Setenta años después de haber desafíado a los nazis y haber salvado la vida de dos niñas y un niño judíos franceses durante el Holocausto, Joseph Caupert, un sacerdote ya fallecido, y la hermana Marie Emilienne fueron honrados la semana pasada como “Justos entre las Naciones”, un reconocimiento otorgado a aquellos que con gran valentía ayudaron a rescatar a judíos de los campos de concentración.
Ninguno de los pequeños sabían que habían sido salvados hasta que en la década de los 90 uno de ellos comenzó a indagar su pasado, más de 45 años después de la caída del régimen de Hitler.
Ambos religiosos, el sacerdote representado por su sobrino, fueron galardonados con una medalla y un certificado de honor en una ceremonia celebrada en el Museo del Holocausto de Jerusalén y en la que estuvo presente Gabriellle Hochman, una de las niñas sobrevivientes al ser escondida en el orfanato católico supervisados por el sacerdote y la religiosa.
En 1923 David y Hella-Zyssa Hochman dejaron Polonia para dirigirse a Francia, estableciéndose en la ciudad de Metz. Allí tuvieron dos niños, Annie y René, y luego de la invasión alemana en 1940 se mudaron a Niza, donde nació Gabrielle (en la foto junto con la hermana Marie).
Tres años después, las fuerzas italianas gobernaron la región luego de la ocupación nazi y los Hochman entregaron a sus tres niños a una organización humanitaria judía francesa, Oeuvre de Secours aux Enfants (OSE), entidad que salvó durante la guerra a aproximadamente 5.000 niños, incluyendo no judíos.
Los padres Hochman fueron a esconderse a otro lado, pero la madre fue enviada a Auschwitz luego de que la Gestapo la capturara cuando iba a visitar a sus hijos. Fue asesinada por los nazis el 2 de noviembre de 1942.
El padre, con ayuda de su cuñado católico, escondió a sus hijos en otro lado, en un convento en Mener bajo la supervisión del padre Joseph Caupert y la madre superiora Marie Rose Brugeron.
Ellos y la hermana Marie-Emilienne arriesgaron sus vidas al mantener en estricto secreto la identidad judía de las niñas, y la religiosa protegió a Gabrielle cuando estuvo en peligro de los nazis. Ella ni siquiera reveló la identidad judía de la niña a la monja que la estaba cuidando.
Luego de la guerra, el padre y sus dos hijas se reunieron pero nunca discutieron sus experiencias del Holocausto. El destino de su hermano René todavía es desconocido. Gabi comenzó a hacer preguntas en los años ’90 y se dirigió a la Asociación de Niños Judíos Escondidos durante el Holocausto.
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La OSE encontró su nombre en una lista de chicos que fueron escondidos en secreto. Viajó a Francia en 1994 para encontrarse con la hermana Marie-Emilienne, quien fue honrada tres años después en Mende.
A sus 90 años, la religiosa recuerda las constantes visitas de los nazis al convento. "La fuerza de Dios era la única luz en la oscuridad en aquellos días", rememora.
"La fe guió nuestras acciones, junto al respeto por la persona humana. El buen Dios dijo: ´Ama a tu prójimo como a ti mismo", añade.
Hoy Gabi es madre de dos hijas y una abuela feliz. Su hermana Annie, que también fue salvada de los nazis, desapareció en los años 60.