Patty Ryle Clay sacó su título de teología protestante en la Emory University de Atlanta y ejerció como pastora metodista durante 23 años. También su marido era ministro de la Iglesia Metodista Unida. “Fuimos una de las primeras parejas de clérigos de nuestra Convención de Georgia del Norte”, explica.
Al entrar en la Iglesia Católica en Pentecostés de 2009, en la parroquia de San Francisco de Asís de Blairsville, escribió: “había un cierto pesar en la renuncia a mis credenciales como clérigo metodista: nunca más celebraría la Eucaristía. Rumiaría ideas para sermones que quedarían sin escribir, palabras alojadas privadamente en mi pecho. El privilegio sagrado de enterrar un ser querido o bautizar un bebé quedarían como experiencias del pasado”.
Y sin embargo, Patty Ryle tenía muy claro a dónde le llevaba Dios. “No quiero ni necesito ser sacerdote, ni aunque se ordenara a las mujeres católicas; mi viaje ahora es distinto”, asegura.
Siempre se combinó en ella un temperamento solitario y rebelde con un firme gusto por lo contemplativo.
“Cuando reflexiono sobre mi pasado –el rosario que encontré a mis pies en el bosque cuando rezaba, a los 15 años; el lento darme cuenta de que he sido contemplativa toda mi vida; la atracción y afinidad que tenía con las místicas medievales, una nostalgia profunda por vivir en comunidad cristiana- me doy cuenta que todos esos factores me llevaron al punto de no retorno. Casi tomaron la decisión por mí. Todo lo que tuve que hacer fue levantarme ante el altar y aceptarlo”, escribe.
Patty recuerda, por ejemplo, cuando era una pastora en prácticas en una iglesia en Marietta. “Presenté a esa congregación, más baptista que metodista, la liturgia y el calendario de la Iglesia. Por primera vez en su vida, los miembros más ancianos recibían una cruz de ceniza en su frente, aprendían lo que eran los cuarenta días de Cuaresma y participaban en el lavatorio de los pies el Jueves Santo. Muchos practicaron por primera vez algún ayuno cuaresmal”.
Después, la tarde del Sábado Santo, algunos se juntaron para ir en coche a la misa católica del Monasterio del Santo Espíritu en Conyers. “nuestros corazones estaban listos para recibir la liturgia hermosa y dramática del Rito de la Luz cerca de la medianoche. El rito empieza fuera, alrededor de un fuego, como el que Pedro usaba para calentarse en Jerusalén. Los monjes y el abad cantaban salmodiando: Hermanos y hermanas en Cristo, en esta noche santísima en que Jesús pasó de la muerte a la vida, nos reunimos como Iglesia para observar y orar; esta es la Pascua de Cristo, en la que compartimos la victoria de Cristo sobre la muerte”.
Todas estas experiencias la fueron acercando a la fe católica. Vivió unos meses con unas monjas cistercienses en Noruega. Siguió profundizando en la vida de oración y tratando de vivirla como una laica, casada, en el mundo, en lo cotidiano.
Hoy refleja sus pensamientos sobre Dios, la oración, el agradecimiento por el mundo y la Gracia en su blog MisticalUnionIncarnation (http://pattyryleclay.wordpress.com). Trabaja en una panadería y aprecia más que nunca las cosas sencillas.
No debate sobre apologética ni protestantismo, y no se siente muy cercana a las experiencias de muchos otros ex-protestantes, con un itinerario más teológico, como los de la red “Coming Home” (Volviendo a Casa). “¿Es posible ‘volver a casa’ en esta vida?”, se plantea, siempre ansiosa de Cielo. “Rezo para que siempre pueda abrir mi boca con asombro y maravilla y cantar la Canción que nunca acaba. Y rezo para que vosotros también lo hagáis”.