Aglona es un pueblecito de 800 personas, pero es el centro espiritual del catolicismo en Letonia por su basílica de la Virgen de la Asunción de Aglona (http://aglonasbazilika.lv), popular por su icono de la Virgen, una imagen del siglo XVIII con fama de ser milagrosa y de responder a los devotos intercediendo con eficacia por la sanación de los enfermos.
Allí ha celebrado la misa el Papa Francisco este lunes por la tarde en el acto final de su visita a Letonia, justo antes de dejar el país.
Una peregrina con el icono milagroso de la Virgen de Aglona, que sólo se saca de la basílica en contadísimas ocasiones muy especiales
Letonia es un país báltico de 2 millones de habitantes, de los que un 25% son católicos. El santuario de Aglona recibe decenas de miles de peregrinos dos días al año: en Pentecostés y en la fiesta de la Asunción, el 15 de agosto. También en esta ocasión miles de católicos se han reunido para celebrar el encuentro con el Papa Francisco.
Aquí, el vídeo de la misa en Aglona, con frío y algo de lluvia
Pentecostés: María perseveraba con los apóstoles
El Papa optó por una liturgia eminentemente mariana. Comenzó su homilía señalando la similitud entre la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles y aquello que estaba viviendo él junto al pueblo de Letonia en la misa: “íntimamente unidos, dedicados a la oración, y en compañía de María, nuestra Madre”.
En su reflexión sobre el evangelio de San Juan, el Papa subrayó dos momentos en los que se entrecruza la vida de Jesús con la de su Madre: las bodas de Caná y María al pie de la cruz. Al respecto señaló el Papa que: “pareciera que al evangelista le interesa mostrarnos a la Madre de Jesús en esas situaciones de vida aparentemente opuestas: el gozo de unas bodas y el dolor por la muerte de un hijo”.
María, firmemente de pie junto a su Hijo
“María –dijo el Papa- está “firmemente de pie” junto a su Hijo… con firmeza, “clavada” al pie de la cruz… María se muestra en primer lugar así: al lado de los que sufren. Con ellos está también la Madre, clavada junto a esa cruz de la incomprensión y del sufrimiento”. La Virgen también “nos muestra un modo de estar al lado de estas realidades… se trata de que quienes padecen una realidad de dolor nos sientan a su lado y de su lado, de modo firme, estable”.
De ahí que el Papa ha llamado a ir: “al encuentro de nuestro pueblo para consolarlo y acompañarlo; sin tener miedo de experimentar la fuerza de la ternura y de implicarnos y complicarnos la vida por los otros”. (cf. ibíd., 270).
María, invitada por Jesús a recibir al discípulo amado
El Papa hizo la siguiente reflexión: “María es invitada por Jesús a recibir al discípulo amado como su hijo. El texto nos dice que estaban juntos, pero Jesús percibe que no lo suficiente, que no se han recibido mutuamente”. De ahí que “María recibe al discípulo, porque las relaciones que nos sanan y liberan son las que nos abren al encuentro y a la fraternidad con los demás, porque descubren en el otro al mismo Dios”.
El Papa señaló además: "En tiempos donde pareciera que vuelve a haber modos de pensar que nos invitan a desconfiar de los otros…, María y los discípulos de estas tierras nos invitan a acoger, a volver a apostar por el hermano, por la fraternidad universal.
María, mujer que se deja recibir
Señaló el Papa: “María se muestra también como la mujer que se deja recibir, que humildemente acepta pasar a ser parte de las cosas del discípulo”, de ahí que señalase: “Cuando con fe escuchamos el mandato de recibir y ser recibidos, es posible construir la unidad en la diversidad, porque somos capaces de mirar más allá, de ver a los otros en su dignidad más profunda, como hijos de un mismo Padre”.
Finalizó el Santo Padre su homilía destacando como “María nos recuerda el gozo de haber sido reconocidos como sus hijos, y su Hijo Jesús nos invita a traerla a casa, a ponerla en medio de nuestra vida. Que todos en Letonia, sepan que estamos dispuestos a privilegiar a los más pobres, levantar a los caídos y recibir a los demás así como vienen y se presentan ante nosotros”.
En helicóptero a Vilna, antes de ir a la poco religiosa Estonia
Después de celebrar la Santa Misa, el Papa se dirigió al helipuerto de Anglona, donde lo esperaba el Presidente de la República letona junto a un grupo de delegaciones para despedirlo. Desde allí el Santo Padre regresó a Vilna, capital de Lituania, donde descansará hasta el martes, día en el que viaja a Estonia, tercera y última etapa de su viaje báltico.
Así es el santuario de Aglona en un día tranquilo (sin visita papal)
Estonia es el menos religioso de los países bálticos, con una lengua muy distinta a la de sus vecinos (solo se parece algo al finlandés) y donde los católicos son apenas un puñado de unos 5.000 fieles, la mayoría inmigrantes.