Era 1991 y a sus 27 años Beniamino Zuncheddu pastoreaba a sus ovejas en Burcei (Cerdeña) la misma noche que, a 25 kilómetros de su hogar, se cometió un triple homicidio. Tras el crimen, la policía presionó al principal testigo para acusarle sin pruebas como el principal autor de los hechos. Zuncheddu fue condenado a cadena perpetua, víctima durante 33 años de lo que hoy se considera el mayor error judicial en la historia de Italia.

Durante aquellos años estuvo en tres cárceles diferentes, a veces compartiendo una pequeña celda con once personas, con grandes dificultades incluso para lavarse y dormir. Una experiencia inhumana, dice, pero durante la cual pudo ayudar a los que estaban peor que él. Sacó fuerzas para resistir confiando en Dios y pensando en su familia.

Su suerte cambió en enero de este año, cuando el testigo principal reconoció haber mentido en el juicio e identificado al pastor obligado por la policía. Absuelto y fuera de prisión, perdonó al testigo, reconoció que no sentía odio ni rencor, y expresó un deseo al recuperar su libertad: ver al Papa Francisco.

A sus 60 años, Zuncheddu pudo verlo hecho realidad este viernes, cuando Francisco le recibió en audiencia privada en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. El expreso obsequió a Francisco con el libro escrito por su  abogado, Soy inocente, relatando su experiencia de cautiverio y perdón.

Tras conocerse personalmente en una cárcel de la ciudad de Cagliari, preso y pontífice siguieron en contacto, asegurándole este último que le incluía en sus oraciones.

"Para mí fueron una fuente de consuelo y esperanza. La reunión de hoy: una experiencia maravillosa. Nos agradecimos mutuamente", expresó.

En el encuentro con el Papa Francisco también estuvieron el abogado de Zuncheddu, Mauro Trogu, y su familia, el párroco y la alcaldesa del pueblo sardo del campesino.