En la madrugada del Sábado Santo, como se recibe en muchas diócesis a los catecúmenos adultos, será bautizado en la parroquia Santo Tomás de Aquino de Logan, en la diócesis de Salt Lake City (Utah, el estado mormón), un profesor de filosofía que inició su proceso de conversión en septiembre de 2010, en Roma.
Se trata de Richard Sherlock, doctor en Filosofía por la Universidad de Harvard y profesor de esa disciplina en la Universidad de Utah, tras enseñar en diversos otros centros académicos del país en Memphis, Boston o Nueva York.
Todo un "cerebro" que nació en una familia mormona algo sui generis: su madre sólo practicaba a medias y su padre se convirtió al mormonismo muy tardíamente. Así que Richard no hizo los célebres viajes de misión de los jóvenes mormones por el mundo.
Es más, perdió pronto esas convicciones en cuanto empezó a estudiar filosofía en la Universidad: "No perdí la fe, sino que la cambié. Dejé de ser mormón para ser cristiano cada vez más profundamente, de una forma más intelectual y espiritual", explica en una entrevista concedida al website de la diócesis.
Según su hermano, ya era de facto un teólogo católico cuando se graduó en Harvard a finales de los setenta con una tesis sobre los llamados "derechos reproductivos" que le situaba en las antípodas de la cultura de la muerte, lo cual no deja de tener mérito en ese lugar y en esa época. Como también que a mediados de los ochenta enseñase en la universidad neoyorquina de Fordham que el control de nacimientos era "moralmente equivocado". Opuesto siempre al aborto y a la eutanasia, nunca se planteó sin embargo hacerse católico.
"En cierto modo he sido el último en darme cuenta de que era al catolicismo a donde realmente pertenecía", explica. Y eso que su compañero de habitación en Harvard, especialista en los Padres de la Iglesia, se lo había dicho: "Hace veinte años me dijo que por mi forma de pensar y de hablar tenía que hacerme católico. Yo sabía que él tenía razón, pero luego... la vida seguía su curso".
Intelectualmente católico, pues, hace tiempo, no fue hasta el otoño de 2010 cuando cambió su corazón.
"Comprendí Roma por primera vez durante una conferencia en un congreso sobre la obra del fenomenólogo y converso católico Dietrich von Hildebrand. Y asistí a una misa celebrada por el cardenal Raymond Burke. Su homilía fue magnífica y la bendición cayó sobre mi cuerpo como una descarga eléctrica. Fue un sentimiento, pero también algo más. Fue una comprensión de la verdad, una iluminación. Sentí lo mismo que al meditar sobre el Evangelio de San Lucas en la capilla del monasterio de Huntsville [comunidad trapense de Utah]".
Raymond Burke, de 63 años, hasta 2008 arzobispo de St Louis y desde entonces cardenal prefecto de la Signatura Apostólica, es uno de los prelados más próximos a la mentalidad de Benedicto XVI, y Dietrich von Hildebrand (18891977) uno de los grandes filósofos católicos del siglo XX, autor, entre otras obras, de El caballo de Troya en la Ciudad de Dios, una de las grandes reflexiones sobre la situación de la Iglesia en el postconcilio.
Este domingo, Sherlock recibirá por fin las aguas bautismales, que bañarán esa cabeza pensante que ya le había llevado intelectualmente a Cristo antes de que su corazón lo supiera: "Había estado en misa varias veces, pero nada podía haberme preparado, tras mi conversión, para lo que supuso mi primera Vigilia Pascual, recorriendo la capilla oscura en la procesión de las candelas".
"Cristo es la luz del mundo y nosotros somos su pueblo", concluye, ya en capilla antes del gran día.