas.
Tres hermanas del hospital de Olsztyn fueron enviadas a Rusia, sufriendo abusos y maltratos, y tratando de dar apoyo espiritual a otros deportados, pero muriendo ese mismo año de 1945. Es el caso de la Hermana Maurycja (Anna Margenfeld), enfermera que atendió enfermos de tifus en Siberia, en el campo de Tula. Y de Sor Leonis (Käthe Müller), educadora de chicas jóvenes, que murió de hambre y agotamiento en algún lugar desconocido de Rusia. Y Sor Tiburcja (Cecylia Mischke), torturada y encarcelada en Olsztyn, luego deportada a campos en Rusia, madre espiritual para otros deportados hasta que murió en julio en Osanowa.
En Ketrzyn fueron asesinadas el 27 de enero de 1945 la hermana Sekundina (Barbara Rautenberg) y la hermana Adelgarda (Agatha Eufemia Bönigk), además de enfermeras, educaban niños y jóvenes y en la parroquia eran la sacristana y la organista. Se quedaron a atender a los que no podían huir.
En Lidzbark Warminski fueron asesinadas el 2 de febrero tres religiosas que intentaron defenderse y protegerse mutuamente de los violadores soviéticos. La hermana Aniceta (Klara Anna Skibowska) era una mujer alegre y evangelizadora que atendía a los discapacitados cada día. La hermana Gebhard (María Schröter) era enfermera al cuidado de ancianos, ayudaba en la cocina y trabajó en una pensión para niñas. La Hermana Sabinella (Rosalie Angrick) era superiora de una comunidad de 20 personas, murió intentando defenderlas de los agresores.
En el hospital de Orneta, los soviéticos abusaron durante días y noches de enfermos, enfermeras y religiosas, y profanaron la capilla. Fueron especialmente crueles con las mujeres postradas en cama por heridas o enfermedad.
La Hermana Bona (Anna Pestka), enferma de tuberculosis, sufrió 8 semanas de abusos y heridas, en ese hospital donde había realizado trabajos de oficina 14 años. La Hermana Gunhilda (Dorota Steffen), de 27 años, la más joven, era educadora infantil, estaba en Orneta por su tuberculosis, sufrió 15 semanas de abusos antes de morir. La hermana Roland (María Abraham), enfermera y terapeuta de rehabilitación, también estaba convaleciente de tuberculosis: sufrió abusos 19 semanas antes de morir.
En Gdansk, la hermana Hermana Caritina (Jadwiga Fahl) de 58 años intentó defender a novicias y religiosas más jóvenes de los soldados soviéticos, que la apalizaron; murió pocos días después, el 5 de junio.
El 25 de noviembre de 1945, en Pila, murió la Hermana Ksaweria (María Rohwedder), educadora y superiora del monasterio de Braniewo. Había dirigido el hospital de Ornieta y la Gestapo la trató mal. Luego el Ejército Rojo se la llevó a Olsztyn, donde sufrió humillaciones. Acabada la guerra, deportada en un vagón de transporte de animales en la estación de Illawa, un soldado soviético la golpeó brutalmente con la culata del rifle varias veces. Murió unos días después.
Estampas y folletos de las religiosas catalinas mártires de los soviéticos en 1945.
Las virtudes heroicas de 7 nuevos venerables
Además de estos mártires de la fe, la Iglesia reconoce en el nuevo decreto las virtudes vividas en grado heroico por 7 Siervos de Dios que pasan a ser Venerables, y que podrían ser beatificados si se constatara un milagro atribuido a su intercesión celestial. Se trata de:
- Geervaghese Thomas Panickaruveetil Mar Ivanios, arzobispo de los católicos de rito malabar en Trivandrum, en la India, fundador en 1919 de las Congregaciones de la Orden de la Imitación de Cristo; que fue un pionero del ecumenismo en la India y primer obispo de la Iglesia católica siro-malankar;
- el sacerdote brasileño Liberio Rodrigues Moreira, que a principios del siglo XX cuidó a enfermos y pobres, sufrió duras pruebas y fue incansable adorador de la Eucaristía;
- el laico profeso Antonio Tomicic, croata capuchino, que vestía hábito y sufría insultos y hostilidad bajo la dictadura comunista en Yugoslavia;
- la laica y madre Maddalena Frescobaldi Capponi, fundadora de las Hermanas Pasionistas de San Pablo de la Cruz;
- María Alfinda Hawthorne, fundadora de las Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima, nacida a mediados del siglo XIX en una familia protestante en Massachusetts, se hizo católica en Europa junto a su marido, del que se separó a causa del alcoholismo, dedicándose luego al servicio de Cristo en los enfermos de cáncer;
- Angelina Pirini, líder laica de Acción Católica de la parroquia de Celle di Sala di Cesenatico en Emilia Romagna, fallecida en 1940;
- y Elisabetta Jacobucci, monja italiana de las Terciarias Franciscanas Alcantarinas, que vivió entre los siglos XIX y XX, ascética, humilde y caritativa con huérfanos y ancianos.
De estos 7 la Iglesia reconoce sus virtudes cristianas vividas en grado heroico.