Con 18 años, unos testigos de Jehová llamaron a la puerta de Manuel, un joven criado en una familia desestructurada a quien le prometieron la próxima venida de un mundo feliz, paradisíaco, sin tristeza ni dolor. Solo tenía que leer la Biblia. Manuel, que había sido bautizado y recibido la comunión, comenzó un camino al margen de la Iglesia que le llevó a conocer a su mujer, Francisca.

Ella nació en una familia cristiana, formada, y devota del rosario. Movido por la curiosidad, su padre acompañó a un amigo a una reunión de los testigos de Jehová. Años más tarde, aquella reunión desembocó en el abandono de la fe católica de toda su familia. Hasta el pasado 18 de agosto, cuando Manuel y Francisca fueron recibidos de vuelta en la Iglesia.

Un contacto social limitado y un culto basado en el proselitismo

“Que se vaya a predicar de casa en casa no significa que los Testigos se abran a la sociedad. Para ellos, los restantes fuera de los testigos se consideran mundanos, y deben evitar todo tipo de contacto más allá de lo imprescindible para estar libres de cometer pecado”, explica Manuel a la diócesis de San Sebastián.

La mayoría son buena gente”, concede Paqui, su mujer, si bien explica que “les han enseñado, de manera equivocada, la adoración que Dios quiere de nosotros”.

En su día a día, los testigos limitan el contacto con el mundo, la escuela o el trabajo, y a los niños se les recomienda que no tengan actividades extracurriculares o asociación con gente que no es testigo, afirma Paqui.

En cuanto al culto, “se aprenden la Biblia de memoria, pero cuando hay una reunión, no se hace un culto a Dios, sino más bien una enseñanza para ser un prosélito. El culto es mínimo”, observa Manuel. De hecho, concede Francisca, “se comienza con un cántico, una oración de apertura, pero posteriormente, en la Escuela del Ministerio Teocrático, se capacita para abordar a la gente, saber vencer objeciones… te van enseñando a atraer a la gente para que se hagan testigos”.

"El amor se apagaba y los saludos acababan pareciéndose una obligación"

Manuel recuerda que en un primer momento, fue recibido con una afectuosa bienvenida. Pero con el tiempo, empezó a ver que ese amor se apagaba, y los saludos iniciales acababan pareciéndose a una obligación con el paso del tiempo.

“No entendía por qué, el amor que recibía al principio, iba apagándose”. Un día, tuvieron un problema con un familiar de Francisca. Buscando solventar el problema por todos los medios, llegaron a acudir a “los ancianos” (el equivalente a los sacerdotes de la Iglesia Católica) pero nadie les ayudó. “Paqui tuvo que decirle a un anciano que el Espíritu Santo no estaba presente allí, y su respuesta era que si no lo creía, era su problema”.

Durante todo el tiempo, Francisca, que había sido educada junto a los testigos, siempre dio por sentado que eran la religión verdadera, y que el problema era de las personas. “La frialdad con que `los ancianos´ trataron el asunto hizo que nos fuésemos retirando. Lo que nos hizo mal fue que una hermana mía y su marido cuestionasen que estábamos muertos espiritualmente”.

El regreso a la Iglesia de Manuel y Francisca, antiguo matrimonio de testigos de Jehová. 

Una conversión imparable: "La Iglesia, fundamento de Cristiandad"

Lo que el matrimonio creía ser un conflicto debido a un desengaño personal acabó desvelando una profunda crisis espiritual. “Si yo, que soy miembro de los testigos y sabía que en el mundo, en las demás religiones o en la Iglesia Católica Dios no estaba, si descubría que tampoco estaba entre los testigos, acabé llegando a pensar que Dios no existía”, cuenta Francisca.

“Mi mujer empezó a leer la Biblia. Le dije que no quería saber nada de eso, pero acabamos leyéndola juntos, y pensamos: `¿Qué es lo necesario para saber dónde se origina la religión verdadera?´”

“El primer paso fue buscar la Iglesia que fundó Cristo, y si Pedro fue el primer apóstol, había que ver la continuidad de ese apostolado. Buscamos y llegamos a los Padres de la Iglesia, y vimos que la Iglesia era realmente fundamento de creencia y Cristiandad”.

