El próximo sábado 26 de febrero, la catedral de Granada acogerá la ceremonia de beatificación de 16 sacerdotes, seminaristas y laicos granadinos martirizados durante la persecución religiosa sucedida en España entre 1931 y 1939.
La editorial Nuevo Inicio ha publicado un libro con las semblanzas de estos 16 mártires que, en palabras de su autor Manuel Reyes Ruiz, "mostraron la fortaleza de su fe y su fidelidad a Jesucristo hasta dar la vida por ello".
1º Cayetano Giménez Martín
Entre sus virtudes, el autor de las semblanzas de los mártires Manuel Reyes Ruiz destaca que fue devoto, austero y caritativo, así como "un ministro del Señor bueno, sabio, humilde y prudente". Comenzada la persecución religiosa, fue encarcelado durante tres días hasta que el 8 o 9 de agosto de 1936 fue fusilado junto con otras 6 personas en el cementerio de Loja. El siervo de dios dijo: "Quisiera de todos estos morir yo el ultimo". Así sucedió, dando la absolución a sus acompañantes y gritando: "¡Viva Cristo Rey!"
2º José Jiménez Reyes
El segundo de los mártires de Loja nació en Santa Fe el 20 de septiembre de 1889. Fue detenido por primera vez el 21 de julio de 1936 y liberado posteriormente. En lugar de huir cuando tuvo ocasión, escogió quedarse junto a sus fieles hasta que fue delatado por un joven y nuevamente apresado entre el 1 y el 2 de agosto. Sufrió un verdadero calvario por las calles con toda clase de vejaciones hasta que en el cementerio culminó su martirio a los 46 años, fusilado de rodillas y con los brazos en cruz.
3º Pedro Ruiz de Valdivia
En vida era recordado como un sacerdote de mucho prestigio entre el clero granadino, y se mostraba siempre solícito a lo que se requería de él. El 25 de julio, tras celebrar la misa y anticipándose al inminente asalto al templo, volvió para consumir las Sagradas Formas. Fue arrestado dos días después, y en prisión se dedicó a atender espiritualmente a los que esperaban su mismo destino. El 30 de julio de 1936, acompañado de otras cuatro víctimas de la persecución, les acompañó e impartió la absolución antes de ser asesinados. A sus perseguidores les dijo: "Que Dios os perdone, que yo también os perdono". Tenía 63 años.
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4º José Becerra Sánchez
A comienzos de noviembre fue detenido y enviado a prisión, donde tuvo un gesto heroico con un joven detenido en la misma cárcel, que fue llamado una mañana. Pensando que estaba siendo llamado para su asesinato, Becerra pidió morir en su lugar: "No, no os llevéis a ese muchacho, que es muy joven todavía, llevadme a mí que soy un viejo".
El joven, que realmente iba a ser puesto en libertad, aseguró que no olvidaría "la valentía y arrojo de ese sacerdote". Poco después fue trasladado al cuartel de la Trinidad en Málaga, donde fue incitado a romper su voto de castidad y a pisar un crucifijo. "Antes de hacerlo prefiero mil veces la muerte", afirmó. Y así fue: murió con 61 años, atado al cuello con una soga y arrojado posteriormente al mar.
5º José María Polo Rejón
A finales de juliode1936, previendo la inminente persecución, le dijo al sacristán y electricista del pueblo: "No vengas por la Iglesia, José, si me matan a mí que al menos no se ensañen también contigo que eres un padre de familia y tienes que criar a tus hijos". Como otros de sus compañeros, fue invitado a ponerse en libertad por sus amigos, pero denegó la oferta y permaneció en su parroquia. El 6 de agosto, murió fusilado a la edad de 46 años.
6º José Frías Ruiz
Es recordado por su buen trato y conversación, alegría y dotes de para la comunicación, así como por su fervor y dedicación a la administración del sacramento de la penitencia y la dirección espiritual. Detenido el 27 de julio, su martirio fue especialmente cruento, al recibir una cuchillada en el cuello mientras en encontraba en el camión que lo conduciría a la muerte. Tras un primer fusilamiento, al que sobrevivió, fue caminando en agonía hasta la entrada del pueblo, donde fue nuevamente fusilado. Falleció a los 34 años y sus restos descansan en el Valle de los Caídos.
José Frías Ruiz en su primera fotografía después de su ordenación sacerdotal, en 1929.
7º Francisco Morales Valenzuela
El 27 de julio de 1936 fue detenido y encarcelado con los demás sacerdotes del pueblo. El 1 de agosto, a los 58 años, el Siervo de Dios fue martirizado defendiendo su fe y sacerdocio, cuando se encontró cara a cara con sus verdugos al entrar al templo. Tras ser fusilado, quedó con vida unos instantes que los viandantes aprovechaban para vejarle y torturarle. Tras ser sepultado en la Alhama, sus restos fueron trasladados al Valle de los Caídos.
8º José Muñoz Calvo
Es el único de los laicos de los 16 mártires que serán beatificados en Granada. En 1936 era un joven de poco más de 23 años, titulado en bachillerado e inscrito en la Acción Católica de Granada, de la que fue nombrado presidente de jóvenes. El 27 de julio, un grupo de milicianos acudieron a su casa preguntando por el presidente de Acción Católica. "Sí, lo soy, si es por eso, vámonos", respondió. Fue trasladado a la carretera de Alhama a Loja, donde alentó a un grupo de compañeros que correrían su misma suerte, diciéndoles: "Muramos tranquilos, somos católicos y nuestro único delito es serlo. Vamos a ser mártires de Cristo. Viva Cristo Rey".
