Catalina Fiodorovna Kolyshkina creció en el seno de una familia profundamente cristiana de raíz ortodoxa, en la Rusia prerrevolucionaria de 1896. Hacía pocas semanas que había sido coronado el Zar Nicolás II, y la pobreza sacudía con dureza el Imperio Ruso. Era cuestión de tiempo que estallase la Revolución Bolchevique, a la espera de que Lenin regresase de su exilio. Tras desatarse la Revolución, Catherine comenzó una vida de huida, exilio y peligro que le llevaría a recorrer el mundo en busca de Dios y de los más necesitados.
Joven, rusa y ortodoxa de formación católica
Catherine nació el 15 de agosto de 1896, en Novgorod, en una rica familia aristocrática. Cuando tenía tan solo 6 años, su familia fue destinada a Egipto, donde pudo asistir a una escuela católica dirigida por las Hermanas de Sión.
Poco después de cumplir los 15 años, Catherine se casó con su primo, el aristócrata Boris de Hueck. Pero la paz y la felicidad del joven matrimonio no duraron mucho: en julio de 1914 la Primera Guerra Mundial sacudió el continente europeo.
Prometió entregar su vida a Dios si se salvaba
Su marido fue enviado al frente como ingeniero. Mientras, Catherine se ofreció como enfermera de las tropas del Zar en el frente alemán, donde fue condecorada por su valentía en la línea de fuego enemiga.
Durante la Guerra, Catherine fue capturada y condenada a muerte por inanición. Se debatía entre la vida y la muerte, cuando le prometió a Dios consagrarle su vida si Él la salvaba. Fue rescatada milagrosamente. Concluida la guerra, Catherine y su esposo vieron sustituido un horror por otro cuando comenzó la Revolución en Rusia. Tras escapar de la muerte a manos de los bolcheviques, el joven matrimonio se exilió.
De aristócrata ortodoxa a católica en la pobreza
Fue entonces cuando Catherine cumplió su promesa. Sin nada y en la pobreza, lejos de su hogar y tras haber vivido los horrores de la Guerra, sintió que había nacido a una nueva vida.
Muchos de sus familiares habían sido asesinados. La Revolución había destruido su mundo. Ella entendió lo sucedido como una trágica consecuencia del fracaso de una sociedad que se suponía cristiana en encarnar su fe, y comprendió la hipocresía de quienes proclaman seguir a Cristo pero no Le sirven en los demás. En 1919, se convirtió al catolicismo y solicitó su admisión en la Iglesia católica.
Los inicios de su conversión fueron años de extrema pobreza. Tras su llegada a Canadá en 1921, Catherine y Boris tuvieron a su hijo George. Con su esposo debilitado y enfermo tras la guerra, la joven aristócrata tuvo que dedicarse durante años al servicio doméstico para mantener a su familia. Pero su esfuerzo no impidió que su matrimonio se viniese abajo: el adulterio y los abusos sufridos por parte de su marido motivaron su separación y finalmente la anulación de su matrimonio.
Quería entregárselo todo a Dios y a los pobres
Años después, Catherine logró prosperar económicamente gracias a su oratoria y su talento como conferenciante. Sin embargo, durante una conferencia en 1939 comprendió que su conversión no bastaba para dar por cumplida su promesa. Quería entregárselo todo a Dios y a los más pobres.
Catherine ya sabía lo que era gozar de los recursos propios de una familia aristócrata. También lo que implicaba la pobreza de una familia exiliada tras la guerra. Sin embargo, este momento fue nuevo para ella: quería entregarlo todo, y vivir en la pobreza voluntariamente, dócil al mandato de Cristo: “vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, y sígueme”.
Catherine Doherty con San Juan Pablo II.
Pionera del apostolado de los laicos: la Casa de la Amistad
La aristócrata de Novgorod estaba en Canadá cuando tomó esta decisión: quería consolar a los más pobres como si lo hiciese con el mismo Cristo. Siguiendo aquellas palabras del Evangelio, vendió todo lo que tenía y destinó sus ganancias en atender a su hijo y a los más necesitados.
Tras una primera estancia en los barrios bajos de Toronto, Catherine reunió un grupo de contactos con quienes fundó su primera Casa de la Amistad. En plena Gran Depresión, decenas de hombres y mujeres trataron de paliar en este apostolado los estragos de la crisis económica entregando comida y ropa a los más afectados por el Crack de 1929.
Apostolado y matrimonio en Harlem
Su primera experiencia en Toronto no fue duradera. Poco después, un sacerdote estadounidense y líder del Movimiento de los Derechos Civiles, el padre John LaFarge, invitó a Catherine a comenzar su apostolado de las Casas de la Amistad en Harlem. En 1938, las calles de aquel barrio eran un auténtico foco de pobreza, y Catherine levantó toda una comunidad con la ayuda del cardenal Patrick Hayes y Francis Spellman.
Los medios de comunicación se hicieron eco de su actividad. “En Harlem, por casualidad, conocí a una mujer rusa”, escribió el periodista Edward J. Doherty en 1940. “Era la baronesa Catherine de Hueck, fundadora de la Casa de la Amistad, un asentamiento social que fomentó avanzadas ideas de ayuda para los pobres, y difundió el catolicismo de mil maneras”, explica.
Catherine, con su marido Eddie, por cuyo apellido es hoy conocida.
Quedó admirado por su labor. “Me enamoré del lugar, de los jóvenes que trabajaban bajo la dirección de la baronesa, y finalmente, por supuesto, me enamoré de ella”. Tres años después de aquella entrevista, Edward y Catherine se casaron en 1943.
Una esperanza renovada en Canadá: Madonna House
Tras su nuevo matrimonio, Catherine y Edward comenzaron su apostolado con una esperanza renovada. Era 1947, y su apostolado en Harlem no había prosperado. Catherine nunca pensó que el viaje que realizó entonces junto con su marido a Combermere (Canadá) se convertiría en su etapa apostólica más fructífera.
Una vez asentados en aquel pueblo del sureste de Ontario, Catherine comenzó a atender las necesidades de sus vecinos como enfermera. Sin embargo, no tardó en responder a la llamada del apostolado, y fundó junto con su marido el periódico Restoration.
La actividad apostólica del nuevo matrimonio residente en Combermere comenzó a ser un foco de atracción de nuevas iniciativas. Catherine y Eddie fundaron un centro de formación para el apostolado laico y poco después, el matrimonio se consagró a la Virgen. Fue tras esta oración cuando decidieron emprender el último y más grande de sus apostolados: Madonna House.
Portada del diario "Restoration".
Nuestra Señora de Combermere
En 1947, Catherine y Eddie culminaron sus proyectos de vida apostólica. Junto con sus vecinos y residentes de Combermere, fundaron Maddona House, una nueva comunidad presidida por la imagen de Nuestra Señora de Combermere. Su carisma, encontrar las ocasiones de santidad en los momentos cotidianos de la vida.
Desde aquel año, el matrimonio comenzó a recibir en su hogar a todos aquellos que querían aprender del apostolado realizado por los Doherty. Cinco años después, los tres primeros voluntarios se comprometieron con el estilo de vida que Catherine estaba enseñando. Eran los primeros miembros de Madonna House. Catherine y Eddie prosiguieron su vida apostólica en hasta que Eddie, en 1975, y Catherine, en 1985, fallecieron en su residencia de Combermere.
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