El cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, ofreció este viernes una rueda de prensa internacional desde las oficinas centrales de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), en Berlín (Alemania). Fue introducido por Regina Lynch, presidente ejecutiva de ACN Internacional, y condujo la conversación con los medios María Lozano Berdié, directora de Prensa.

Pizzaballa agradeció a ACN su permanente labor de auxilio a los cristianos en todo el mundo, y en particular en Tierra Santa. “Gracias a eso podemos continuar con la vida de la Iglesia”, confesó en relación a las dificultades creadas por la guerra.

Una guerra que “tiene algo distinto en comparación con las anteriores”, añadió, apuntando a la matanza y secuestros de Hamás del 7 de octubre de 2023 como “un punto de inflexión”.

Tres elementos distintivos

Ese punto de inflexión se debe a tres razones.

Primera, “el nivel y el tipo de la violencia empleada” y su “impacto sobre la población”, tanto palestina como israelí;

Segunda, la devastación sufrida por la población: “Nada funciona hoy en Gaza”, dijo, recordando que el 90% de los dos millones de habitantes de la Franja están desplazados y que casi todas las viviendas están destruidas, de modo que “viven en tiendas, en condiciones muy pobres”. Indicó que Gaza necesita “ayuda de emergencia”, en la que incluyó no solo comida y medicinas, sino “la educación, porque es el segundo año en el que los niños no van al colegio, y si las cosas no cambian tampoco irán el año que viene”. A lo que sucede en la Franja hay que sumar el problema que supone para los palestinos que trabajan en Israel la práctica desaparición de las peregrinaciones, que son fuente de una gran cantidad de puestos de trabajo.

Tercera, “el nivel de odio que sientes en todas partes: el lenguaje de desprecio y de rechazo del otro es muy problemático”, lamentó Pizzabala: “La guerra terminará, antes o después, pero el odio todavía está ahí. Podemos reconstruir las cosas, pero ¿cómo reconstruir las relaciones entre las personas heridas por esta situación?”.

Puntos de esperanza

El enfoque del cardenal italiano, que lleva 35 años en Tierra Santa -donde fue también Custodio, justo antes del actual, Francesco Patton- dejó un mensaje de cierto optimismo en cuanto al futuro de la guerra: “Una vez que la guerra en el Líbano ha terminado, hay señales de que llegaremos a una situación nueva”.

El Adviento empezó en Tierra Santa con luces de esperanza. Un vídeo de los frailes de la Custodia a la que pertenece Pizzaballa como franciscano.

Sin embargo “no hay que confundir la esperanza con una solución política”, que “de momento” no ve: “La esperanza es una actitud de vida, es hija de la fe, de ver la realidad. La fe es creer en la presencia de Dios, que trasciende nuestra vida terrenal”.

Un acuerdo político es otra cosa. Cree que “ya hemos sobrepasado el punto culminante de la guerra de Gaza”, y es optimista con el impacto que puede tener el final de la guerra en el sur del Líbano: “Mi impresión es posible que en las próximas semanas o meses se llegará a una forma de acuerdo, pero el fin de la guerra no es el fin del conflicto”.

Pone como ejemplo lo que ya está sucediendo en Gaza: “Los soldados se han ido, ya no está Hamas, pero el gobierno de Israel no quiere que haya un gobierno local. Entonces, ¿cómo se va a reconstruir? Esto llevará años. Y estoy seguro de que la frontera con Isarel quedara herméticamente cerrada”.

El papel de los cristianos

El diálogo interreligioso ha quedado muy tocado, “judíos y musulmanes ya no se reúnen”. Por eso los cristianos, aunque son muy pocos de la población, tienen un papel que desempeñar: “Dado que somos pocos y no tenemos una agenda política, nuestra presencia da un tono distinto a los encuentros… En Gaza la Iglesia es de las pocas instituciones que ha podido traer comida y otros medios. Los discursos del odio cierran los horizontes y nosotros traemos un discurso de esperanza”.

