La religiosa franciscana Alba Stella Barreto ha muerto de cáncer después de haber vivido más de 30 años en los barrios más peligrosos de Aguablanca (Cali, Colombia), ayudando a los jóvenes a dejar las bandas y la delincuencia, apoyando a las madres solteras y familias desplazadas a ordenar mejor su vida en un entorno muy hostil, denunciando el olvido en que algunas autoridades mantienen a muchos barrios conflictivos.
Falleció este domingo 24 de febrero, según confirmó el arzobispo de la capital del Valle del Cauca, Darío de Jesús Monsalve. Colombia la va a recordar como una gran promotora de justicia y superación entre los jóvenes, mujeres y familias más vulnerables.
Una mujer muy valiente en ambientes peligrosos
Muchos recuerdan que era asombrosamente valiente. “No tengo miedo. No lo he tenido nunca”, había declarado a veces. En cierta ocasión se plantó firme en medio de una calle mientras grupos violentos se enfrentaban y dijo con voz firme: “¡Se me van todos de aquí a hacer sus cosas a otra parte!”. En 2015 murieron 445 personas por enfrentamientos entre bandas en Cali, la mitad en Aguablanca.
En otras ocasiones, jóvenes delincuentes la asaltaron con cuchillos para robar su teléfono y otros enseres... al cabo de un tiempo, se los devolvieron, cuando supieron de quién se trataba. “Perdón, hermana, es que a usted no le podíamos hacer eso”, le dijeron.
La religiosa fundó en 1987 su fundación "Paz y Bien" en el barrio Marroquín. No dejó su dirección hasta hace pocos meses, por su enfermedad. Allí atendía mujeres víctimas de la violencia, desplazados por el conflicto armado, jóvenes tentados por las pandillas, chicas menores de edad embarazadas sin hogar...
Reconocimiento de políticos y líderes sociales
El alcalde Maurice Armitage expresa que la de la hermana Alba Stella “es una pérdida enorme para Cali, pues ella era ejemplo de trabajo y tenacidad. Una mujer que desinteresadamente dedicó su vida a luchar por mejorar las condiciones de cientos de personas de escasos recursos que hoy lloran su partida”.
Francisco José Lourido, exgobernador del Valle del Cauca y presidente de la Sociedad de Agricultores y Ganaderos del Valle, manifiesta que “pocas personas como ella representaron la bondad y la vocación al servicio de los desprotegidos, ante quienes se arrodilló para protegerlos... su ejemplo perdurará más allá de la misión que cumplió en este mundo”.
El exdirector de la Agencia Colombiana para la Reintegración, Alejandro Eder, la considera una “Madre Teresa de Colombia”. “Con servicio y vocación ella siempre dedicó su vida a los más necesitados de nuestra ciudad. Ella es un ejemplo de que nos la jugamos toda o Cali no va a salir adelante. En sus últimos días siempre hablaba no solo de las mujeres de la comunidad que estaban siendo atendidas, sino de sus muchachos y que si seguían siendo juiciosos. El reto que tenemos los caleños es procurar que este trabajo no se pierda y que su obra perdure en el tiempo”, afirma Eder.
Creatividad para resolver problemas
El exalcalde Rodrigo Guerrero, que se declara amigo de Barreto desde su primer mandato, dice de ella: “A veces era seria y ruda en sus cosas, pero siempre comprometida. Era una mujer que tenía una creatividad muy grande para resolver los problemas sociales e implementó el modelo de Justicia Restaurativa, se inventó el Tecnocentro, un programa para campesinos. Ella contribuyó mucho a crear ese espíritu de solidaridad que hay en Cali con los desamparados”, cuenta el exmandatario de la ciudad.
La "Justicia Restaurativa" era una iniciativa que ella había conocido en Irlanda del Norte. Se aplicaba en delitos menores —quebrar una ventana, robar un objeto menor— y el objetivo es recomponer el tejido social; restaurar las relaciones en una comunidad después de un encuentro entre el infractor y la víctima, hacer acuerdos para reparar el delito (barrer las calles por ejemplo) y reintegrar al agresor a su entorno sin que la comunidad lo siga mirando como una amenaza.
“Es una de las religiosas que se insertó en la realidad de pueblos abandonados, de pueblos dolidos por la violencia en el suroccidente (de Colombia)”, dijo Jesús Darío González, exdirector del Observatorio de Realidades de la Arquidiócesis de Cali y una persona cercana a la religiosa.
Para Andrea Buenaventura, directora de la Fundación Delirio, la hermana Alba Stella Barreto deja una suma de enseñanzas que perdurará en el tiempo y se propagará a través de las 720 mujeres que integran la red de mujeres consejeras del Distrito de Aguablanca que formó y de los otros 4000 jóvenes que tocó con su frase insigne: “el tema no es reprimir, es dar oportunidades”. “Era una obrera de la paz en Cali", recuerda. "La hermana Alba Stella nos mostró que todos tenemos la chance de encontrar un sendero tapizado de esperanza y de bien”, añade Andrea Buenaventura.
Vocación a los 15 años
Barreto nació en Bucaramanga, Santander, donde estudió con las hermanas franciscanas de María Inmaculada. A los 15 años ingresó a la pastoral, antes de terminar su bachillerato y sin habérselo propuesto, y se empezó a formar como maestra. “Era un poco inquieta y un día una hermana me dijo: ‘¿Usted para qué va a servir en la vida?’. Yo no lo había pensado y le dije que ‘para ser monja como usted’. Ahí empezó la cacería y me agarraron”, dijo la hermana al programa En Blanco y Negro de Blu Radio en junio del 2013.
Estudió licenciatura en educación con énfasis en sicología en la Universidad Pedagógica Nacional, en Bogotá, y se especializó en Desarrollo Social. Fue decana de la Facultad de Educación de la Universidad de San Buenaventura durante cuatro años en la década de 1980.
Después, durante 9 años estuvo en el Cauca, haciendo trabajo pastoral con comunidades indígenas y campesinas. Fue testigo de la violencia del conflicto armado.
En 1987, llegó a Cali y comenzó su labor social en el Distrito de Aguablanca. Se quedaría a vivir en la zona y allí permaneció por más de 30 años luchando contra la exclusión, injusticia social y la violencia. En 2015, la Universidad San Buenaventura reconoció a Alba Stella con un Doctorado Honoris Causa por su labor en la construcción de una sociedad más justa.