Cameron Song Sellers tiene una vida con una historia larga y que muestra la mano de Dios a pesar de las dificultades que ha vivido desde que nació. Con sólo tres años fue abandonado en un callejón en una ciudad de Corea del Sur, un país entonces pobre y devastado por la guerra.

Milagrosamente sobrevivió, fue adoptado por una familia bautista de EEUU, en su adolescencia se hizo católico y tras servir en Afganistán, Bosnia e Irak llegó a coronel, cargo que dejó para ser sacerdote gracias al ejemplo de un capellán. A día de hoy es seminarista de la diócesis de San Francisco.

Tiene más de 50 años, pero esto no es impedimento para que decidiera dejar de lado su carrera militar para entregarse completamente a Dios. Pasó de servir a su país a hacerlo a su Señor.

Tal y como relata a EWTN y recoge Catholic News Agency, Sellers afirma que el encuentro con los capellanes militares durante su estancia en el ejército ha sido fundamental en su discernimiento vocacional.

“Los capellanes se parecen mucho a los médicos. No sabemos realmente lo que hacen, son misteriosos. Pero cuando realmente necesitas uno estás muy contento de que estén allí", afirma.

Como resultado de la guerra, Corea del Sur llegó a ser uno de los países más pobres. Y debido a esta situación hubo muchas madres que abandonaron a sus bebés. Esto es lo que hizo la madre de Cameron.  Tras nacer en 1968 fue dejado en un callejón con tan sólo tres años.

De este modo, recuerda: “No sé cómo me encontraron, pero terminé en el hospital”. Fue entonces cuando un médico de una agencia de adopción se fijó en él. Aquel doctor pensó –afirma este coronel retirado- que “me puso en adopción para el extranjero”:

Cuando todo indicaba que sería adoptado por una familia de un país europeo, un matrimonio estadounidense sintió la llamada de que fuera él. "No creo que realmente puedan explicarlo con palabras más que con la emoción en el corazón de que yo era el indicado para ser parte de la familia Sellers", agrega.

Esta familia era cristiana bautista y residente en Arizona. Cameron afirma que “era un creyente pero odiaba a la Iglesia, y pensé que esto era algo con lo que iba a vivir durante el resto de mi vida”.

Sin embargo, este joven coreano-americano conoció el catolicismo y la grandeza de la Misa cuando se hizo amigo de un católico durante la Escuela Secundaria. Pero no todo fue de color de rosas al conocer la Iglesia pues al principio tuvo algunos problemas con las enseñanzas católicas.

“Probablemente la primera doctrina que acepté, y la doctrina que tenía sentido para mí, fue la comunión de los santos. El hecho de que estaba conectado con personas no solo en esa iglesia, sino en todo el mundo, y que estaba conectado con los santos en el cielo y la tierra", cuenta.

Echando la vista atrás, cree que Dios tenía un plan: “creo que Él me quería allí para que supiera que estaba en una familia y que no tenía que preocuparme por mis orígenes y quién era yo, que mi familia era la Iglesia Católica, la Iglesia universal”.

Tras graduarse de la universidad, Cameron se unió al ejército y sirvió en Bosnia, Afganistán e Irak. Se abrió camino hasta el rango de coronel. Más tarde, dirigió un equipo de combate de la Reserva del Ejército, donde ayudó a las reservas a aclimatarse a Corea del Sur.

Cameron es ahora seminarista de San Francisco

Durante su tiempo en el ejército, Cameron confió en los capellanes católicos cuando las cosas se pusieron difíciles. “La música y el sermón me provocaban lágrimas porque me trae consuelo. En esos momentos como ese, uno sabe lo importantes que son".

"Las dos cosas que realmente me atrajeron fueron: una es: '¿Podrías morir por tu parroquia?' Y la respuesta fue 'sí'", dijo. "Y luego el segundo es, '¿Crees en los sacramentos?'". La respuesta a esa pregunta también fue "sí", dijo. “Vi en mi propia vida cómo los sacramentos realmente me curaron”, enfatizó.

“Eso es lo que veo a los capellanes, veo de qué tratan los sacramentos y por qué la Iglesia Católica es tan vital”, afirma. Y es así “porque nos dan las herramientas para fortalecernos con Dios”.