El cristiano necesita una fe madura y para ello es necesario que se ponga en movimiento, que no se quede quieto. Esta es la reflexión que hizo el Papa Francisco en el Ángelus de este domingo.
Comentando el Evangelio el Papa afirma: “Jesús, que sale al encuentro de la humanidad herida, nos manifiesta el Rostro del Padre. Puede que en nuestro interior aún tengamos la idea de un Dios distante, frío, indiferente ante nuestra suerte. El Evangelio, en cambio, nos muestra que Jesús, después de haber enseñado en la sinagoga, sale para que la Palabra que ha predicado pueda alcanzar, tocar y sanar a las personas. De este modo nos revela que Dios no es un amo distante que nos habla desde lo alto; por el contrario, es un Padre lleno de amor que se hace cercano, que visita nuestras casas, que quiere salvar y liberar, sanar todo mal del cuerpo y del espíritu”
De este modo, recordó que "Dios está siempre cerca de nosotros" y que su actitud es de "cercanía, compasión y ternura".
Del mismo modo, el Evangelio recuerda que Cristo se retiró a orar. Francisco incidió en que es la oración la que le da fuerzas para seguir, para volver de nuevo a los hermanos.
“Podemos preguntarnos: ¿hemos descubierto el Rostro de Dios como Padre de la misericordia, o más bien anunciamos y creemos en un Dios frío y distante? ¿La fe nos mueve a ponernos en camino, o es un consuelo intimista que nos deja tranquilos? ¿Rezamos solo para sentirnos en paz, o la Palabra que escuchamos y predicamos nos hace salir también a nosotros, como a Jesús, al encuentro de los demás para difundir el consuelo de Dios?”, preguntó el Papa a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro.
Tal y como recoge Vatican News, para responder a estas preguntas, el Pontífice invitó a mirar el camino de Jesús, a recordar que el primer “trabajo espiritual” que hay que realizar para alcanzar una madurez en la fe es abandonar la idea de un Dios distante.
“Cuando descubrimos el verdadero Rostro del Padre, nuestra fe madura: ya no nos quedamos como ‘cristianos de sacristía’ o ‘de salón’, sino que nos sentimos llamados a ser portadores de la esperanza y la sanación de Dios”, concluyó.