Luke Kornet dejó la Universidad de Vanderbilt (Tennessee, EE.UU) en 2017, habiendo sido el mayor reboteador de su historia y récord de todos los tiempos de la NCAA en triples. El éxito había llegado a su vida, sin embargo, las lesiones le dejaron con grandes dudas sobre su capacidad para jugar al más alto nivel. Dudas que resultarían muy valiosas para este padre de dos hijos, ya que le impulsaron a profundizar en su fe católica.
Kornet tiene ahora 28 años y acaba de ganar el Campeonato de la NBA con los Boston Celtics. El jugador concede una entrevista a National Catholic Register en la que habla de sus retos como jugador, de su familia, y, sobre todo, de su fe en Dios.
Su devoción por los santos
"Hace tres años nunca habría pensado que fuera a ser posible. Acababa de someterme a una cirugía de reconstrucción del tobillo y había vuelto a la G-League, la liga menor de la NBA (...). Esta situación me puso de frente a mi orgullo y a revisar mi papel como marido y padre. Se convirtió en un momento crucial para mi fe. Tuve que decidir el tipo de persona y jugador que quería ser. Enfrentarme a mí mismo y responder a esas preguntas ha hecho que estos últimos tres años sean los mejores de mi vida", comienza diciendo.
"Todavía me cuesta equilibrar mi agitada agenda de viajes con ser un marido y padre comprometido, aunque, ahora, experimento una alegría mayor que la que experimenté cuando vivía solo para el éxito personal. La verdadera alegría es seguir el camino con mis compañeros y, especialmente, el tomarme un momento a solas con mi mujer, sabiendo lo que Dios ha hecho a lo largo de nuestra vida como matrimonio", añade.
Pero, si hubo una lección que llevó a Luke a Dios esa fue la aceptación del sufrimiento. "La aceptación del sufrimiento ha sido la lección más transformadora de estos últimos tres años. Pensaba que el sufrimiento, si era posible, debía evitarse, o si no, que era un desafío que teníamos que afrontar solos. Pensaba que los santos eran personas que simplemente se esforzaban, con mejor fe que la mía", comenta.
"Hasta que pasé por un sufrimiento que no podía ignorar, llegué a un punto realmente bajo en mi vida y en mi matrimonio, y allí experimenté a Cristo con su amor tierno y misericordioso, en lugar del juicio y la crítica que yo esperaba. Esa experiencia transformó mi vida. El Evangelio y los santos han adquirido un significado completamente nuevo para mí. Ahora veo la pasión de Cristo como una validación de los sufrimientos de mi propia vida y una afirmación de que Él desea caminar conmigo en ellos", añade el deportista.
Para Luke, la Eucaristía se ha vuelto algo fundamental. "Ahora quiero estar plenamente presente en misa, dándome cuenta de que Cristo vive en mí y que está unido a las alegrías y a los sufrimientos que experimento en mi vida. Tampoco veo ya a los santos como personas distantes sino como amigos íntimos que lidiaron con sus propias debilidades e inseguridades y que fielmente dejaron que Cristo entrara en sus vidas", asegura.
De hecho, fueron dos biografías de santos las que le hicieron cambiar su visión. "Las biografías de GK Chesterton sobre San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino me hicieron darme cuenta de los sufrimientos tan humanos de los santos. Todavía me cuesta aceptar mis sufrimientos, pero ahora busco cómo Dios puede acercarme más a Él. Como dijo Santa Catalina: 'Si somos lo que Dios quiere que seamos, prenderemos fuego al mundo'", relata.
La misa diaria ha sido otro de sus grandes descubrimientos. "Me encanta ir a misa diaria. Cuando era niño, teníamos una misa en el colegio los viernes, pero nunca se me ocurrió ir en un día laborable. Ahora viajo mucho como jugador, pero la Iglesia es mi hogar allá donde quiera que vaya. Durante los últimos dos años he ido a misa cada partido fuera de casa y, con mayor frecuencia, cuando estaba en casa con la familia", confiesa.