9º Ramón Cervilla Luis
De Cervilla se recuerda su carácter madrugador para celebrar la misa a primeras horas de la mañana, lo que le permitía cumplir también sus obras de caridad atendiendo a las religiosas, necesitados y enfermos del hospital de Almuñecar. Tras ser detenido junto con otras personas, a todos alentaba, confortaba y atendía en el cautiverio, hasta que, sin embargo, fueron liberados todos menos él, ya que según sus perseguidores "había que dejarlo para las fieras". El 17 de agosto, tras ser vejado y forzado sin éxito a cantar la Internacional -uno de los himnos socialistas internacionales-fue obligado a cavar su propia tumba, humillado y fusilado, no sin antes perdonar a sus verdugos: "Os perdono y pido a Dios y a vosotros que mi sangre sea la última que derraméis". Falleció con 72 años y sus restos reposan también en el Valle de los Caídos.
10º Juan Bazaga Palacios
Nació en diciembre de 1904 y fue ordenado sacerdote en septiembre de 1929. Fue un sacerdote virtuoso e inteligente, y destacó por su continua preocupación por los fieles de su parroquia, su educación y la de los niños, que "fructificarán el día de mañana según la figura que hoy se les dé". Tras ser obligado a marcharse del pueblo e imposibilitado para regresar a su parroquia, esta fue destrozada por completo el 20 de julio de 1936, a lo que le siguió el martirio de Palacios, a los 31 años de edad.
11º Lorenzo Palomino Villaescusa
Delatado por uno de los paisanos a los que ayudó durante toda su estancia en Granada, fue obligado a contemplar el destrozo de su parroquia y la mutilación del Cristo del Perdón presente en el templo. Tras ser encarcelado junto a su primo, padre de tres niños -uno de 8 meses-, ambos fueron llevados a una antigua azucarera para ser fusilados el 9 de agosto de 1936: "No matéis a mi primo, que es padre de familia, matadme a mí, que yo no tengo obligaciones", rogó Villaescusa. Ante la negativa, se abalanzó sobre el pelotón buscando dar al padre de familia una última oportunidad de sobrevivir. Ambos fueron fusilados en el acto.
El sacerdote Lorenzo Palomino dedicó toda su vida a los más necesitados y murió mártir, perdonando a sus verdugos y buscando salvar la vida de un padre de familia.
12º Manuel Vázquez Alfalla
Recordado por su inteligencia y carácter trabajador, colaboró con diversas iniciativas apostólicas y sociales en beneficio del pueblo de Motril. Especialmente destacada fue su labor benéfica y social y recibió una medalla en reconocimiento al salvamiento de varias vidas de náufragos. Fue fusilado el 26 de julio, permaneciendo en el suelo, herido y agonizante durante horas hasta que falleció.
13º Antonio Caba Pozo
El 19 de julio fue detenido y llevado a la cárcel con otras personas, donde auguró ante sus verdugos las consecuencias de sus actos: "Lo que yo os aseguro es que si nos matáis, nos abriréis a nosotros de par en par las puertas del cielo, mientras os las cerráis a vosotros mismos". El día 21, los presos aprovecharon el desorden ante una inminente batalla para fugarse, pero el seminarista permaneció en su lugar rezando el rosario. "Matadme cuando queráis, que yo muero por Jesucristo", le dijo a sus verdugos. Tras ser fusilado, sobrevivió durante unos días hasta su muerte con 21 años en el hospital de San Juan de Dios.
14º José Rescalvo Ruiz
Semanas después de que fuese incendiada la parroquia de Cadiar, el párroco fue detenido y multado. Tras ser liberado y cobijado, el 29 de septiembre fue obligado a salir de su refugio para ser asesinado antes de pronunciar sus últimas palabras de fe y perdón: "Si muero por ser sacerdote, muero con gusto y besando la mano del Señor, perdono a mis enemigos y deseo que me perdonen. Vosotras, mis hermanas, no lloréis por mí, mirad que tranquilo estoy y ya nos reuniremos en el Cielo para no separarnos más". Tenía 56 años. "Su única preocupación era que en el momento de su martirio, en la agonía de la muerte y del dolor, no hubiera flaqueado en su fe firme", aseguró su sobrina Josefina.
15º Manuel Vílchez Montalvo
La primera pena del párroco de Iznalloz fue sufrir "el martirio de las cosas" cuando le obligaron a contemplar el destrozo y expulsión de su parroquia el 29 de abril de 1936. Tras ser acogido por diversos familiares, decidió abandonar su refugio para preservar la vida de sus benefactores ante una implacable búsqueda por parte de sus enemigos día y noche. De camino a Granada, atravesando enfermo y prácticamente solo el frente de guerra, murió el 7 de marzo de 1937 a los 47 años y sus restos nunca fueron encontrados.
16º Miguel Romero Rojas
Fue el mártir más joven de los 16 que se beatifican el próximo sábado 26 de febrero. Tenía 24 años, y únicamente celebró 26 misas antes de ser detenido entre el 25 de julio y el 1 de agostode 1936. Un compañero de prisión del joven sacerdote recuerda que "no desperdiciaba un momento y trabajaba sin descanso" para lleva a los presos a Dios. "No tuvo un momento de tristeza cuando hablábamos de lo que nos podía suceder y solo le preocupaba que alguno no quisiera oír la voz de Dios y que pudiera perderse algún alma", relató el preso. El 11 de agosto, tras ser enterrado vivo hasta la cabeza para que lo pisoteara un caballo, fue fusilado. Murió maniatado, junto a su cruz.
Miguel Romero Rojas, el más joven de los mártires de Granada, fue asesinado poco después de ser ordenado, con 24 años.