Se llama Anna Biriukov, nació en Moscú en 1975 y en 1992, con 16 años, se trasladó con sus padres a vivir a Madrid.
Fue educada en el comunismo y en el ateísmo más severo. Militó en organizaciones del PCUS. Recibió una formación sovietica. Ni fue bautizada ni leyó nunca una Biblia. Todo lo religioso le era ajeno salvó algunas advertencias de su abuela Raïsa que le decía: "Anna, que Dios te ve" o "Anna, eso que has hecho no le gusta a la Virgen".
Lo explica en El Mundo la veterana periodista Pilar Urbano en una amplio reportaje titulado "La bisnieta de la Pasioneria que acabó en el Opus Dei".
Más de uno se llevará las manos a la cabeza al ver las vueltas que da la vida. Dolores Ubárruri, más conocida como la Pasionaria, fue una legendaria dirigente del Partido Comunista de España, temida por su ferocidad en la Guerra Civil, implacable con sus enemigos, en especial con los sacerdotes y, en cambio, protectora de las monjas en plena contienda, y buena cuenta de ello dió en su día la hoy beata Madre Maravillas de Jesús. El nombre de la Pasionaria provocaba escalofríos en el Madrid republicano del 36 por las tremendas y violentas historias que se contaban de ella.
Una bisnieta suya, Anna Biriukov, casada con un español y con seis hijos, da fe de su conversión al catolicismo y el descubrimiento de su vocación al Opus Dei.
Dice que es "la oveja negra de una familia...roja. En Rusia ni juré la Biblia ni escupí en ella. No había Bíblia".
"Ya en Madrid, por amor a Nacho (su marido), empiezo a recibir catequesis. Voy descubriendo el Antiguo Testamento, el Evangelio, las riquezas espirituales de la Iglesia... Sobre todo me voy encontrando con una persona: Jesucristo. Es un proceso sereno -dice Anna-. No quiero que sea un trámite para la boda. Es más, no hay boda hasta tres años después. Llego a la fe con racionalidad, con sinceridad, con libertad. Y con mucha alegría. Bueno, digo que ´llego a la fe´, pero no llego sola. Dios me lleva. Y me bautizo".
Anna lleva a sus hijos a dos colegios de Fomento, Aldovea y Aldeafuente, cuyo asistencia religiosa está encomendada a sacerdotes de la Prelatura del Opus Dei.
"Dios se hizo oír. No respondí enseguida. Tardé. Ahí se produjo un escqueo, un juego del escondite. Pero Dios respetó mis dudas, mis temores. Hasta que un día descubrí el talismán con el que sería capaz de todo: la gracia. Y dije: ´Aquí estoy, quiero ser del Opus´".