Peter Kindness tiene a sus 80 años una amplia historia vital que le llevó a convertirse al catolicismo hace unos 20 años tras haber sido un líder sindical en Australia, seguidor de las políticas de izquierdas e incluso detenido en varias ocasiones por su activismo sindical.
Sin embargo, este hombre experimentó una experiencia muy cercana a la muerte, que le transformó profundamente, y le hizo defender la vida que a él le había regalado Dios cuando estaba desahuciado por el cáncer. Desde entonces se convirtió en un activo defensor de la vida, luchando contra las leyes del aborto que defienden sus antiguos correligionarios políticos. Y como consecuencia de esta defensa de la vida encuentra a Dios de manera clara como el “gran creador del universo”.
La maravilla de la Creación
A sus 80 años, Peter dedica buena parte de su tiempo a dos cosas: observar las aves, “¿cómo puede la gente no creer en el gran creador del universo? Es la maravilla de la creación”. La otra es su defensa del no nacido, y su lucha contra el aborto.
En una entrevista con Catholic Leader, este antiguo líder sindicalista asegura que ve una conexión clara entre su pasión por la observación de aves, el misterio de la creación y la importancia de defender los derechos de los no nacidos. “Dios nos creó, cada vida que surge es un regalo de Dios”.
Pero no siempre vio esa relación. Durante su juventud fue secretario adjunto del sindicato ATA en la región de Brisbane y era simpatizante del Partido Laborista, la izquierda australiana. Durante las protestas contra el gobierno conservador llegó a ser detenido.
Pero no se arrepiente de lo que hizo. Entonces era anglicano y tenía fe, por lo que asegura que actuaba para “proteger los medios de vida de las personas en el trabajo y asegurar que sus familias pudieran vivir con un confort razonable y disfrutar de los beneficios de nuestra sociedad”. Ahora, afirma, “ha perdido la fe” en el movimiento obrero que apoya el aborto, es decir, el asesinato del más indefenso, así como el matrimonio homosexual.
Peter creció en una familia anglicana, incluso en un tiempo llegó a considerar el sacerdocio, pero acabó convirtiéndose al catolicismo tras ingresar en el Camino Neocatecumenal de la parroquia de los Ángeles Custodios de Wynnum.
El cáncer que transformó su vida
Una experiencia cercana a la muerte le hizo profundizar totalmente en el misterio de Dios, que todavía hoy le tiene fascinado. Los médicos le diagnosticaron un agresivo tumor en el pulmón y le dieron seis meses de vida.
En su dolor, recuerda rezar a Dios: “Señor, cuando muera y vaya a ti, quiero ser digno de ti. ¿Qué quieres que haga? ¿Hacer las paces con las personas que he hecho daño o destruido?”.
Aquella noche, recuerda, “una voz vino a mí y me dijo: ‘Peter, vendrás tal y como eres’”. Y confiesa que a la mañana siguiente se despertó como una persona diferente.
Un día antes de someterse a la cirugía en el pulmón realizaron a este australiano una radiografía final que revelaba que el tumor se estaba reduciendo y que no hacía ni falta la intervención quirúrgica.
“Había aceptado que iba a morir, y ahora reza a Dios diciendo: ‘Me has devuelto la vida, ¿qué quieres que haga con esto?’”, preguntó. Sin embargo, nunca olvidará la respuesta que recibió: “No quiero nada, el don de la vida es gratis”.
Pero entonces valoró todavía más aquel “don de la vida” y lo centró en el ser más indefenso, el feto. Y más ahora que en Queensland, su región, acaba de aprobar una ley del aborto. “El problema es que (los partidarios) hablan de que se trata de una problema de salud de la mujer, pero muchas, muchas veces, la mujer no tiene otra opción debido a las presiones que se le imponen”, explica.
Peter realizaba un curso de educación clínica pastoral en Lifeline cuando recibió la llamada de una mujer a la que sus amigos la habían llegado a convencer de que su tercer embarazo arruinaría sus planes futuros de una unas vacaciones en el extranjero con su marido.
Buscó consejo en una clínica de planificación familiar y le aconsejaron que abortara, y ella acabó matando a su hijo. Abatida por lo que había hecho, acabó llamando en varias ocasiones a este grupo provida y que lucha contra el suicidio. Estaba desesperada, necesitaba a alguien que le quitara el dolor y la pena insoportable que estaba sufriendo por el crimen que había cometido.
"Rezo por ella y por su familia"
“Cada vez que lo recuerdo, rezo por ella y por su familia”, afirma Peter, que insiste en un hecho clave en este debate: “además de quitarle la vida a un niño el aborto ha marcado a esta mujer para vivir en pena el resto de su vida”.
“Rezo para que el Gobierno de Queensland se replantee y esté mejor informado antes de seguir adelante con su plan mal concebido que traerá tanto dolor y sufrimiento a las mujeres mal aconsejadas”, afirma este anciano pero activo militante provida y católico.
Por ello, no duda en rescatar su ímpetu de joven sindicalista para intentar dar la vuelta a esta decisión. Está dispuesto a ir a la casa de los parlamentarios. Llevará con él todos los argumentos necesarios.