En torno a 200 mil personas, informa Valores Religiosos, acudieron el pasado viernes al tradicional Vía Crucis organizado por el padre Ignacio Perie, el sacerdote carismático procedente de Sri Lanka, que tiene fama por tener el "don de la sanación", además de convocar a multitudes en la parroquia Natividad del Señor del populoso barrio Rucci, en la zona norte de esta ciudad.
El buen tiempo, con una temperatura de 23 grados, acompañó a los fieles, cuya cifra fue estimada por los organizadores y fuentes policiales en 200 mil personas, que participaron del recorrido de seis kilómetros en los que se recrean las 14 estaciones del martirio de Jesús.
En una entrevista que concedió al diario La Capital de Rosario, Peries afirmó: "Sé que Dios me dio una gracia, pero no puedo explicar en qué consiste. Va más allá de mis conocimientos. Soy un instrumento, yo nunca sané a nadie. El que cura es Dios. Yo invoco la gracia y luego la fe de la persona interviene. Es como dijo Jesús: tu fe te salva. Yo nunca dije que soy sanador, nunca. Sé que digo cosas a la gente o que toco el lugar donde hay un problema, y hay muchos testimonios de sanación y de gente que viene a agradecer, pero la sanación la hace Dios y depende en gran medida de la fe de esa persona".
Además, reveló como fueron sus inicios en la sanación de enfermos, al decir: "Me pasaron varias cosas con los enfermos de mi pueblo. Cuando tenía 12 años el párroco me invitó a visitar a los enfermos y cuando yo los tocaba me decían `padre, padre´. La primera vez fue con una viejita ciega que nos conocía de toda la vida, pero cuando yo la toqué me dijo `padre´. Le respondí: `No, no soy el padre´, pero ella me contestó: `Tu mano tiene calor sacerdotal´. Yo me asusté y no quise volver".
Luego agregó: "Un año más tarde me pasó lo mismo con otro señor que estaba medio ciego. Otra vez, lo toqué y dijo `padre´. Esta vez el párroco estaba conmigo y le dije que el padre estaba allí, que yo sólo era un amigo. El viejito me dijo: `Tu mano tiene calor sacerdotal. Entonces el cura fue muy bueno y me explicó que tal vez Dios tenía una vocación para mí y que podría ser el sacerdocio".