Cinturones de seguridad, airbag, aire acondicionado, protección antilluvia… Resultan elementos indispensables para todo sello automotriz que se precie. Pero a mediados de los años 50, eran una revolución que pocas marcas se atrevían a emprender, aún a pesar de que unas 35.000 personas fallecían cada año en accidentes de tráfico en Estados Unidos.
Un sacerdote, Alfred A. Juliano, se atrevió a anticipar estos elementos, aún a costa de lo estético. Setenta años después, la prensa sigue recordándole por crear el coche "más seguro del mundo", pero también "el más feo".
Nacido el 19 de diciembre de 1919 en Pensilvania, desde los trece años mostró una temprana vocación con su entrada al seminario de la Orden del Espíritu Santo.
En sus ratos libres, Juliano compaginaba su formación con su pasión por la ciencia y el diseño de coches y aviones, haciendo gala de unas capacidades que no pasaron desapercibidas para la entonces boyante General Motors.
Pero para Juliano, la máxima de "antes el deber que la devoción" le llevó precisamente a primar la vocación, renunciando a la beca que la compañía le ofreció para estudiar con el prestigioso diseñador Harley Earl, hoy conocido como "el padre" del icónico Chevrolet Corvette.
Alcanzado su primer sueño en junio de 1946, su ordenación sacerdotal, Juliano comenzó desempeñando su labor pastoral en la Academia Militar Saint Emma de Virginia, sin renunciar a su interés por el diseño y las ciencias.
Evangelizar la industria del motor
En 1954, obtuvo el doctorado en aerodinámica en la Universidad de Yale y pudo ampliar sus contactos para materializar una segunda aspiración vital que comenzaba a tener nombre y apellidos: crear el coche más seguro del mercado.
Su segundo destino en la iglesia de Santa María de Branford (Connecticut) le permitió comenzar su andadura automotriz, a la que bautizó como Aurora. Su objetivo era ambicioso: evangelizar a la industria del automovilismo promoviendo los más exigentes parámetros de seguridad.
Le llevó cinco años ver realizado un sueño que emprendió sin conocimientos de mecánica, pero en el que puso "su corazón y alma", según aseguró el restaurador de coches Andy Saunders. Todo comenzó con la remodelación de un icónico Buick de 1953, conocido por su aparición constante en la trilogía de El Padrino desde 1972, y con la aportación económica de los feligreses de su iglesia en Branford.
El 11 de noviembre de 1957, los motores del Aurora rugieron por primera vez en el centro de Manhattan, comenzando una aparatosa gira que, en principio, debía llevar su creación por 120 ciudades del país.
Prensa y crítica estaban divididos ante un diseño tan seguro como alejado de los cánones estéticos del momento. Esto último acabó primando en las portadas de los periódicos, en detrimento de las pioneras y revolucionarias medidas de seguridad de las que carecían hasta las grandes marcas.
"El coche más seguro del mundo": caro y poco estético
Entre ellas destacan la presencia de cuatro asientos con sus respectivos cinturones de seguridad, por entonces patentados por Volvo en la práctica totalidad de sus formas hasta que la compañía liberó la patente en 1962. Juliano también situó el asiento del conductor en la parte central, para una mejor protección en el caso de impacto lateral, así como medidas antivuelco.
También de cara a la seguridad de los pasajeros, el Aurora constaba de un parabrisas y una parte superior con forma de burbuja: una decisión que motivó en parte las críticas estéticas, pero tomada para minimizar las posibles lesiones en la cabeza de los ocupantes.
El mismo techo estaba además forrado con elementos metálicos a modo de "parasol", lo que mejoraba la visibilidad pero aumentaba considerablemente la temperatura en el interior del coche. Para hacer frente a este aspecto, Juliano también planeó ofrecer aire acondicionado como parte del equipamiento de serie.
Los pasajeros también podrían prevenir un posible impacto trasero accionando los asientos, que giraban hasta los 180 grados.
Tanto en el interior como en el exterior, el coche disponía de parachoques acolchados para minimizar los daños en caso de colisión, a lo que también contribuía la "nariz abierta" frontal del exterior, diseñada para "recoger" a los peatones ante posibles atropellos.
Alfred A. Juliano, conduciendo el "Aurora" en 1957.
Una gira estrepitosa que acabó en bancarrota y en el olvido
Para el sacerdote, se trataban de unas medidas que justificarían vender la unidad por unos 12.000 dólares, precio peligrosamente cercano al coche más caro del mercado, el Cadillac Eldorado Brougham, que costaba 13.000.
Pese a estas medidas, la presentación prevista para noviembre de 1957 no fue según lo esperado. Según los portales especializados, uno de los errores de Juliano fue la puesta en marcha del motor, inactivo durante 4 años, lo que añadió otras problemáticas en la línea de combustible: el sacerdote llegó con horas de retraso a la presentación tras unas 15 incidencias en el camino, amplificadas por la escasa prensa presente a su llegada.
El coche costaba mucho y daba problemas. Pese a una imagen entonces futurista y sus amplias medidas de seguridad, el prototipo no convenció a los neoyorquinos.
Pronto cayó en desgracia: sin pedidos y sin posibilidad de hacer frente a sus deudas de producción, Juliano fue acusado por sus superiores de apropiarse indebidamente de las donaciones de sus feligreses. Finalmente, el creador del coche "más seguro" del momento se declaró en bancarrota, perdió el prototipo tras serle embargado por los impagos y se vio obligado a abandonar la Orden del Espíritu Santo.
Rescatando el "Aurora"
Con su obra caída en el olvido, Juliano se mudó a Filadelfia para cuidar de su madre enferma. En la navidad de 1988, sufrió una hemorragia cerebral mientras leía en una biblioteca, por lo que fue hospitalizado hasta su muerte en marzo de 1989, a los 69 años de edad.
Pero, ¿qué fue del Aurora? Tras 30 años en desuso en el taller, el prestigioso diseñador y restaurador de coches Andy Saunders comenzó a rastrear el mundo al verlo por primera vez en una foto de 1993. Tras dar con el taller, llamó al dueño y compró el prototipo de Juliano por 1.500 dólares, en un estado "decrépito" que conllevó 11 años de trabajo.
Así estaba el "Aurora" cuando lo encontró Saunders en 1993.
Con todo, el galardonado restaurador se comprometió a dar a Juliano y su Aurora el puesto que merecían en la historia, restaurando el coche y presentándolo en 2005 en el prestigioso Goodwood Festival of Speed de Inglaterra. Fue la primera parada de una gira de exhibición que Juliano no pudo apenas comenzar décadas atrás.
"Es una historia muy triste. Murió como un hombre destrozado. Nunca encontré a nadie que pudiera replicar la asombrosa mano de obra del Padre Juliano, en áreas como la carrocería de fibra de vidrio o el parabrisas de metacrilato. Hice el mejor trabajo de restauración que pude. Si alguien lo hubiera escuchado, [Juliano] podría haber cambiado la imagen del automovilismo", expresó Saunders.
Actualmente, el prototipo del religioso se exhibe en espacios como el National Motor Museum de Beaulieu, Hampshire, y sigue perteneciendo a Saunders, que lo muestra orgulloso en su página web.
Saunders, en el "Aurora" restaurado.