Una de las ofensivas más potentes de la ideología de género en este momento es la transgénero. Una vez que en muchos lugares se han logrado los objetivos reclamados por los colectivos gays ha llegado el turno del lobby trans.
Tras años de empuje desde el ámbito de la política y de la propaganda en medios de comunicación, cine y series, e incluso en la educación, son miles de personas, muchos de ellos menores de edad, los que están tomando una decisión sin evidencia científica que cambiará irremediablemente su vida, o directamente la perderán.
Estos cambios de sexo repentinos que implican bloqueadores hormonales primero e incluso intervenciones quirúrgicas que suponen la extirpación de sus órganos sexuales son cada vez más frecuentes, y provocan grandes dramas personales y familiares.
El adolescente muerto en pleno proceso
Recientemente, en Reino Unido se ha conocido un caso que ejemplifica esta confusión generalizada que privilegia la ideología a la ciencia. Y además el suceso producido en Escocia mezcla otros debates morales que añaden si cabe más drama a este asunto.
Se trata de “Ellie Anderson”, un adolescente escocés transexual de 16 años que falleció el mes pasado por causas “no determinadas” tras iniciar la terapia hormonal para ser mujer. Sin embargo, en ninguna información como la que ofrece la BBC se profundiza en los motivos de la muerte y la relación con estas terapias.
Hace unos días nacía SEGM, la Sociedad para una Medicina de Género Basada en la Evidencia, formada por profesionales médicos que alertan de estos tratamientos y recordaban que ya hay estudios que demuestran una asociación con muertes prematuras, altas tasas de suicidio, complicaciones cardiovasculares y desajustes óseos.
Pero el caso no ha quedado en la triste muerte de este adolescente escocés sino que su caso ha salido en los medios de comunicación debido a lo siguiente: dos años antes, cuando apenas tenía 14 años, había congelado su esperma para que en el futuro ya tras el cambio de sexo pudiera tener dos hijos a través de un vientre de alquiler y una donante de óvulos. Era su sueño.
La madre asegura que no parará de luchar hasta que pueda utilizar el esperma congelado de su hijo
La lucha legal de la madre
Su madre asegura que quiere defender el legado de su hijo y quiere convertirlo en padre/madre una vez muerto. “Cuando era adolescente retrasó los bloqueadores hormonales para salvar su esperma y permitirle tener sus propios hijos biológicos", contó la madre a la BBC”.
En su intervención, añadió que “me había hecho prometerle que si le pasaba algo, sus hijos serían traídos al mundo. Voy a hacer todo lo que pueda para cumplir sus deseos, no sólo por ella, sino por cualquier otra persona que esté atrapada en esta posición. Encendió fuego en mi interior y quiero hacer realidad sus deseos”.
Su objetivo pasa por utilizar ahora el esperma de su hijo menor recientemente fallecido para contratar un vientre de alquiler y una donante de óvulos. Sin embargo, tal y como recoge Mercatornet, esto no es actualmente legal en Reino Unido puesto que en estos casos el esperma debe ser destruido.
En el caso de que el joven hubiera tenido pareja, éste podría haber tenido derecho a pedir la conservación del esperma. Pero su madre no se da por vecina y asegura que agotará todas las vías legales para conseguirlo.
El debate ético
“Lo que estamos tratando de lograr es obtener una orden del tribunal para que la madre de Ellie tenga derecho a utilizar su esperma para el propósito que pretendía, que es crear un hijo genético suyo y un nieto para la señora Anderson”, afirma el abogado. Si esto no prospera, el siguiente objetivo es comenzar una campaña para cambiar la ley escocesa.
Pero el debate ético y moral sobre este tipo de casos vuelve a brillar por su ausencia al quedar ensombrecido por la vía sentimental, que es el gran aliado de la ideología de género frente a la ciencia.
Los bebés no son premios ni trofeos
En el caso de que la madre de Ellie lograra su objetivo nacerían uno o dos bebés sin madre ni padre. Todo niño tiene un derecho internacionalmente reconocido a tener padres. No existe, por otro lado, un derecho a ser padres.
En este caso concreto, lo que Louise Anderson quiere es un recuerdo de su hijo, un ser humano creado para honrar su memoria. Pero los seres humanos existen por sí mismos, no como trofeos.
Otra tragedia de este suceso es que este adolescente murió en un estado de profunda confusión sobre su vocación biológica de ser padre. Ser padre es más que ser un donante de esperma. Es un profundo sentido de responsabilidad personal engendrar, amar y cuidar a otro ser humano en una relación comprometida con una mujer amorosa.
En él, implicaba reducir su masculinidad a un accidente biológico para después destruir sus órganos reproductivos masculinos para más adelante contratar a una mujer para gestar un embrión.