Este sábado fue ordenado sacerdote en Barcelona el legionario de Cristo Marcin Jablonski en una celebración presidida por el obispo auxiliar Javier Vilanova en el monasterio de Pedralbes. Este joven polaco de 32 años llevaba 13 años de formación y fue ordenado diácono en marzo del pasado año en la cripta del santuario de San Juan Pablo II en Cracovia.
“Los sacerdotes no son solteros amargados ¡jajaja…! Sino padres fecundos, que engendran una vida en las almas de las personas, vida eterna. Me emociona mucho esta dimensión del sacerdote, es una responsabilidad enorme pero, al mismo tiempo, una alegría profunda de poder ser el rostro de Dios Padre aquí en la tierra para sus hijos amados”, explicaba en una entrevista con lo Lo+RC poco antes de ser ordenado sacerdote.
Actualmente, desempeña su labor en Barcelona y está principalmente centrado en los jóvenes tanto en los grupos juveniles de ECyD como en uno de los colegios que el Regnum Christi gestiona en la capital catalana.
Con un gran sentido del humor, el ya padre Jablonski responde por qué decidió ser ordenado en Barcelona: “Me lo ha pedido Robert Lewandowski. Jajaja… ¡Es broma! Lo estuve discerniendo durante varios meses. No estuve seguro qué lugar es el más adecuado. También hubo la opción de ordenarse en Roma. Pero por medio de varios factores, el Espíritu Santo me ha indicado la ciudad de Barcelona, mi actual lugar de misión, como el sitio mejor para la ordenación. Quiero compartirlo con las personas con que vivo, trabajo diario, con los jóvenes y adolescentes que acompaño en el colegio y en el ECYD”.
De hecho, el mero hecho de que acabara sirviendo en Barcelona ya fue una sorpresa para este religioso polaco. Pero asegura: "¡Me encanta dejarme sorprender por Dios!". “Justo ahí es donde perdemos el control de nuestros planes, es donde Él actúa con más fuerza. Estoy aprendiendo muchísimo en la localidad de Barcelona. No tanto al nivel del discernimiento vocacional, que este ha concluido hace años, pero sí en cuanto a la maravilla de compartir a Cristo a las almas que tiene tanta sed de Él”, explica.
En un principio su familia se sorprendió por su llamada al sacerdocio, pero lo vieron como algo bueno. Marcin explica que sus padres y sus dos hermanos lo vieron como “una bendición para la familia” y le apoyaron desde el inicio. Por su parte, a sus hermanas les costó más aceptarlo. “¡No me querían dejar entrar al seminario! Pero después de unos años, viéndome feliz dijeron que ‘¡vale!’, jajaja”, relata.
Sobre sus años como seminarista, el nuevo sacerdote lo resume todo en una frase: “Dios no quita nada, lo da todo”. Según explica, “a lo largo de estos años de formación, he tenido varios momentos decisivos. Siempre delante de la Eucaristía, en la adoración. Es ahí donde Cristo con mucha generosidad muestra su rostro y te revela su voluntad. Me acuerdo muy bien una noche durante los ejercicios espirituales, justo en la adoración. Contemplando el Cenáculo y la Última Cena. Es difícil de explicar, pero vi con claridad que Cristo me invitaba a lavar los pies de los discípulos junto con Él. Servir como Cristo, con Cristo a sus amigos más íntimos. Esta experiencia me ha dado una certeza cada vez mayor sobre el camino que Dios ha soñado para mí”.
Como miembro de los legionarios de Cristo experimenta la particularidad de vivir en comunidad, algo que para él es clave. “Dios no llama a algunos individuos a vivir la fe cristiana. Él llama a vivirla en comunidad. Igual, como ha formado a la comunidad de los Doce, o a los primeros grupos de cristianos. En la Legión vivimos como apóstoles en las comunidades y todavía más como Regnum Christi, donde compartimos el mismo carisma y espiritualidad. Es un don enorme de vivir la vocación dentro de una familia tan extensa, cada rama con sus riquezas que aportan al conjunto. Según yo, en esta comunión, dentro de la propia comunidad y entre las ramas, se juega la vivencia del carisma que Dios nos ha regalado”.
En todo este proceso ha tenido personas y ejemplos que le han ayudado en todo momento. Marcin asegura haber tenido mucha suerte con sus directores espirituales, a los que define como “verdaderos padres que inspiraban”. Sobre sus compañeros legionarios asegura que ha podido llegar hasta el sacerdocio en buena parte gracias a ellos: “en los momentos más difíciles estaban incondicionalmente a mi lado. Sé que entregarían su vida por mí si hiciese falta. Son para mí uno de los dones más valiosos que he recibido”.
Ya antes, pero también una vez ordenado seguirá trabajando con jóvenes y adolescentes. ¿Cuál es su misión? “Busco que los chicos se encuentren con Cristo. Punto. Si logro a crear el ambiente y las circunstancias para que este encuentro pueda suceder, Dios hará todo lo demás, hará maravillas en sus vidas”, afirma.