Ser católico y tener responsabilidades en la vida pública requiere desde hace un tiempo de una especial valentía y fortaleza para aguantar los ataques de una sociedad cada vez más hostil con los cristianos. Lo experimentó no hace demasiado en sus carnes Amy Coney Barret en las audiencias para su nominación como juez del Supremo de EEUU donde las críticas por sus convicciones religiosas se convirtieron en la estrategia contra ella. Pero su caso no es desgraciadamente algo aislado.
El político británico Rob Flello también ha sufrido el hecho de haberse manifestado como católico tras su conversión del ateísmo. El que fuera durante 12 años diputado por el Partido Laborista abandonó su partido tras afirmar que no lo “reconocía” debido a su deriva ideológica y logró ser candidato por el Partido Liberal Demócrata.
Sus convicciones no casan con la agenda política
Sin embargo, 48 horas antes de que oficialmente se cerraran las listas para el distrito de Stoke-on-Trent fue retirada su candidatura debido sus postulados contrarios contra el llamado matrimonio homosexual y el aborto. El partido liberal se defendió justificando “cuán grandemente divergen sus valores de los nuestros”.
Aún así, Flello no ha renegado de la fe que ha conocido de adulto gracias a la que hoy es su mujer y que le llevó del ateísmo a un catolicismo que le ha hecho arruinar su carrera política, pero que por el contrario le ha traído la plenitud.
Una conversión fulminante
En un artículo en el Catholic Herald, el expolítico laborista y breve precandidato liberal habla de este proceso de conversión. “Durante toda mi vida adulta había sido ateo. Aunque siendo bebé fui bautizado en la Iglesia de Inglaterra, había rechazado todo lo religioso. Yo era crítico con la fe de cualquiera y tenía opiniones muy seculares sobre asuntos de conciencia, por ejemplo”, cuenta el ahora católico.
Pero en 2007 –relata Flello- estaba pasando por duros momentos en su vida personal y la que era su mejor amiga, y actualmente su esposa, le ayudó a superar esta situación. Ella simplemente le dijo: “a cambio, ¿vendrías a misa conmigo?”.
Él mismo recuerda de aquel momento: “dado el tipo de persona que era en ese momento le dije, con mucha arrogancia, que si iba a ir a misa quería hacerlo correctamente y sugerí que fuéramos a misa en el Vaticano”.
Dicho y hecho. Ese verano acabó en Roma yendo a misa. Pero una vez allí ella hablaba mucho del Padre Pío y quería visitar San Giovanni Rotondo, así que tras el Vaticano también accedió a visitar el convento del santo de los estigmas.
“El día que llegamos fuimos a caminar por la ladera de la iglesia original y en la parte superior había un área plana y pavimentada con un altar y un crucifijo. Siempre había dicho que cuando pudiera ver los agujeros en las manos y los pies de Jesús, entonces consideraría creer. Era en gran medida una línea estándar: no creería nada sin que hubiese evidencia para ello”, señala Rob Flello.
En San Giovanni Rotondo comenzó la conversión del ahora exdiputado británico.
Fue en esa ladera donde miró hacia el crucifijo donde estaba Cristo con sus agujeros en las manos y en los pies. “En ese instante - yo no diría que creí, no diría que decidí empezar a creer - en ese instantáneo, lo supe. Sabía que había estado mirando todos estos años sin ver a Cristo crucificado. Allí estaba Él frente a mí y entonces supe que Dios y Jesucristo eran verdaderos”, afirma convencido.
No dejarse vencer por lo políticamente correcto
Desde entonces, Flello afirma que su vida ha dado un vuelco en todos los sentidos: “Todas mis opiniones originales se volvieron patas arriba. Me ha costado bastantes amistades y probablemente una carrera política, pero no puedo ignorar lo que sé ahora”.
De este modo, agrega que pasó “de ser un pro-abortista y así sucesivamente a reconocer la falta de lógica de esos puntos de vista. Me recibieron en la Iglesia Católica unos dos años después en la Iglesia de San Gregorio en Longton, Stoke-on-Trent”, precisamente en la circunscripción electoral de la que fue su representante durante doce años.
Cristo le cambió la vida y el hecho de intentar ser coherente le ha costado efectivamente la carrera política. Pero no se arrepiente.
Tras su destitución como candidato liberal dijo: “No me veré obligado a ceñirme a un estereotipo políticamente correcto, y les guste o no a los demócratas liberales, no impedirán que yo sea católico. Parafraseando una de mis citas favoritas, soy un buen servidor de la política, pero primero de Dios”.
Artículo actualizado del publicado originariamente en ReL en octubre de 2020.