Giorgia Meloni ha concedido una amplia entrevista a la revista Tempi, vinculada a Comunión y Liberación, en su número de agosto.
Entre otras cuestiones de política nacional e internacional, la primer ministro italiana explica en qué consiste el conservadurismo que ella encarna en unas instituciones europeas contrarias a él: “Ser conservador significa defender lo que somos, lo que hay de bueno y hermoso en lo que nos legaron nuestros padres, y que debemos saber acompañar en el futuro. No significa afrontar la vida mirando hacia atrás, sino vivir de lo que es eterno, de esos valores e ideas que han traspasado las generaciones y diseñado nuestra civilización, haciéndola ser lo que es”.
Individuos sin raíces para imponerles cualquier cosa
Tiene claro que estas ideas molestan, y sabe a quién molestan: “Molestamos a quienes querrían homogeneizarlo todo, transformarnos a cada uno de nosotros en un consumidor perfecto, en un recipiente que puede llenase con cualquier cosa. Individuos sin identidad, sin memoria, sin arraigo nacional, familiar o religioso, a los que se les puede vender de todo y se les puede imponer cualquier cosa sin que ofrezcan resistencia de ningún tipo. Un individuo que ya no cree en nada porque es influenciable ‘por todo viento de doctrina’ [Nota de ReL: es una cita de San Pablo en Efesios 4, 14], que no ama nada porque sus deseos cambian continuamente y que no lucha por nada porque está convencido de que no hay nada por lo que tenga sentido luchar”.
“Por eso molestamos tanto", señala, "a un modelo de sociedad que querría homogeneizar personas y conciencias… Paradójicamente, son los conservadores los auténticos revolucionarios de nuestra época. Porque nunca como en este tiempo eres revolucionario si te defines patriota y quieres defender el interés nacional por encima de otra cosa, si crees que la vida debe defenderse al precio que sea y si estás convencido de que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y de que tener un hijo no te limita sino que te da muchísimo”.
Un recuerdo a la pequeña Indi
En ese sentido, ella quiere encarnar la idea de Italia como una ‘excepción italiana’, “una expresión acuñada por Juan Pablo II para describir la capacidad de Italia de resistir a la homogeneización y de tener fe en sus valores fundadores”.
La propia Meloni se cuestiona cuánto de esa excepción “sobrevive” a tenor de la evolución legislativa del país, pero sí cree que su gobierno “ha tenido el valor de hacerla visible cuando no dudó un momento en el intento de dar una esperanza de vida a una niña inglesa de apenas siete meses”.
Se refiere a la concesión de urgencia de la nacionalidad italiana a la pequeña Indi, a quien el sistema de salud británico desconectó sin atender la posibilidad de mantenerla con vida para intentar un tratamiento en Roma.
Giorgia Melonia movilizó a su gobierno en noviembre del año pasado para ofrecer una esperanza a Indi, víctima de la cultura de la muerte que se ha enseñoreado de las instituciones sanitarias y judiciales británicas en casos similares.
“Indi no lo consiguió”, lamenta, “pero su historia, la tenacidad de su padre y de su madre, la movilización que despertó no han sido en vano. Han sido una señal, han hecho ver que un gobierno puede, con sus decisiones, ir contra corriente y ser una excepción. Basta quererlo”.
Meloni también señala que “el desafío demográfico es el reto del que dependen los demás”, y no solo por la sostenibilidad del estado del bienestar, sino porque “una Europa joven es una Europa próspera, vital y que sabe imaginarse fuerte, respetada y protagonista en el mundo”.