El Papa Francisco presidió este domingo el rezo del Ángelus desde la capilla de Santa Marta, algo novedoso que se debe al resfriado que padece en los últimos días.

En su palabras previas al rezo pidió que, en medio del ambiente festivo de estos días, agreguemos un sentimiento de alegría cada vez que nos encontremos con una madre que lleva a su hijo en brazos o en su regazo. "Y cuando esto nos suceda, oremos en nuestro corazón y digamos también, como Isabel: 'Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre'; cantemos como María: 'Proclama mi alma la grandeza del Señor', para que toda maternidad sea bendecida, y en cada madre del mundo sea agradecido y exaltado el nombre de Dios, que confía a los hombres y a las mujeres el poder de dar la vida a los hijos".

Compartir todo, menos el pecado

Francisco ha bendecido también las figuras del Niño Dios que han traído los presentes en la plaza. A ellos les preguntó si le agradecemos a Dios porque se hizo hombre "para compartir en todo, excepto en el pecado, nuestra existencia", si lo alabamos por cada niño que nace.

"¿Sostengo y defiendo el valor sagrado de la vida de los pequeños desde su concepción en el seno materno?", preguntó el Papa. Hoy el Evangelio, dijo Francisco, nos presenta a María que, tras el anuncio del ángel, visita a Isabel, su pariente anciana, que también espera un hijo. Así, es el encuentro de dos mujeres felices por el don extraordinario de la maternidad. Ambas expresaron su alegría, afirmó el Pontífice, y tal vez podríamos sentirlas lejanas al ser protagonistas de milagros tan grandes, que normalmente no ocurren en nuestra experiencia.

Sin embargo, explica Francisco, el mensaje que el Evangelista quiere darnos, pocos días antes de Navidad, es distinto. Nos hace ver que la "contemplación de los signos prodigiosos de la acción salvífica de Dios no debe hacernos sentir lejanos de Él", Nos hace ver y reconocer su presencia y amor cerca de nosotros en el don "de cada vida, de cada niño llevado en el seno de su madre".

Puedes ver aquí íntegro el Ángelus del Papa.

Por último, el Papa pidió a los presentes que nos sean indiferentes ante las madres con sus hijos o las que están en espera de un bebé, que no seamos indiferentes a su presencia, que aprendamos a admirarnos de su belleza y, como hicieron Isabel y María, bendigamos a las madres y alabemos a Dios por el milagro de la vida. "Que María, la Bendita entre todas las mujeres, nos haga capaces de experimentar asombro y gratitud ante el misterio de la vida que nace".