Porque Pizzaballa insiste en que no estamos ante una guerra de religión: “Es un enfrentamiento entre comunidades religiosas, pero no por la religión. Es un enfrentamiento político donde la religión es utilizada en las luchas por el poder político”.

“El demonio quiere echarnos de Tierra Santa”

Por todo ello, el patriarca latino de Jerusalén señala que “el demonio quiere echarnos de Tierra Santa. Muchos dicen: ‘Son solo un 1,5% de la población, ¿no sería más fácil dejar que se fueran?’ Puede, pero no sería lo correcto. Los cristianos siempre hemos estado ahí, no hay razón para que nos vayamos. Además, la Tierra Santa es el lugar del testimonio de la Revelación. Mantener la fe y la memoria del Cristo histórico es esencial. La fe cristiana no es una narrativa, es una fe histórica: Dios se encarnó y vivó allí, y la presencia de los cristianos mantiene esa presencia. El demonio quiere echarnos de tierra Santa. Por eso no solo es importante que nos quedemos, sino que traigamos a los cristianos en peregrinación”.

E insiste en que es seguro peregrinar allí, sobre todo tras finalizar la contienda en el Líbano. “Es importante pensar en volver. Les animo a tener el valor de venir, las peregrinaciones son seguras. Belén, Nazaret, Jerusalén… son ciudades seguras, es importante venir y hay esperanza para el futuro”.

Pizzaballa quiso romper con la idea de pesimismo y decadencia: “No somos una Iglesia que esté muriendo, somos una Iglesia viva, con iniciativas pastorales, de formación para los niños, de creación de oportunidades de trabajo…”.

Un obstáculo que se encuentran los cristianos es que “hay mucha solidaridad entre musulmanes y judíos” porque tienen entidades políticas que los apoyan, pero “los cristianos no tenemos entidades políticas que apoyen a los cristianos por ser cristianos”. Las organizaciones internacionales, como la ONU, “no piensan en los cristianos, nos ven como una minoría y nos sitúan en esa dinámica: por lo general, la comunidad internacional no nos tiene en cuenta, no tenemos apoyo del lado político, pero sí sentimos la cercanía de la Iglesia universal”.

El “abuelo”

En cuanto a la parroquia de Gaza, “es la que menos se queja de la diócesis”, afirmó, dando cuenta de su talante heroico.

Una de las llamadas del Papa a los católicos de Gaza, hace un año. Desde entonces no faltan, cada día.

Todos los días a las siete de la tarde reciben una llamada de Francisco, que unas veces dura medio minuto, otras veces más. Se ha convertido en el status quo”, bromea, en alusión a la así denominada ley no escrita que caracteriza la convivencia entre las distintas comunidades cristianas en el Santo Sepulcro: “El Papa se ha convertido en el abuelo de los niños, el abuelo que les llama. Es un gran apoyo espiritual y psicológico”.

Los católicos de Gaza están preparando la Navidad, “como una parroquia normal, la vivirán lo mejor que puedan. Están todos juntos. Estamos intentando meter juguetes para que sea algo diferente para los niños”. No puede revelar cómo consiguen introducir allí comida y otros productos de primera necesidad, sobre todo por las dificultades de la frontera norte: “Pero somos muy cabezotas y no nos detenemos a pesar de los obstáculos”.

La situación en Alepo

Era especialmente interesante su opinión sobre la situación en Siria tras la entrada de los rebeldes en Alepo, la segunda ciudad del país: “Al inicio había mucho miedo. Después de los primeros días hay menos violencia. Los rebeldes intentan mostrar que no son violentos, que no están contra los cristianos”, y ha habido algún encuentro con los obispos latinos.

“Hay que apoyar sobre todo a los cristianos que han decidido quedarse en los momentos más difíciles. Muchos podían haberse ido, y ahora hay que ayudarles para mostrarles que no se equivocaron al quedarse”, concluyó.

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