Perseguida por esta revelación, al volver de un viaje durante una noche, Manuel fue testigo de como la conversión de Francisca parecía imparable. “Me humillé a los pies de Dios. Le pedí ayuda para que me aceptara, me perdonara y me ayudara a encontrarlo. Me hizo una llamada inexplicable”, confiesa.

“Es algo que sientes tan adentro que no tienes más remedio que entregarle tu vida. Aquel mismo día me consagré a Él desde mis situación como esposa, madre, abuela, trabajadora… pero le dije que viviría mi vida para Él, y empecé a pedir su Espíritu Santo, y oraba día y noche”.

Radio María se sintonizaba sola y devoraban el catecismo

Tras estudiar los dos mil años de historia de la Iglesia y comprobar cómo sigue en pie desde entonces, Francisca quedó cautivada por las palabras del Fulton Sheen: “No conozco 100 personas en este país que odian a la Iglesia Católica por lo que es, pero conozco millones de personas que odian la Iglesia Católica por lo que creen que es”.

Era un 28 de diciembre. Francisca se compró un catecismo y poco antes de un mes, el 23 de enero, lo había leído por completo. “No era posible que el catecismo tuviera esa riqueza espiritual y moral. Fue un descubrimiento sorprendente”.

En plena crisis espiritual, Manuel estaba escuchando la radio cuando la emisora se cambió sola, sin motivo. “Intenté cambiarla de vuelta a mi emisora, pero no hubo manera. En ese momento, escuché una conferencia de monseñor Munilla sonando en Radio María. Tal fue el impacto de lo que oí, que desde ese día Radio María no se quita de mi radio”.

Acción de gracias de Francisca y Manuel tras su vuelta a la Iglesia. 

La Eucaristía, para todos y no para unos pocos

El matrimonio comenzó un renovado estudio de la Biblia al margen de los estereotipos aprendidos durante décadas.

“El culmen podría ser la Eucaristía. Cristo dejó claro que `quien no coma de mi cuerpo, no tiene vida eterna´. Los testigos dicen que eso es un pacto que el hizo con un número limitado de personas, los 144.000 sellados, los que tienen derecho a tomar de los emblemas”.

“Sin embargo cuando nos pusimos a investigar la Biblia, vimos que Cristo dice otra cosa: “Comed y bebed todos”. Hemos visto que esto es muy triste, pero los testigos están privando a la gente de alimentarse de ese pan y sangre de Cristo, cuando ese es realmente el nuevo pacto que hizo con la humanidad”.

Un testimonio de vida para la salvación de las almas: "Es Cristo quien nos atrae"

El camino que habían emprendido parecía no tener marcha atrás. Este 18 de agosto, Francisca recibió la primera comunión además de confirmarse junto a Manuel de manos del obispo de San Sebastián. “Este día quedará siempre grabado en nuestra mente y corazón como uno de los más felices de nuestra vida. No ha resultado fácil, pero aquí estamos”, cuentan días después de recibir los sacramentos.

“Ahora sí, os podemos asegurar que estamos felices y llenos de esa paz de la que habla el apóstol San Pablo”, confiesa Francisca. “Nos sentimos como el hijo pródigo, felices de haber sido recibidos por el Padre en su casa, que es la Iglesia”, añade Manolo.

“Si yo llegué a ser testigo y conocí a mi mujer ahí, ¿quién no nos dice que la Providencia buscó esas condiciones para que encontrásemos la fe católica?” se pregunta Manuel. “Es Cristo quien nos atrae hacia Él y nos envía a ser un testimonio vivo en el mundo”, concluye el matrimonio. “Por eso, estamos deseosos de que nuestro testimonio sea compartido, y si sirve para salvar un solo alma, nos sentiremos satisfechos”.