Conforme se acercaba la Navidad en Minnesota, lo que para muchos es motivo de alegría, para Matt, Cassie y su familia solo les suponía angustia y preocupación. Su vivienda, un remolque en mal estado, no podría cobijar a la familia de los 13 grados bajo cero de media durante el invierno. Para la familia era literalmente impensable la forma o el motivo por los que estas podrían ser las mejores navidades de su vida.
El pasado 6 de diciembre, Matt, un marine retirado, acompañaba junto a su familia al padre Brandon Moravitz y a varios miembros de su parroquia en Duluth.
National Catholic Register relata que la situación de la familia no era esperanzadora. Acababan de perder un hijo, y la subida de precio de un alquiler que no pudieron pagar les obligó a dejar su vivienda y “mudarse” a un viejo remolque como su nuevo hogar.
Sin tener ni esperar nada, quisieron seguir ayudando
Y pese a todo, la humilde familia ayudaba con la frecuencia que podía a personas sin recursos o a otros veteranos del ejército que por su situación se planteaban el suicidio.
Fue entonces cuando el matrimonio supo que su párroco, Brandon Moravitz, había inscrito a su parroquia en el programa Best Christmas Ever. Una iniciativa nacida en 2010 dedicada a la ayuda económica y asistencial a decenas de familias durante las fechas próximas a la Navidad.
El plan parecía sencillo. Un grupo de miembros de la parroquia del Espíritu Santo debía llevar un gran número de regalos a una casa desconocida de la que solo tenían la dirección, con el objetivo de que sus habitantes pasasen sus mejores navidades.
Matt, Cassie y sus hijos no dudaron en inscribirse en esta labor para ayudar a una familia por la que, además, toda la parroquia había estado rezando las últimas tres semanas.
Sin embargo, la sorpresa invadió a la familia cuando, una vez dentro del hogar, nadie bajaba a recibirles, y el resto del grupo les miraba con expectación.
Una casa, regalos y una furgoneta para la familia
Segundos después, el padre Brandon se acercó a ellos y reveló el secreto que durante semanas habían mantenido oculto: nadie bajaría a recibir los regalos, porque Matt, Cassie y sus hijos eran los verdaderos destinatarios. Y no solo eso. También recibirían la propia casa, con un año y medio de alquiler pagado. Incluso había una furgoneta que también sería de la familia.
La familia de Matt y Cassie, durante la recepción de su nuevo hogar, reza ante una cruz y una inscripción hecha en la pared dedicada a la familia: "Tanto yo como mi hogar serviremos al Señor".
Todo comenzó meses, incluso años antes. De hecho, esta es la quinta ocasión en que la parroquia participa en el movimiento anual Best Christmas Ever. Se trata de una organización compuesta por voluntarios movilizados con un único objetivo por Navidad: cambiar la vida de familias que atraviesan dificultades.
La organización lleva la alegría a multitud de localidades y ciudades de los Estados Unidos, gracias a cientos de católicos cuyo deber es preparar la sorpresa para una nueva familia y mantenerlo en secreto hasta que llega el gran día.
Un mes antes de la noticia, el padre Moravitz convocó una reunión de ocho feligreses para estudiar un breve listado de familias susceptibles de recibir la ayuda en un radio de 150 kilómetros en torno a su parroquia.
De entre las 900 familias nominadas y las 200 seleccionadas para el programa, la de Matt y Cassie despertaron algo especial en el padre Moravitz. La familia era profundamente católica, estaba involucrada con su parroquia, y pese a sus dificultades económicas, trataban de colaborar en iniciativas benéficas y asistenciales. Entonces el párroco y su equipo de voluntarios supo que aquel matrimonio era el que estaban llamados a ayudar.
Matt y Cassie, junto al párroco Brandon Moravitz tras recibir una furgoneta, regalos y una casa con año y medio de alquiler pagado gracias a Best Christmas Ever.
Un pequeño gesto que llenó de vigor a una parroquia
En secreto, el párroco y sus feligreses comenzaron a idear la forma, en el más absoluto de los secretos, de dar a la familia sus mejores navidades. No tenían ninguna garantía de éxito, y las expectativas no eran fáciles de lograr: debían obtener 75.000 dólares como mínimo.
Para lograrlo, el equipo se organizó en un grupo de Facebook privado, en el que finalmente participaron más de 500 personas.
Spot promocional de la iniciativa de Best Christmas Ever.
“Todos ellos usaron sus dones y talentos para formar parte de esto”, destacó la Michelle Hacker, hermana del párroco, comenzando así una labor que, sin saberlo, no solo cambiaría la vida de la familia, sino la de toda la parroquia.
“Los estudiantes compitieron en generosidad para recaudar ingresos y financiar la compra de juegos, libros y juguetes para la familia”, observó el periodista Peter Jesserer Smith.
En una determinada recaudación, el objetivo era llegar a los 1.100 dólares. “Los grupos de jóvenes y estudiantes llegaron a duplicar la cifra, pero nadie pudo igualar el espíritu generoso de los niños de 5 años que ofrecieron su dinero del ratoncito Pérez para colaborar con la familia”, explicó el periodista.
Y sin embargo, aún estaban lejos de lograr recaudar la cifra necesaria. Fue entonces, “cuando todo estuvo dicho y hecho, cuando el Espíritu Santo recaudó cerca de 145.000 dólares”.
Las expresas se involucraron en la donación de artículos y, a través del boca a boca, las estaciones de servicio en Duluth ofrecieron café y chocolate caliente gratis a todos los involucrados en Best Christmas Ever.
Tras la experiencia, el padre Moravitz atestigua que “la generosidad profundiza la relación con el Señor”. De hecho, no fueron pocos los que a raíz de esta iniciativa reavivaron su fe, comenzaron a frecuentar nuevamente los sacramentos e incluso comenzaron en el programa de iniciación a los sacramentos cristianos.
“Todo esto crea un sentido de curiosidad y confianza que conduce a un discipulado más profundo”, explicó el sacerdote de la parroquia. Para su encargado de evangelización de adultos, Ben Frost, la percepción fue similar y comenzó a percibir el testimonio de la parroquia como una muestra de la belleza de la fe en acción.
“Esta experiencia de la belleza está sumergiendo a los fieles más profundamente en las conversaciones de la bondad y la verdad”, expresó Frost.
El mismo marine y veterano agradecido tomó el testigo de la organización, y continuó entregando lo que tenía a los que más podían necesitarlo.
Poco después, tras conocer a un sin techo que necesitaba de un alojamiento, fuese cual fuese, Matt le cedió sus anteriores posesiones. Hoy, su conocido frecuenta los cursos de acceso a la iniciación cristiana y ha vuelto junto a su familia tras 15 años de separación.
“El cielo es el límite, por ahora”, añadió la hermana del sacerdote, Michelle Hcker, al ser consciente de cómo los que abrazan el apostolado son cada vez más gracias a Best Christmas Ever. De hecho, añade, “es solo el comienzo”.
Breve síntesis del apostolado Best Christmas Ever en innesota.