"La adoración eucarística es un tiempo que me gusta pasar con Cristo. Algunos días puedo hacer una Hora Santa completa y, otros, solo unos minutos, mientras camino a casa después del entrenamiento. El Rosario se ha convertido en una devoción diaria que hemos adoptado como familia, así como la Letanía de San José, quien se convirtió en un padre espiritual después de leer Consagración a San José, del Padre Donald Calloway", añade.
Pero, si hay algo que le gusta a Luke, y a su familia, es celebrar las fiestas de los santos. "Sinceramente, nuestra costumbre favorita como familia es celebrar las diferentes solemnidades y las fiestas de los santos con una comida o un postre temático y tomándonos un tiempo para leer algo sobre sus vidas", relata.
Con dos metros y quince centímetros de estatura, Luke tiene grandes problemas para recibir el sacramento de la penitencia. "La mayoría de los confesionarios no se construyeron pensando en personas de dos metros. A menudo tengo que agacharme y encontrar una manera de retorcer mis piernas para no quedarme fuera. Eso sí, en misa siempre tengo que bajar el reclinatorio del banco de detrás para no darme cuando llegue el momento de arrodillarse. La Iglesia es universal y tiene una talla única de alma, pero poner bancos y confesionarios xl estarían bien", comenta con gracia el jugador de la NBA.
La eficacia de la penitencia
Hace un tiempo, Luke, junto a su cuñado y algunos amigos, comenzaron una experiencia de 90 días de duchas frías, sin bebidas ni bocadillos, llamada Éxodus 90. "Ese tiempo abrió mi vida a la eficacia de la penitencia, quitando los apegos a este mundo y profundizando en la fe. Junto a las Horas Santas, esto preparó mi alma como la parábola del sembrador. Esos días fueron un punto de inflexión en mi vida espiritual y en la de mis amigos. Mi cuñado ahora se está formando con los dominicos de la Provincia de San Martín de Porres", comenta.
Sobre la figura de Joe Mazzulla, su entrenador en los Celtics, y también muy católico, Luke cuenta que, a veces, van juntos a misa. "Hay miembros del equipo que son católicos y los domingos que estamos fuera tratamos de sacar tiempo para ir a misa juntos. Muchas veces voy solo y me encuentro a Mazzulla en el vestíbulo del hotel saliendo para hacer lo mismo. Es un hombre de convicción, estoy agradecido de tener un líder que es firme en su fe y comprometido a servir al grupo. Él sabe a quién le ha llamado Dios a servir y hace todo lo posible para responder a ese llamado", apunta.
Luke ha recorrido numerosas iglesias de todo el país cada vez que su equipo juega fuera de casa. "He tenido la suerte de haber sido acogido por comunidades de diferentes ritos, culturas e idiomas. Cada iglesia es un testimonio de los fieles de generaciones pasadas, que dedicaron su tiempo, habilidades y recursos para construir un hogar duradero donde ahora podamos adorar a Dios", explica.
Sobre lo que hará cuando se retire, Luke comenta que le gustaría evangelizar y ser diácono. "Estoy preparado para ser entrenador o profesor, pero, también, me gustaría hacer algún tipo de evangelización. También estoy interesado en ser diácono, si Dios me llama a hacerlo. Como mínimo poder servir de manera más rutinaria en mi parroquia. Sólo quiero escuchar a Dios, seguirlo y, mientras tanto, crecer como marido y padre", comenta.
Luke tras ganar el anillo de la NBA.
"Simón Pedro es mi nombre de confirmación. Pedro ha sido una figura central en mi crecimiento en la fe. Su vida es un gran testimonio de la misericordia de Jesucristo. Es alguien a quien siempre podemos recurrir en nuestros tiempos de fracaso. La transformación de Pedro, desde su negación hasta ser el primer Papa y su martirio, puede darnos confianza en el poder total de Cristo", concluye.