“Seguimos sometiendo a San Francisco a la moda de la cultura moderna, he ahí el porqué viene siendo presentado como un contestatario, hippie, ecologista, etc. Y como hermanos franciscanos no estamos exentos de esta deriva”. Ya en un libro esclarecedor "Nuestro hermano de Asís" (Ediciones Mensajero de Padua), escrito hace más de 20 años, el padre Ignacio Larrañaga, hermano capuchino español, había puesto en guardia de aquellos que reducen a San Francisco a “una marioneta sin Dios”. Un peligro tanto más concreto hoy, según el religioso, porque “el hombre moderno ha sustituido a Dios por el propio yo”. Sacerdote franciscano, Larrañaga, en 1974 ha fundado los Talleres de Oración y Vida, un servicio eclesial extendido por más de 40 países del mundo, y es autor de numerosos best-seller de espiritualidad.
Verdaderamente enamorado de San Francisco y comprometido desde hace años en hacer emerger la cara profunda del Pobrecillo de Asís, la novedad del carisma franciscano que aparece claramente en los trabajos del medievalista Raúl Manselli (San Francisco de Asís y Los primeros cien años de historia franciscana, ambos publicados por San Pablo). Es la originalidad de un santo que como ha dicho Chesterton en un admirable retrato contracorriente (republicado recientemente en Lindau) es exactamente lo contrario de un soñador, “un hombre de acción” que no puede por cierto convertirse en “un protagonista de historias graciosas”.
- - Desgraciadamente la cultura moderna continúa presentando su figura según las modas del momento: he ahí el porqué nos lo encontramos como hippie, contestatario, ecologista… Es una tendencia que aunque sea de forma leve se propaga incluso entre los hermanos franciscanos de hoy. Muchos otros libros continúan ofreciendo a los hombres de hoy un Francisco sin Dios o un Dios en tono menor.
- - En el libro "Nuestro hermano de Asís" he querido profundizar en la interioridad de Francisco, para hacer resaltar su amistad con Dios. Porque sin el Dios vivo y verdadero, no se puede comprender el misterio de Francisco y el Santo puede ser catalogado solamente como un psicópata. Uno que declara su amor a la Dama Pobreza, que respeta las piedras y los gusanos, que es amigo de lobos y leprosos, que se presenta a predicar en ropa interior y que busca la voluntad de Dios dando vueltas sobre sí mismo como una peonza, nos lleva pensar solamente en una persona desequilibrada. Sin Dios, San Francisco puede asemejarse solamente a una marioneta bellísima, capaz de prodigiosas acrobacias. Por el contrario, es Dios el que hace sólida e integra su personalidad. Es Dios el convierte en sublime lo que parece ridículo.
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- Tomemos el film de Zeffirelli. Es un bello retrato “periférico” de Francisco. No nos ofrece la explicación del misterio de su alma. Todo aparece como un mundo mágico en el cual sólo un masoquista químicamente puro puede cumplir aquello que Francisco repite en aquella escena: someterse a una vida errante ofreciendo un rostro feliz en vez de un rostro avinagrado, usando la dulzura en vez de la aspereza, encontrar alegría en la pobreza … Todo esto presupone un largo caminar en el dolor y en la esperanza, en la práctica el paso transformador de Dios en la vida de un hombre. Y esto no se ve en el film.
- - Es difícil hoy hacer comprender a un joven que la castidad es un valor, porque vivimos en una sociedad completamente erotizada. Se puede comenzar a comprender el valor de la castidad solamente en el momento en que un joven se deja seducir profundamente por Jesucristo.
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- La Paz promovida por Francisco tiene una única raíz: Dios. Y esto explica también la fraternidad cósmica: la paz se refiere a todas las creaturas porque todas provienen de Dios. Pero ciertamente no se puede decir que los animales valen más que un embrión humano.
- - La felicidad de San Francisco brotaba del hecho de que su corazón rebosaba de la presencia vibrante y amorosa de Dios. El creía firmemente que la muerte no nos cierra las puertas de la vida, sino que por el contrario nos abre las de la vida eterna. De ahí nacen los egoísmos neuróticos, las luchas y tendencias a echarse a la calle.
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- Es una verdadera utopía moderna aquella que nos quiere siempre felices. Hay que contar con el sufrimiento que está siempre al acecho. La diferencia está en sufrir con la angustia o sufrir con la paz. En el primer caso, es ciertamente una desgracia. Pero la esperanza de Francisco sugiere que cuando tienes la paz dentro puedes soportar todo sufrimiento. Y esto sucede a aquellos que tienen al Dios vivo en su corazón.
- - El problema no está en el fracaso o el éxito, sino en dejar los resultados en las manos de Dios y permanecer en paz también en caso de contrariedad. Y el día después volver a combatir. Quien tiene la paz es una persona indestructible, y a pesar de los muchos e imprevistos fracasos, al final será siempre un vencedor.
Traducido por José Martín Alonso