El viaje del Papa a Indonesia va llegando a su fin y Francisco ya casi pone rumbo a su próximo destino: Papúa Nueva Guinea. Pero, antes, como colofón celebró en la tarde de este jueves, a las 17:00 hora local, una multitudinaria misa ante 22.000 fieles en el estadio Gelora Bung Karno de Yakarta.
Francisco animó en su homilía a "sembrar amor, a recorrer confiados el camino del diálogo, a seguir manifestando vuestra bondad y amabilidad con la sonrisa típica que los caracteriza, para ser constructores de unidad y de paz. Y así difundirán el perfume de la esperanza en su entorno (...). Caminen juntos por el bien de la Iglesia y de la sociedad. Sean constructores de esperanza, de esa esperanza del Evangelio que no defrauda y que nos abre a la alegría que no tiene fin".
La única que sirve de brújula
El Papa habló de la escucha y propuso "vivir la Palabra recibida, para no ser oyentes superficiales que se engañan a sí mismos, para no arriesgarnos a escuchar sólo con los oídos sin que la semilla de la Palabra llegue al corazón y cambie nuestro modo de pensar, de sentir y de actuar".
Hablando ya del pasaje del Evangelio de la misa, el de la multitud siguiendo a Jesús, el Papa comentó cómo esos hombres y mujeres "lo buscaban, tenían hambre y sed de la Palabra del Señor y la oyeron resonar en las palabras de Jesús (...). El corazón del hombre está siempre en búsqueda de una verdad que sea capaz de alimentar y saciar su deseo de felicidad (...). No podemos conformarnos sólo con las palabras humanas, con los criterios de este mundo o con sus juicios mundanos".
"Necesitamos siempre una luz que venga de lo alto para iluminar nuestro camino, un agua viva que pueda calmar la sed de los desiertos del alma, un consuelo que no defrauda porque proviene del cielo y no de las cosas efímeras del mundo", dijo el Papa.
"En medio del aturdimiento y la vanidad de las palabras humanas, necesitamos la Palabra de Dios, la única que sirve de brújula en nuestro camino, la única que, frente a tantas heridas y pérdidas, es capaz de devolvernos al significado auténtico de la vida", añadió.
Y, advirtió que "la primera tarea del discípulo no es la de vestir el hábito de una religiosidad exteriormente perfecta, ni de hacer cosas extraordinarias o dedicarse a grandes proyectos (...). El primer paso consiste en saber ponerse a la escucha de la única Palabra que salva, la de Jesús (...). Acogiendo humildemente a Jesús en la barca de nuestra existencia, cuando le hacemos un espacio, cuando nos ponemos a la escucha de su Palabra y dejamos que esta nos interpele, nos agite y nos cambie".
"En medio del aturdimiento y la vanidad de las palabras humanas, necesitamos la Palabra de Dios, la única que sirve de brújula en nuestro camino, la única que, frente a tantas heridas y pérdidas, es capaz de devolvernos al significado auténtico de la vida (...). La Palabra del Señor nos pide que la encarnemos concretamente en nosotros, por eso estamos llamados a vivir la Palabra", proclamó.
Porque, para el Papa, "la Palabra del Señor no puede permanecer como una bonita idea abstracta, o suscitar sólo la emoción del momento, más bien nos pide que cambiemos nuestra mirada, que nos dejemos transformar el corazón a imagen del de Cristo; nos llama a echar con valentía las redes del Evangelio en medio del mar del mundo, corriendo el riesgo de vivir el amor que Él nos ha enseñado y ha vivido primero".
"También a nosotros, con la fuerza abrasante de su Palabra, el Señor nos pide ir mar adentro, alejándonos de las orillas pantanosas de los malos hábitos, de los miedos y de las mediocridades, para atrevernos a emprender una nueva vida (...). Nunca faltan los obstáculos y las excusas para decir que no", señaló Francisco.
Por último, el Papa animó a los presentes a perseverar. "Hermanos y hermanas, frente a las numerosas ocupaciones de nuestra vida cotidiana; ante la llamada, que todos sentimos, de construir una sociedad más justa, de avanzar en el camino de la paz y del diálogo —llamada que aquí en Indonesia se ha propuesto desde hace tiempo—, a veces podemos sentirnos insuficientes, sentir el peso de tanto compromiso que no siempre da los frutos esperados o de nuestros errores que parecen frenar el camino".
"Pero con la misma humildad y la misma fe de Pedro, también a nosotros se nos pide que no permanezcamos encerrados en nuestros fracasos y, en vez de permanecer con nuestra mirada fija en nuestras redes vacías, miremos a Jesús y confiemos en Él", dijo Francisco, antes de decir unas palabras sobre Teresa de Calcuta, de quien hoy se celebra su fiesta.