Johan Huibers tiene 52 años, es empresario y el sueño de su vida era construir una réplica exacta del arca de Noé tal como Dios le encargó al patriarca que la fabricase. Y está a punto de conseguirlo.
A final de año quieren dar la obra por concluida, y para eso están trabajando una cincuentena de personas, unos asalariados, otros voluntarios, y entre ellos su hijo Roy, quien confiesa a la edición suiza de 20 Minutos que al principio consideró la idea algo "extraña", pero ahora la ve "estupenda".
Y eso que no es la primera vez. Huibers hizo una primera versión de setenta metros en 1992, pero la actual, que tiene exactamente las dimensiones que señala la Biblia, llega hasta los 150 metros de eslora, 25 de manga y 15 de calado. La tiene situada en el canal del Marwede, en Dordrechte, al sur de Holanda, y cuando la termine incluirá una sala de exposiciones y de conferencias y un restaurante, de modo que sirva de atracción turística.
Pero no sólo es un negocio. Huibers, que es un devoto protestante, dice que "quiere hablar de Dios a la gente", y pensó "construir algo que explique concretamente la Biblia". De hecho, el arca será un Museo de la Biblia con capacidad para 1500 personas, y donde podrán apreciarse reproducciones de 800 especies animales, en un barco fabricado con madera de pino sueco, el más acorde a las características resinosas de que hablan las Sagradas Escrituras.
Cuando el buque esté rematado, no se quedará en secano. Huibers quiere cruzar con él el Canal de la Mancha y amarrarlo en el puerto de Londres para cuando lleguen las Olimpiadas de 2012, con propósito evangelizador.