La historia de Lucy Hussey-Bergonzi se ha convertido en uno de los temas estrella de la prensa británica en estos días. Aunque los hechos tuvieron lugar en 2009, su familia los ha dado a conocer ahora, en lo que podría ser un milagro sucedido en la persona de una niña que entonces tenía 13 años.

Lucy había superado el casting de Harry Potter y el misterio del príncipe y a principios de ese año había grabado una escena de la película como extra. Pocas horas después sufría un colapso general que obligó a su internamiento en el Great Ormond Street Hospital de Londres.

Los médicos detectaron una hemorragia cerebral severa, que dejó a la niña en coma. El origen era una malformación arteriovenosa congénita, un problema que no se detecta hasta que tiene lugar una crisis como la que padeció Lucy.

Si los daños no son graves, en algunos casos la lesión puede mantenerse controlada con fármacos y el paciente hace una vida normal, aunque siempre con el riesgo vital de una posible rotura de vasos. Pero, por desgracia, no era el caso de esta joven actriz londinense.

Un equipo de cirujanos la sometió en coma a dos operaciones, pero la conclusión fue unánime, y transmitieron a los padres su pronóstico: Lucy no sobreviviría.

Denise, su madre, le dijo entonces a Robert, su padre, que quería bautizarla católica. "En aquel momento", explica, "estaba convencida de que iba a morir, y quería darle al menos lo mejor para la otra vida". Sólo habían pasado cinco días desde la desgracia inicial.


El día fijado para la ceremonia, tras un rato de oración ante su cama, donde Lucy yacía intubada y rodeada de máquinas, el sacerdote dejó correr unas gotas de agua sobre su cabeza para bautizarla.

"En ese momento, Lucy levantó un brazo", cuenta Denise: "Al principio pensé que estaba teniendo un ataque, pero... veinticuatro horas después le habían quitado todos los tubos y la habían desconectado de todas las máquinas".

Las enfermeras mismas lo consideraron un milagro: "Y cuando le pregunté a los médicos cómo Lucy había vuelto con nosotros, me dijeron que no podían explicarlo. Todavía hoy no saben cómo o por qué volvió en sí".


Actualmente Lucy, que tiene 16 años, mantiene una vida de estudiante normal, aunque tiene un logopeda para recuperar completamente el habla y hace rehabilitación para mejorar el movimiento de sus piernas. Eso, y algunos dolores de cabeza, son las secuelas de su gravísima situación.

Pero está viva, y nadie sabe cómo pudo superar la devastación sufrida por su cerebro. "Debió ser duro volver a aprender a hablar y andar, pero apenas lo recuerdo. Sólo recuerdo la amabilidad y el cariño de mis amigos y familiares", evoca Lucy, que ve las cosas con optimismo y determinación: "Los médicos decían que fue un milagro. Yo lo creo también. No puedo hallar otra explicación".