El Papa Francisco celebró este miércoles la misa en la Casa Santa Marta en la festividad de Santa Catalina de Siena, patrona de Europa, también de Italia, así como doctora de la Iglesia. Y aprovechando a esta gran santa, el Pontífice pidió rezar “por Europa, por la unidad de Europa, por la unidad de la Unión Europea: para que todos juntos podamos seguir adelante como hermanos”.
Ya en la homilía el Papa habló de la Carta de San Juan, donde “nos dice que no podemos estar en comunión con Jesús y caminar en las tinieblas, porque Él es la luz”. Tiene que ser una cosa u otra porque –según Francisco- “el gris es aún peor, porque el gris te hace creer que estás caminando en la luz, porque no estás en la oscuridad y esto te tranquiliza. El gris es muy traicionero. O una cosa u otra”.
La concreción de la verdad
De San Juan también destacó su concreción pues uno puede caer en el engaño de decir que “todos somos pecadores”. “No: soy un pecador por esto, esto, esto. La concreción. La concreción de la verdad: la verdad siempre es concreta; las mentiras son etéreas, son como el aire, no puedes agarrarlas. La verdad es concreta. Y no puedes ir a confesar tus pecados de forma abstracta: ‘Sí, yo... sí, perdí la paciencia una vez, volví a perder la paciencia...’, y cosas abstractas. ‘Soy un pecador’. La concreción: ‘Yo hice esto. Esto es lo que pensé. He dicho esto’. La concreción es lo que me hace sentir como un pecador en serio y no un pecador en el aire”, agregó.
El Papa Francisco prosiguió su homilía afirmando que “debemos ser simples, concretos: la concreción te lleva a la humildad, porque la humildad es concreta”.
Por ello, insistió en que “es importante que nosotros, dentro de nosotros mismos, pongamos nombre a nuestros pecados... la concreción. Porque si lo mantenemos en el aire, terminaremos en las tinieblas”.
El diablo quiere la tibieza
Francisco advirtió que precisamente “el diablo quiere que vivamos en la tibieza, tibios, en el gris: ni bueno ni malo, ni blanco ni negro: gris. Una vida que no complace al Señor. Al Señor no le gustan los tibios. Concreción. No para ser mentirosos. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos: nos perdona cuando somos concretos. La vida espiritual es tan simple, tan sencilla; pero nosotros la complicamos con estos matices, y al final nunca llegamos...”.
“Pidamos al Señor la gracia de la sencillez y que nos dé esta gracia que da a la gente sencilla, a los niños, a los jóvenes que dicen lo que sienten, que no ocultan lo que sienten. Incluso si es algo equivocado, pero lo dicen”, concluyó.